Tres exposiciones en Valencia coinciden en un tiempo en el que pasado y futuro son una dimensión del presente; ese tiempo donde ocurre todo, lo de antes, lo de después y lo de ahora. Bohemia (los días y las noches) es el título del impecable proyecto de Marius Engh (Oslo, 1974) en la galería Luis Adelantado. Allí revive a Alfred Jarry, proyectándolo hacia el presente de los tropos y dudas que plantea el arte. Como el etnógrafo de un tiempo por venir, Engh disecciona el absurdo de Jarry con toda lógica y muestra el cadáver exquisito de la modernidad, un momento que expira, pero no muere, en interesantes piezas escultóricas, fotografías y cerámica. Le acompaña el proyecto de Camila Oliveira Fairclough (Río de Janeiro, 1979), proveniente del Pompidou, que pinta con frescura todo lo que ve. Los signos del presente abarrotan piezas como Malo malo no bueno, donde la pintura acoge escrituras que, encriptadas, se convierten en imágenes. Una pintura à l’air libre que, manoseada por gestos mínimos, acaba domesticando con descaro aquello que se dicta para máximas audiencias.
La galería Set Espai d’Art, en una pulcra serie de fotografías y esculturas, relaciona la obra de Leo Matiz y Lukas Ulmi, poniendo de actualidad lo que el arte ya dejó vivo y coleando en el pasado. Leo Matiz (Aracataca, 1917 - Bogotá, 1988) rescata de las vanguardias los avances de la fotografía por el camino de la composición y la abstracción. Extraordinaria su fotografía La red (1939), de la serie de la colección del MoMA. Sorprendentes resultan las piezas Après Mondrian (1950) o Construcción (1980), a través de las que se plantea un recorrido lleno de los silencios que ofrece la fotografía de siempre. La abstracción y las preocupaciones compositivas se encuentran también en las esculturas de Lukas Ulmi. A base de configuraciones mínimas, Ulmi (Lucerna, 1958) se apodera del espacio y lo humaniza con juegos gravitatorios y articulaciones poéticas.
En Going Home, en la galería Espai Tactel, el futuro está tan presente como pudo estarlo el pasado. Comisariada con el buen hacer de Fito Conesa, esta disparatada exposición reúnen obras variopintas. Destaca Decepción, de Regina de Miguel (Málaga, 1977), que nos conduce por una tierra de nadie, no regida por el antropocentrismo, que da cuenta de otros mundos posibles. Tai Shani (Londres, 1976) presenta el vídeo Betanovella en el que lo absurdo reviste la acción de unos personajes que, de tan cándidos, son atroces. Y Paco Chanivet (Sevilla, 1984) habla en No todo es vigilia la de los ojos abiertos, de nuevo, de otros universos posibles, extraños, que se ponen al alcance de los ojos delante de un espejo que derrama lágrimas como cataratas. La magia del arte.