Antoni Muntadas: “No soy un gourmet cultural, prefiero que hablen mis obras”
La exposición 'Interconexiones', en el Artium de Vitoria, trae de vuelta al artista para reflexionar sobre el espacio público y los medios de comunicación
4 octubre, 2019 18:07Muntadas (Barcelona, 1942) tiene un pie en cada punto del mundo. “Comings and goings”, que dice uno de nuestros premios nacionales por partida doble (Artes Plásticas en 2005 y Velázquez en 2009), marcados por exposiciones, proyectos y charlas, entre los que se impone desde hace 15 años la ciudad de Venecia en otoño y sus clases dentro del Laboratorio di Arte Visiva de la IUAV. Y todo ello para regresar siempre al mismo lugar, Nueva York, la ciudad a la que llegó en los setenta y en la que mantiene un “espacio-archivo-almacén”. Presentarle no es fácil, pues huye con convicción de toda etiqueta, sobre todo de la de pionero del media art. Pertenece a esa generación de creadores que comenzó a trabajar con las nuevas tecnologías, con el soporte vídeo en sus diferentes acepciones, ha hecho instalaciones pero también fotografías, elementos arquitectónicos, publicaciones y archivos alimentados a conciencia. Con todo ello crea proyectos plagados de sugerencias que azuza con una mirada inteligente, esa que oculta siempre bajo unas gafas oscuras y que sabe enfocar con puntería hacia el sistema cultural y político, que pone en jaque.
“La audiencia necesita involucrarse y, como el autor, tiene responsabilidades y debe dedicarle tiempo a las obras”
Entre todo este trasiego, una nueva exposición le trae a España. Mañana inaugura en el Artium de Vitoria Interconexiones, que viajará en enero al Mambo de Bolonia. Y, como ya ocurrió en su gran exposición del Reina Sofía, Entre/Between, en 2011, ha huido del modelo cronológico para poner el foco en dos de sus temáticas favoritas: el espacio público y el poder de los medios de comunicación. Puntualiza Antoni Muntadas que esta es una elección de los comisarios, Cecilia Guida y Arturo Rodríguez, “un survey, una palabra muy clara en inglés y de difícil traducción al español, algo así como un corte transversal que se aleja de una presentación antológica”. Y mientras lo comenta, no tarda en subrayar que, en este caso, su relación con ellos ha sido buena, “aunque en el pasado haya sido muy crítico”, dice recordando cuando hace unos años habló de los fast curators refiriéndose a una generación y a una manera de hacer diametralmente opuesta a su forma de trabajar. “Soy lento –apunta–, los proyectos me llevan muchos años y trabajo en varios en paralelo. La investigación es el motor de todos ellos y por eso me lleva tiempo”.
Pregunta. Entonces, ¿cómo podemos definirle?
Respuesta. Creo que la palabra ‘artista’ es suficientemente amplia para abarcar los elementos y los medios que utilizo, aunque sea un término muy denostado quizá por su uso y por la imagen que desprende de estar en la estratosfera o de vivir debajo de un puente. Intento que el rol del artista se sitúe dentro de un contexto social y de trabajo, como hacedor de proyectos que tienen que ver con medios diversos. No me defino, por tanto, ni como pintor, ni como escultor, ni como fotógrafo, ni como videoartista, ni como internet art. Además, todo esto ocurre en contextos muy diferentes que hacen que los trabajos se nutran de los propios lugares. Podemos llamar a mi práctica interdisciplinar, intermedia o de distintas maneras, pero yo la palabra con la que me identifico es la de artista.
P. En el exterior de Artium ya puede verse una gran pancarta con la frase “Atención: la percepción requiere participación”, ¿es una declaración de intenciones?
R. Es una frase que he utilizado en distintos soportes –octavillas, pegatinas, intervención en la prensa– para que circule. El dispositivo, la lengua y el contexto van cambiando. La frase es un leitmotiv que es parte de la serie On Translation que inicio en 1995 (y esta frase la empiezo a usar en el 99).
P. La consigna atañe directamente a los espectadores, ¿qué espera de ellos?
R. Todos somos audiencia y las obras nos tienen que motivar. Esta frase habla de eso. Es una cuestión de lenguaje. En la traducción castellana se habla de participación pero la expresión en inglés es la que me parece más concreta: “Warning Perception Requires Involvement” que conlleva compromiso, empeño, participación… la audiencia necesita involucrarse y, al igual que el artista y el autor, tiene responsabilidades y debe dedicarle tiempo a las obras, como cuando vemos una película o leemos un libro y no podemos decir si nos interesa o no hasta que lo acabamos.
Contra los monumentos
P. ¿Cree que las obras de arte necesitan de traducción?
R. Lo que requieren es de una interpretación personal en el sentido de Opera aperta de Umberto Eco.
P. Dándole tanta importancia al espacio y al contexto, ¿cuál sería el lugar ideal para mostrar sus proyectos?
R. Depende de la obra. Mucho de mi trabajo se ha desarrollado en el espacio público, un tema sobre el que he dado 40 años de clase en el MIT de Boston y que me sigue interesando. Lo que ocurre es que en estos años el espacio público se ha ido reduciendo: por un lado por los sistemas de vigilancia y de control y, por otro, por todos los procesos de gentrificación que han hecho que se vaya privatizando. ¿Qué queda entonces? ¿De qué manera podemos contribuir? Yo creo que la solución no pasa por hacer monumentos sino más bien por realizar intervenciones temporales.
