Ha sido un año de labor intensa. Un año con las gafas de aumento puestas, con un pequeño pincel en la mano y los guantes y la bata blanca como segunda piel. Ahora, después de un trabajo minucioso que ha permitido observar de cerca la cantidad de detalles de la obra, La Plaza de San Marcos en Venecia, del artista Canaletto, vuelve a la sala 17 del Museo Thyssen-Bornemisza. El trabajo, que ha conllevado un exhaustivo estudio técnico, ha sido posible gracias a una campaña de micromecenazgo puesta en marcha en junio de 2018 y que, en apenas cuatro meses, logró recaudar los 35.000 euros necesarios para llevarla a cabo. Para ello, el cuadro se dividió en mil secciones, cada una con un valor simbólico de 35 euros.
Pintada entre 1723 y 1724, la pieza es una obra de juventud del pintor veneciano, considerado máximo exponente de los vedutistas italianos del siglo XVIII. Es también uno de los pocos canalettos que se conservan en museos españoles y uno de los más representativos de su estilo. La actuación llevada a cabo por el equipo de restauradores del museo ha consistido principalmente en recuperar, en la medida de lo posible, el estado original de la pintura, que se veía bastante deteriorado con el paso del tiempo, debido a antiguas intervenciones, y a varias capas de barniz oxidado y repintes que ocultaban la luminosidad y los colores originales de la pintura bajo un velo amarillento.
Tras realizar el correspondiente estudio técnico previo a la intervención, con el fin de determinar la forma y los medios más adecuados para su recuperación, se procedió a retirar los barnices y repintes degradados y a reintegrar algunas pérdidas de pintura. Durante todo el proceso de restauración se ha contado con un seguimiento del laboratorio del propio taller del museo, que ha ido evaluando en cada momento el riesgo real de la intervención, lo que ha permitido ir ajustando el método de trabajo y las técnicas en función de los resultados que se obtenían.
La pintura presenta además un reentelado realizado en fecha indeterminada y se modificó su tamaño original, con unos 2 centímetros del lienzo doblado sobre el bastidor en la parte superior y otros 2 en este caso añadidos a cada lado, lo que había alterado las dimensiones originales. El resultado final recupera la luz de mañana y los matices con los que Canaletto concibió la pintura. La limpieza ha permitido también recobrar la nitidez de los múltiples detalles incorporados por el artista a la composición, tales como figuras, aisladas o en grupos, elementos arquitectónicos y ornamentales, los puestos del mercado, con sus animales y objetos diversos. Algunos matices difíciles de apreciar a simple vista han salido a la luz y se pueden ahora admirar gracias a las macrofotografías.
El proceso
La toma de micromuestras, análisis de pigmentos, estratigrafías y radiografías ha permitido reconstruir el proceso creativo del cuadro y desvelar algunos detalles sobre la forma de pintar del artista. Las imágenes obtenidas por rayos X han permitido observar algunos detalles interesantes sobre la forma de trabajar del Canaletto. Uno de los más destacados es la huella de un compás que utilizó para situar los cuatro arcos decorativos del cuerpo superior del campanile. La radiografía ha permitido observar también que ocultó, con las últimas capas de pintura, parte de la ropa tendida entre los arcos de la fachada del palacio de las Procuradurías Viejas, e hizo algunos cambios en la chimenea. También modificó la iluminación general de la fachada, concebida en un primer momento algo más sombría.
La fotografía infrarroja permite observar las líneas subyacentes que definen la perspectiva de la composición. Estas líneas forman parte del proceso creativo del cuadro y se puede ver su trazado por debajo de algunas figuras. Además de esas líneas principales, Canaletto traza otras que le permiten ir encajando los edificios. Así se ve, por ejemplo, en la fachada frontal, donde se aprecia una cuadrícula que utiliza para situar los vanos, dándoles posteriormente a una de las filas de ventanas el remate en forma de arco de medio punto y variando la disposición de alguna de ellas. En la obra Canaletto representa la famosa plaza veneciana con una escenografía arquitectónica basada en el valor matemático de las proporciones y la alteración de la perspectiva, siendo la visión final resultado de unir diversos puntos de vista.
La reinstalación del cuadro en la sala 17 de la colección
permanente se acompaña de una mesa interactiva con imágenes y textos
explicativos que permite al visitante descubrir todos estos detalles del
estudio y restauración de la obra, de su proceso creativo y de la forma de
trabajar de su autor.