La artista italiana Marisa Merz (Turín, 1926 – 2019), la única mujer del colectivo de arte povera, murió el pasado viernes a los 93 años. La creadora empezó su carrera a mediados de los años 60 con una exposición de esculturas de aluminio en forma de espiral suspendidas en su casa. Estas instalaciones compuestas por varios elementos y basadas en el interés de Merz por los materiales prepararon el terreno para que participara en el movimiento de arte povera junto a artistas como Jannis Kounellis, Alighiero Boetti, Giulio Paolini, Giuseppe Penone o Giovanni Anselmo.
En 1968 formó parte de la muestra colectiva Arte Povera + Azioni Povere en la que Merz, junto a su marido Mario Merz, expuso en la playa mantas enrolladas con alambre y otras piezas de nylon, cobre o lana relacionadas con la infancia de su hija Beatriz. Destacó pronto al introducir en el lenguaje de la escultura contemporánea elementos tradicionalmente considerados artesanales y femeninos para subvertir su destino y dar dignidad a los materiales.
Su obra oscila entre la abstracción y la figuración, entre las complejas instalaciones de los años 70 y los bustos en barro no cocido a pequeña escala que empezó a concebir después de 1975 y que se han entendido como retratos o autorretratos enigmáticos. Tras su participación en la exposición Ricerca estetica en el Palazzo delle Esposizioni en Roma sus intervenciones se volvieron más ambientales.De modo que el movimiento continuo de la dimensión personal a la pública constituye una de las principales claves de lectura de su obra.
Desde entonces Merz solo expuso con motivo de grandes exposiciones colectivas como la Bienal de Venecia de 1980 o en la Documenta 7 de Kassel en 1982. No obstante, su obra se ha podido ver en centros como el Pompidou de París, el Hammer Museum de Los Ángeles, el Museo Metropolitan y el Guggenheim de Nueva York. También ha formado parte de muestras en museos europeos como la Tate de Londres, el Museo MADRE de Nápoles; el Museo Stedelijk de Ámsterdam; el Kunstmuseum de Winterthur en Suiza o el Museo Serralves de Oporto, donde se revelaba a una artista preocupada por la coherencia de su lenguaje.
Además, durante la Bienal de Venecia de 2013 Merz recibió el León de Oro por toda su trayectoria. Entonces el jurado destacó "su lenguaje personal en el que la pintura, la escultura y el dibujo dan forma a imágenes aparentemente arcaicas".