Grandes y pequeñas, con más o menos artistas representados, situadas en el centro y en las afueras, o incluso en varias ciudades a la vez, hace unos meses el director de la galería Casado Santapau, Damián Casado, reivindicaba su labor como “la única industria cultural gratuita” y aún así gran desconocida para la mayoría del público. Las galerías son el lugar donde los artistas dan sus primeros pasos, experimentan y producen en una escala más doméstica y humana que la del museo. Son, también, sus representantes y el medio natural para tener presencia en las ferias, nacionales e internacionales, una vía muy importante de promoción.
A la última edición de ARCO acudieron 209, 67 españolas en su Programa general. Fue la última gran cita antes de la llegada del Covid-19. El virus la estuvo sobrevolando los cinco días y, un par de semanas después, paró el país. Los resultados de la mayoría (un 87,5 % según el informe de marzo del Consorcio de Galerías de Arte Contemporáneo) fueron peores a los del año anterior, y dado que supone entre el 30 y el 50 % de las ventas anuales de la mayoría de ellas, y que después entramos de lleno en el confinamiento, podemos hacernos una idea de la gravedad. “Hay que tener en cuenta –ilustra Moisés Pérez de Albéniz– que prácticamente todas las ferias de marzo a diciembre, por el momento, han sido canceladas. La primavera es una época fuerte, que continúa con un descenso en verano y se recupera en septiembre con Apertura. Vuelve a descender en noviembre-diciembre y se activa de nuevo en febrero, coincidiendo con ARCOmadrid”.
En el siglo XXI
El modelo de galería del siglo XXI gira en torno a las ferias. Llevan prácticamente dos programaciones paralelas: la de las exposiciones en su espacio y la de ferias fuera. Uno y otro se retroalimentan y el equipo se vuelca de lleno en estas últimas al menos dos semanas antes y dos después de su celebración. Suponen, además, un enorme desembolso económico y hay que saber medir muy bien las fuerzas y los resultados. Un ejemplo: un stand de 71,5 metros cuadrados en ARCO, como el de Espacio Mínimo, cuesta 29.207 euros (es decir, 310 € el m2 sin IVA). Y uno de 24 m2 en Untitled Miami, alrededor de 18.000. A esto hay que sumarle transporte de obra (si es transoceánico, mínimo 6.000 €), aduanas, viajes y estancia del equipo, seguros, gastos de producción, etc.
"El 70 % de nuestras ventas se hacen en el extranjero. La internacionalización está en nuestro ADN". Olga adelantado
Una de las principales señas de la crisis del sector en los últimos meses, ha sido la cancelación de las ferias (Art Brussels, ARCO Lisboa, Art Basel, FIAC, Frieze…) con las que se ha evaporado su canal fundamental de venta. Si en el 2019 el 46 % de sus operaciones se hicieron ahí, en 2020 tan sólo un 16 %. Los datos son de la especialista en mercado Clare McAndrew, que ha analizado las consecuencias del Covid-19 en las galerías de 60 países, España entre ellos, en el primer semestre del año. Según él, hacen una media de 4 ferias al año y gastan en ellas más que en las nóminas de sus empleados (un 29 % de promedio de su presupuesto anual). “Una galería de arte contemporáneo tiene en su propio ADN la internacionalización –explica Olga Adelantado (Luis Adelantado)–, la participación nos da la posibilidad de establecer vínculos nuevos, tanto a nivel de ventas como de promoción. Cuando se cancelan, nos dejan sin esa visibilidad que necesitamos. Entre el 70 % y el 80 % de nuestras ventas se hacen en el extranjero”. La desaparición de estos eventos ha supuesto al mismo tiempo un ahorro, aunque no todas hayan devuelto la totalidad de los pagos adelantados.
Durante el primer mes de confinamiento, el Consorcio de Galerías calculó las pérdidas del sector en esos 30 días. Más de un 75 % habían sufrido cancelaciones de ventas y seguían con sus gastos fijos, con una media mensual entre alquileres, salarios, impuestos, almacenamiento de obras, etc. de 25.000 euros (de 12.000 a 50.000 entre las consultadas por El Cultural). Según el informe de McAndrew, el 83 % han sufrido una caída en sus ventas, un 36 % de promedio, aunque resulta difícil de calcular –igual que sus beneficios anuales– porque depende mucho del tipo de exposiciones que celebren, la selección de artistas, el éxito en las ferias… No es lo mismo vender una edición del vídeo multicanal Un maravilloso enredo de Isaac Julien (ahora en Helga de Alvear por 200.000 euros) que una pieza de las De entre las muertas de Diana Larrea en Espacio Mínimo (968), o de la exposición de Leandro Navarro de Millares y Padorno (hasta 500.000 euros).
Nuevas fórmulas online
Frente al descenso de ventas y de ferias, son muchas las que se han lanzado al mercado online. Si en 2019 este medio supuso un 10 % de las ventas totales, en el primer semestre de 2020 ha ascendido a un 37 % y muchas han inaugurado en sus páginas web un espacio de tienda: La Shop de Espacio Mínimo, activa desde verano, ha vendido tres obras por este medio (de Teresa Lanceta, Steven Arnold y Diana Larrea) y varios billetes de Juan Luis Moraza (100 €). En Luis Adelantado su Viewing Room está pensada para exposiciones colectivas virtuales y rompe con el tabú de mostrar los precios. Y en Barcelona, ADN tiene ya su adnstore y en el confinamiento inició su serie de Free Delivery, ediciones de múltiples gratuitas que los coleccionistas se imprimían en casa y que después se acompañaban con el certificado de autenticidad. Algo que ha tenido “retorno”. Y dos curiosidades: el 32 % de las compras online se han hecho directamente a través de Instagram y la mayoría de los coleccionistas (un 81 %) prefiere encontrar el precio publicado.