“La palabra ‘museo’ vende, da credibilidad, es un sello que hace que algo parezca serio”
P. Dice que utiliza un medio u otro según va avanzando en sus proyectos, ¿cómo es su proceso de trabajo?
R. Manda el concepto. Todo empieza con una idea y con una serie de preguntas que me planteo. La investigación es importante, lleva su tiempo y hay que estar atento al contexto en el que se desarrolla. Luego hay que ser capaz de sintetizar todo ese recorrido en un trabajo. En esta exposición de Artium, además de las obras de las salas de exposiciones, he querido incluir, en un espacio aparte cercano a la biblioteca, información y documentación sobre tres proyectos que no se conocen prácticamente en España [About Academia (2011-2017), Asian Protocols (2011-2018) y La construcción del miedo (2008-2013)]. No es que los muestre acabados pero me sirve para dar cuenta sobre ellos, ya que son contextuales y complejos y cada uno de ellos constituiría una exposición en sí misma.
El arte como traducción
Desde 1995 Muntadas trabaja en una serie que ha agrupado bajo un epígrafe común, On Translation, en la que vuelca sus preocupaciones sobre la comunicación, la interpretación y los problemas de traducción no sólo de las palabras sino de las manifestaciones culturales, atento siempre a la relación entre el emisor y el receptor de los mensajes. “Un proyecto abierto –recalca– que ha sobrepasado ya los cuarenta trabajos con medios diferentes, en lugares diferentes, lo que me da una agilidad para poder trabajar con distintas temporalidades”.
P. En Artium habrá buenos ejemplos, ¿destacaría alguno?
R. Hay uno que forma parte de la colección del museo, On Translation: El Aplauso, una instalación que por sus grandes dimensiones no es fácil de exponer y esta es una manera de sacarla del almacén y revisitarla. Habla de cómo los media muestran la violencia en Colombia, donde se realizó, pero aunque el 60 % del material grabado es de ahí, el mensaje es global.
P. Es crítico desde sus inicios con los contenidos y la manipulación que ejerce la televisión, ¿qué opina de las fake news?
R. Cuando empezamos a trabajar sobre la televisión, o la antitelevisión, en vídeo, pensábamos que los canales locales funcionarían, que habría una contrainformación. Pero la realidad es que todo ha quedado muy monopolizado por las grandes empresas, que la economía manda una vez más y lo absorbe todo, incluido la política y esta revolución frustrada se está repitiendo ahora con internet. Claro que se ha ganado en flexibilidad de información y en desterritorialización, pero los controles son grandes y las fake news están fuera del alcance del usuario. A esto se suma que cuando algo aparece en la red, aunque la información sea falsa, si se define como censura es imposible volver atrás. Y con Wikipedia hay que ir con cuidado por lo impreciso y no siempre fiable. Mi obra The File Room [una instalación que recordaba a una siniestra oficina y se prolongaba a una base de datos virtual sobre casos de censura en el campo artístico y cultural] era y es un archivo que se ha ido gestando por los autores, que hablaban en primera persona, no en tercera.
P. Ha hablado también sobre el sistema del arte en obras como Between the Frames. The Forum. ¿cómo la actualizaría hoy?
R. Me han preguntado muchas veces que por qué no he seguido con este proyecto. Soy consciente de que es un trabajo de los ochenta y que pone el foco en la explosión del mercado, que es lo que me motivó a hacerlo en ese momento, y en los roles de los distintos intermediarios entre la obra de arte, el artista y la audiencia. Evidentemente se deberían añadir las ferias de arte, las bienales y las subastas. El fenómeno bienal ha experimentado un boom, y no me refiero a las de Venecia o São Paulo, sino a lo que está ocurriendo en lugares como Asia, donde en estos momentos hay unas cuarenta. La bienal, que ya existía entonces, ha derivado hacia otros modelos y se ha expandido geográficamente.
P. ¿Y respecto a los museos?
R. Ha pasado algo parecido. En Japón un “museo” puede estar en el ático de unos grandes almacenes, lo llaman así, museo, y en algunos casos no tiene ni colección ni actividades. Pero la palabra “museo” vende, es un sello que hace que algo parezca serio y creíble en los países asiáticos. Por no hablar de todo lo que comporta la influencia de las subastas en el mercado del arte. Si un periódico publica que una obra ha alcanzado los 200 millones de euros, y hablo de arte contemporáneo, pensamos automáticamente que debe de ser buena. El valor de la obra asociado al dinero… Pero como yo no me defino como gourmet cultural, ni tengo respuestas para todo, prefiero que sean mis obras las que hablen. Cuando tengo algo que decir, acudo a ellas.