Es una de las propuestas más refrescantes de esta Bienal de Venecia. Una ópera-performance que ha convertido un antiguo caserón a escasos metros de los Giardini en una verdadera playa -con sus toallas, sus tumbonas, sus niños construyendo castillos de arena…-  a la que los espectadores nos asomamos desde una barandilla en los alto como auténticos voyeurs. A la puesta en escena a la que no le falta detalle. Nos reconocemos en cada uno de sus personajes, en sus idas y venidas, cuando se ponen la protección solar y miran sus WhastApps en el móvil. Merecido ganador del León de Oro de la presente edición, en el Pabellón de Lituania los actores de Sun & Sea ponen sobre la mesa cuestiones relacionadas con el frágil estado medioambiental de nuestro planeta.

Detrás están tres creadoras que combinan en su trabajo todas las artes: Rugilė Barzdžiukaitė (1983) es directora de cine y teatro, Vaiva Grainytė (1984), escritora y poeta, y Lina Lapelytė (1984), compositora y artista. Aunque trabajan de manera independiente, esta es su segunda colaboración de "gran escala". La primera fue Have a Good Day! (2013), una ópera acompañada de piano que hablaba del consumo en nuestra sociedad. "Fue entonces empezamos a darle forma en Sun & Sea -recuerda Rugilė Barzdžiukaitė-, en ese momento yo estaba grabando mi película Acid Forest, en la que había imágenes de personas a vista de pájaro como si fueran especies animales dentro de una jaula en un bosque para una investigación antropológica. Y lo adaptamos de alguna manera a este otro zoo”.

Pregunta. El proyecto Sun & Sea se presenta por primera vez en 2017 en la National Gallery of Art en Vilnius, ¿cómo surge la idea?

Lina Lapelytė. Buscábamos un contexto en el que ocurrieran cosas de manera natural, y qué mejor espacio que la playa que es un lugar muy democrático. Los bañadores nos unifican a todos bajo un mismo propósito, se mezcla todo tipo de gente, un profesor de universidad, un banquero, un peluquero… En 2017 participamos en dos residencias (Schloss Solitude y Nida Art Colony) en las que desarrollamos el concepto de la obra y lo que presentamos en la National Gallery of Art en Vilnius, no era exactamente lo mismo, era una performance con principio y fin, mientras que en Venecia es algo así como eterna y está muy cerca del agua. Pone sobre la mesa muchas cuestiones.

Las artistas Lina Lapelyte, Rugile Barzdziukaite y Vaiva Grinyte. Foto: Andrej Vasilenko

Problemáticas en clave de do

P. Temas como el cambio climático, el plástico que se acumula en los océanos... ¿de qué más habla?.

Rugilė Barzdžiukaitė. Hay una primera capa más superficial que tiene que ver con el hecho de tumbarse a no hacer nada, de quemar el tiempo y el cuerpo vagueando. La gente está simplemente descansando, pero el eje sobre el que se articula todo el conjunto tiene que ver con un sol que cada vez calienta más y con una Tierra que se agota. Nos centramos en los temas ecológicos.

L. L. Cada una nos acercamos al trabajo de una manera muy distinta. Para mí es muy importante el paralelismo entre el cuerpo humano y el cuerpo del planeta tierra.

Vaiva Grainytė. Y yo añadiría que hay además muchos subtemas relacionados con el placer que produce el consumo, el aburrimiento de la rutina, el tiempo, el cambio climático, la contaminación, el turismo, la conexión entre hedonismo y apocalipsis, el cuidado de la piel, la depresión, la nutrición, la tecnología…

P. Y todo esto representado por un ejército de personajes sorprendentemente bien construidos, ¿cómo dieron forma a cada uno de ellos?

"Buscábamos un contexto en el ocurrieran cosas de manera natural". Lina Lapelytė

L.L. Muchos de ellos surgieron después de conocer a sus intérpretes cuando hicimos una audición con la obra aún todavía sin terminar. Por ejemplo, el aria de las hermanas vino después de que conociéramos a las niñas. O la historia de la reimpresión en 3D de los arrecifes de corales muertos.

R. B. También nos interesaba tener un espectro lo más amplio posible de cuerpos, profesiones, campos de interés, etc. La playa es como una micro versión de la sociedad.

P. La producción de un proyecto de esta naturaleza tiene que ser muy compleja. ¿Cuántos actores participan? ¿Cómo hacen con los niños y los animales? ¿Qué ocurrirá cuándo las temperaturas bajen?

L.L. Sí, muchísimo más compleja de lo que esperábamos. Los perros suelen ser de los cantantes, los niños pululan alegremente por la playa (¡desde mayo!), disfrutan una barbaridad y hasta se han aprendido las canciones. Todo este proyecto dura tanto (casi medio año) y nos ha dado tanta visibilidad el León de Oro que hemos tenido que diseñar distintos escenarios posibles. No somos una compañía de teatro, tenemos que adaptarnos a los horarios de los cantantes, buscar sustitutos… ahora mismo tenemos tres por papel.

En Have a Good Day! (2013) reunieron en el escenario a diez cantantes que interpretaban a un grupo de cajeras de supermercado y a un oficial de seguridad. Hablaban en primera persona de situaciones que les afectaban. “Las dos óperas hablan de consumo y de capitalismo desde una perspectiva entre irónica y melancólica –apunta Vaiva Grainytė- pero la primera lo hace desde un punto de vista más micro, desde la compra del día a día, y la segunda toca cuestiones universales que afectan a nuestro planeta”.

https://vimeo.com/348919731

P. Viniendo de campos diferentes –cine, teatro, letras y artes visuales- ¿cómo combinan su expertise cuando trabajan juntas?

L. L. A pesar de que en ciertas fases del trabajo, cada una de nosotras se encarga fundamental en un campo específico, conceptualmente actuamos como una unidad. En realidad hablamos un "mismo idioma" y paralelamente cada una de nosotras tiene sus proyectos propios. También influyen en el proceso los propios intérpretes y prestamos mucha atención al casting

R. B. Para nosotras es esencial programar juntas el trabajo. Evidentemente, en alguna de las etapas actuamos individualmente. Por ejemplo, yo sé que soy la responsable de la parte visual y la dirección, Lina de la composición musical y la dirección musical, Vaiva de la redacción de textos... pero lo mezclamos todo, y discutimos mucho. Compartimos cocina.

"Para nosotras es esencial programar juntas el trabajo. Compartimos cocina y discutimos mucho". Rugilė Barzdžiu

P. ¿Qué piensan de marcar los límites entre las distintas disciplinas artísticas?

L.L.  No dejan de ser una construcción cultural que utilizan los críticos de arte y los comisarios para clasificar los trabajos. Todos los campos comparten muchos puntos en común.

V. G. Nosotras trabajamos de forma no jerárquica en todas las partes a la vez (texto, audiciones, música, parte visual). Somos como una criatura de tres cabezas. Y requiere mucha paciencia, no es nada fácil, es un reto, pero se traduce en algo especial.

@LuisaEspino4