El año de la peste. Amanecía 2020 con nuevo ministro de Cultura. El 11 de enero conocíamos el nombre del sustituto de José Guirao, José Manuel Rodríguez Uribes, en una maniobra muy criticada por la falta de sintonía del sector con el nuevo titular. Pero todo perdió interés a favor de la pandemia cuando 2 meses más tarde, a principios de marzo, la cultura cerraba por cuarentena. Las referencias a clásicos como Daniel Defoe y, sobre todo, Albert Camus se hicieron inevitables en el panorama cultural que dejó paso, en la desescalada, a salas de cine y museos vacíos, teatros al 33 % del aforo, gestores desesperados y un balance de pérdidas de las que será complicado recuperarse. Bienvenido sea el 2021.
Letras
El Covid suspendió las grandes citas del año (Día del Libro, entrega del premio Cervantes, Feria del Libro de Madrid), mientras que las de Frankfurt, Londres o Guadalajara se resignaban a la virtualidad de las redes y se desdibujaba la celebración de los centenarios de Pérez Galdós y Miguel Delibes, o la concesión del Nobel a Louise Glück, y del Cervantes a Francisco Brines. Tras una dura cuarentena, el Ministerio apenas destinó 5 millones de euros al sector. Los primeros datos resultaron demoledores: el descenso de la facturación en abril rondó el 80 % y la mitad de las empresas pusieron en marcha ERTEs. La única buena noticia fue que el número de lectores y de contenidos online se incrementó en más de un 250 %. Con todo, se estima que el sector del libro ha perdido unos 1.000 millones de euros, 800 de ellos en el mercado interior.
Arte
Ha sido el año del baile de fechas, y directores y galeristas han tenido que reorganizar las agendas al ritmo de las nuevas medidas sanitarias. Han sido muchas las exposiciones de mujeres artistas ya en su madurez: Concha Jerez, Carmen Laffón, Eva Lootz, Fina Miralles, Aurèlia Muñoz…También de Soledad Sevilla, que ha recibido un merecido Premio Velázquez. Los museos han tiritado en busca de visitantes (un 70 % menos) y las ventas de las galerías han caído un 36 % en el primer semestre. Las ferias siguen en cuarentena y el próximo ARCO lo celebraremos en julio. Se han abierto las vías digitales, que no sustituyen al directo, pero ayudan. El sector ha estado combativo con un ministro de Cultura por el que no se ha sentido escuchado.
Escenarios
Complicadísimo fue subirse a los escenarios. El Teatro Real merece mención especial porque rearmó a la ópera. Y en la reapertura de los teatros de septiembre fue clave el experimento de los festivales de verano, pioneros ante una ‘normalidad’ desconocida. Almagro y Mérida se salvaron con nota. Una inyección de moral ejemplar. Como lo fue el Festival de Granada, capaz de lo más difícil: que las orquestas sacaran la artillería sinfónica. Sonó Beethoven, claro, en su aniversario, que quedó algo aguado por el desastre en la música en directo. No olvidamos el meritorio Año Galdós, que nos permitió desempolvar su dramaturgia. El viaje a su universo propició un curioso contraste con los nuevos lenguajes teatrales impulsados por la pandemia, del streaming a lo transmedia, pasando por la incursión en HBO de obras como Hermanas, Mariachis y Juicio a una zorra.
Cine
Se calcula que las salas españolas, cerradas durante meses, perderán entre el 70 y el 80 % de la recaudación con respecto al 2019, a pesar del empujón de la segunda parte de Padre no hay más que uno, de Santiago Segura. La industria, además, ve cómo las decisiones adoptadas por Marvel, Disney y Universal hacen peligrar el sistema de ventanas que ha ordenado la exhibición desde hace décadas. Las Streaming Wars están poniendo en peligro la viabilidad de nuestras salas. Quizá sean capaces de volver a la normalidad, pero todo apunta a que cambiarán para siempre.
Ciencia
La comunidad científica ha sido la gran protagonista del año. La agresividad y propagación del SARS-Cov-2 pilló desprevenidos a los laboratorios. Tras recuperarse del impacto se empezó a investigar sobre la secuenciación genética de este esquivo organismo y se pusieron a trabajar por la vacuna que hoy tenemos ya prácticamente en los centros de salud. ¿La lección? Que la colaboración internacional resulta imprescindible en esta sociedad global. Por eso mismo ha quedado en evidencia –más aún– nuestro sistema I+D+i. No basta el cosmético Plan de Choque por la Ciencia y la Innovación que presentó el gobierno. Los cambios deben ser estructurales y a largo plazo. Aún así, damos mención cum laude a los equipos del CSIC de Isabel Sola y Luis Enjuanes, Mariano Esteban y Vicente Larraga.