Rabbit, 1986

En noviembre del año pasado la obra Portrait of an Artist (Pool with Two Figures), de David Hockney, se vendió por 90 millones de dólares. La puja se prolongó durante nueve minutos, suscitó el aplauso de la sala y el artista conseguía arrebatar el récord de artista vivo más caro que ostentaba Jeff Koons desde 2013. El mercado del arte es, en ocasiones, caprichoso y una subasta en Christie's ha querido que Koons vuelva al primer puesto de la lista al venderse Rabbit (1986) por 91.075.000 dólares con tasas, algo más de 81 millones de euros.



La casa de subastas había previsto un precio entre los 50 y los 70 millones pero el conejo de acero inoxidable de poco más de un metro de altura pulverizó cualquier pronóstico. La puja se abrió en 40 millones, cifra que en cuestión de segundos ascendió a 50 millones a través de una puja telefónica. Poco después, y de nuevo por teléfono, se elevaba a 55 hasta llegar a esos 91 millones de dólares finales. Según recoge el New York Times fue el marchante de arte Robert E. Mnuchin, sentado cerca del coleccionista Peter Brant y el comerciante Jeffrey Deitch, quien ofreció la elevada cifra desde un lugar aislado de la sala de ventas.



Este conejo brillante en el que el espectador puede verse reflejado forma parte de una serie de cuatro esculturas. Pero mientras las otras tres son propiedad de las colecciones de museos de Los Angeles, Chicago y Qatar, este era el único que aún formaba parte de una colección privada. De hecho, si bien el resto se exhibe de manera regular, esta obra que ha batido el récord no había sido vista en público desde 1988.



Koons no fue, sin embargo, el único que batió récords durante la noche de subastas de escultura contemporánea. Buffalo II, exhibido en la Bienal de Venecia en 1964, del artista Robert Rauschenberg's, cerró su puja en 88,805,000 dólares tras un lucha telefónica que duró más de 10 minutos. También la artista Louise Bourgeois entra rompió marcas al subastarse su Spider por 32.055.000 dólares. Con esta cifra marca dos hitos: el primero consigo misma al convertirse la obra más cara de la artista vendida en una subasta y, el segundo, por conseguir la segunda cifra más alta para la obra de una mujer.