Algunos objetos cotidianos pasan desapercibidos para muchos. Es el caso de las cortinas que vemos en muchas puertas de las casas de La Mancha, objetos que tienen como objetivo defender la entrada de las inclemencias del tiempo. Sus diseños pueden ser variados y variopintos: desde figuras geométricas, a motivos florales o quijotescos pasando por los tonos monocromos. Dichas cortinas “modelan identidades, estereotipos regionales y relaciones comunitarias”, sostiene Javier Rodríguez Lozano, artista que presenta Factor de protección, proyecto realizado al calor del Premio a la Producción Artística que la Fundación Banco Santander concede junto a Open Studio y que se puede visitar hasta el jueves.

La beca tiene por objeto una residencia de tres meses en el estudio de artistas de Naveoporto, en el barrio de Carabanchel. Rodríguez Lozano pudo trabajar allí durante dos meses hasta que la pandemia arrasó con todo. Sin embargo, una vez acabó el estado de alarma pudo continuar con la tarea. “Trabajo con objetos que en el día a día pasan desapercibidos pero que tienen algo simbólico. He crecido en un pueblo de La Mancha y en esta zona dos de cada tres puertas tienen estas cortinas. No me había dado cuenta hasta que me lo dijeron desde fuera. Sin duda tiene paralelismos con los felpudos pues están en el umbral entre el entorno urbano y el doméstico, dan la bienvenida y ofrecen rasgos de la gente que vive ahí”, explica el artista.

Factor de protección (1-15)

El primer paso fue salir a fotografiar las puertas de La Puebla de Almoradiel (Toledo), su localidad. Las imágenes frontales, directas y, al mismo tiempo, cálidas tienen por objeto documentar y servir de preámbulo para las pinturas, esculturas e instalaciones que vemos después. Hay patrones de todo tipo: algunos ofrecen paisajes típicos de la zona mientras que en otros se reconocen bodegones, animales, racimos de uvas, figuras geométricas o cortinas monocromas de polipiel. “Quería trabajar con la propia tela, con sus reveses, sus contrastes y hacerlo a nivel pictórico”, cuenta el artista. De modo que la segunda etapa consistió en recorrer tiendas y mercadillos en busca de las telas que ahora forman parte de Factor de protección y que expanden el proyecto.

Con algunas de ellas ha creado nuevas pinturas que “reelaboran los patrones de las telas”, mientras que otras adquieren el formato de esculturas “que indagan en los diferentes elementos que surgen a los pies de las cortinas a modo de barricadas, como las garrafas impregnadas de azufre para evitar la orina de perros y gatos”. Todo en este proyecto desprende una sensación de recuerdo, de memoria y de cierta autobiografía que se constata en los títulos que dan nombre a las obras. Cada pieza esconde una historia como ese gato de cerámica que se llama Garrafa en referencia a las botellas de agua que se colocan cerca de la puerta o ese perro que se llama Lucky en un guiño al primer perro que Rodríguez Lozano conoció. Pero también hay menciones al verano y al otoño, épocas en las que el artista visita con mayor asiduidad su pueblo toledano, momentos como la siesta o la hora del tour que veía su padre.

'3 gustos'

Pregunta. El hogar es uno de los temas de este trabajo. ¿Hasta qué punto influye su procedencia en su obra?

Respuesta. Es una cosa curiosa porque es un sentimiento compartido entre la gente de la meseta. Es una relación de amor odio. Otros lugares de España están más representados o se les profesa un amor más grande. Yo siempre he querido salir, escapar y hacer cosas diferentes y, al final, me he visto en este trabajo pero no he querido ni caer en sentimentalismos ni realizar una aproximación grosera o irrespetuosa.

P. Factor de protección tiene una fuerte carga identitaria y recoge una costumbre de determinadas zonas. ¿Le interesa abordar temas relacionados con las identidades y costumbres?

R. Cuando acabé la carrera trabajaba con el paisaje manchego pero lo sentía lejano, era un tema más trillado. Pienso en eso de lo que puedo hablar y por eso son temas ligados a mis vivencias pero, al mismo tiempo, la gente se puede sentir identificada. Considero que no es mucha la gente que habla de ello aunque son temas pertinentes.

P. ¿Esta costumbre se sigue dando o se está diluyendo?

R. Mis padres, por ejemplo, nunca la han puesto pero sí mi abuela. La gente joven que sigue viviendo allí no lo usa tanto. Tiene un punto de tradición que también se ve en la Alpujarra (Granada) pero allí se cuida y se protege. Aquí se está diluyendo y quizá dentro de unos años, cuando los pueblos se vayan despoblando y homogeneizando, se perderá.

En definitiva, esa despoblación entronca directamente con La España vacía, el ensayo que Sergio del Molino publicó en 2016. Javier Rodríguez Lozano lo leyó, aunque no pensando en el proyecto que ahora presenta y, sin embargo, tuvo un gran impacto en su obra. “Me ha venido muy bien porque mi DNI dice que nací en Madrid y aunque crecí en La Puebla de Almoradiel llevo muchos años viviendo en Madrid. Es una sensación de apátrida”, se sincera. 

@scamarzana