Pese a todo, para muchos, el mundo digital no tiene aún impacto en sus cuentas y apuestan por lo físico. Carreras Múgica, en Bilbao, ha transformado su almacén en un showroom con las obras de sus fondos. Y José de la Mano, contento con los resultados de 2020, reivindica una vuelta al modelo tradicional de galería: “En los últimos tiempos la gente había dejado de venir. Ahora que no tenemos ferias nacionales ni extranjeras, volvemos a la galería original, a la de los años 70 en los que no existía el mercado y había que generar visitas y en el que espacios como el de Fernando Vijande hacían 10-12 proyectos al año, con catálogo bilingüe y todo”. El descenso de visitas –corroboran todas– ha sido claro, pero en la apertura de temporada, con el trabajo colaborativo de sus distintas asociaciones (Apertura en Madrid, Abierto Valencia, Barcelona Gallery Weekend…), ha habido un repunte. A Espacio Mínimo han ido alrededor de 1.000 personas y hasta recibían llamadas para “reservar entrada”. Leandro Navarro ha tenido muy buena afluencia de público (aunque en octubre ha bajado). Y José de la Mano ha recibido a un 80 % de gente nueva. ArteMadrid, además, hizo un importante desembolso económico mostrando todas sus exposiciones en visitas virtuales a través de la plataforma Artland.
Cierre de espacios
Aún así, para la mayoría, las cuentas no salen como antes. Lo reconocen Moisés Pérez de Albéniz, Ignacio Carreras y Juana de Aizpuru. Toca reinventarse, aunque sea por un tiempo limitado. Moisés Pérez de Albéniz se está centrando en las ventas nacionales y ADN apostó en los meses más duros por rescatar su lista de contactos del norte de Europa, y le ha funcionado. Ha habido también, noticias duras, como el cierre de la madrileña garcía galería, con una cartera de artistas jóvenes importante (Eva Fàbregas, Karlos Gil y David Bestué, entre ellos), tras 8 años de andadura. “La temporada se acabó con ARCO el 2 de marzo –explica su director, Joaquín García–. Estábamos en un momento de crecimiento y ante esta situación de incertidumbre absoluta, y tras seis meses sin vender, no podíamos seguir”.
Las galerías llevan meses reclamando ayudas al Ministerio de Cultura que se han materializado hace escasos días con una convocatoria para favorecer la digitalización y la modernización de su representación online (181.000 € a repartir con artistas y comisarios) y la promoción de proyectos en su espacio (212.000 €). “Nos hemos reunido en numerosas ocasiones –cuenta Idoia Fernández, presidenta del Consorcio y directora de NF galería– y agradecemos que hayan rectificado y hecho posible un aumento de las ayudas iniciales de 1 millón de euros". A las medidas puntuales ante esta crisis, se suman sus reivindicaciones históricas de una nueva Ley de Mecenazgo y un descenso del IVA.
"Tenemos que volver al modelo tradicional de galería de los 70. La gente había dejado de venir". José de la Mano
Mientras tanto, algunas comunidades autónomas como Madrid, Andalucía y Valencia han apoyado con compras de obra de arte, y en Cataluña con ayudas directas para amortiguar los costes de estructura. La cita nacional más esperada, ARCO, ha trasladado su 40º edición de febrero a julio de 2021, una noticia recibida con una mezcla de alivio y asfixie por parte de sus participantes. Y Estampa, que también se celebra en Ifema, ha anunciado hace una semana que se retrasa a marzo de 2021, un mes que quizá aglutine a otras de las hasta ahora ferias paralelas de ARCO (con fecha, por el momento, en febrero).
Héroes y heroínas
Y este es el panorama: mejores y peores resultados, ferias retrasadas, menos ventas (con excepciones) y público, pocas ayudas y más presencia digital. Hace mucho que los puntos rojos desaparecieron de sus paredes, y no necesariamente por falta de éxito. Para una veterana como Juana de Aizpuru, que este año celebra 50 años al frente de la galería, los galeristas se han convertido en “héroes y heroínas. Nos adjudicaron este rol hace ya mucho tiempo y todo el mundo ve normal que para continuar con nuestra labor de difusión y apoyo al arte contemporáneo tengamos que arruinarnos”. Es precisamente esa faceta de difusión uno de los aspectos que las convierte en pilares fundamentales de nuestro sistema del arte: “Nuestra misión es acompañar a nuestros artistas –recuerda Quico Peinado desde àngels barcelona–. Esta situación tendrá una implicación en sus trabajos y nosotros estaremos a su lado”.
Las consecuencias no podremos verlas con claridad hasta dentro de unos meses. ¿Caerán más y con ellas sus artistas? ¿Actuará el Ministerio de Cultura? ¿Cambiará en algo el modelo? ¿Reducirán los galeristas el número de ferias en las que participan? Una cosa es clara: nuestro coleccionismo y tejido institucional no podrá, solo, soportar el mercado español.