En febrero de 2020 ARCO cerraba sus puertas con éxito de ventas pero con 93.000 visitantes –un 7 %– menos que el año anterior. De los 300 coleccionistas internacionales invitados al programa VIP, sólo 30 cancelaron por motivo del Covid-19. Los principales museos e instituciones, el Reina Sofía, la Comunidad de Madrid, DKV Seguros o la Fundación Helga de Alvear, confirmaron compras de artistas como Victoria Gil, Anna Bella Geiger, Feliza Bursztyn, Belén Rodríguez, Miguel Ángel Campano y Tobias Rehberger, y nunca nadie se hubiese imaginado la situación de la edición de la feria en 2021.
La crisis del coronavirus ha supuesto un mal escenario económico para galerías, museos y subastas, que tuvieron que cerrar sus puertas y parar en seco, en un sector donde prima lo presencial. Los efectos no se dejaron esperar: desempleo, reducción de ingresos y quiebra de empresas. Pero también ha servido para explorar nuevas formas de difundir, promocionar y vender arte.
No es esta la primera recesión económica que tiene que absorber el mercado. Si repasamos los últimos 30 años, entre 1990 y 1993, coincidiendo con la primera Guerra del Golfo, la demanda se contrajo y los precios de remate en las subastas cayeron a la mitad. La siguiente crisis que golpeó al mercado fue a finales de 2008, con la quiebra de Lehman Brothers y la crisis de hipotecas subprime. No obstante, aunque los precios de las subastas cayeron entonces un 27 % y el número de obras que superaba los 10 millones de dólares se redujo un 75 %, en 2010 se puede observar el comienzo de una recuperación en el crecimiento en el sector del arte, como indica Artprice.
Las casas de subastas han sorteado mejor que las galerías el parón de actividad, porque ya contaban con plataformas digitales
Las casas de subastas han sorteado a lo largo de 2020 mejor que las galerías el parón de actividad, fundamentalmente porque ya contaban con plataformas para poder realizar sus eventos de manera digital. Sotheby’s, por su parte, comenzó su apuesta por lo online en 2019 y ya en marzo de 2020 había vendido 10 veces más en su plataforma que Christie’s. En abril generó 6,4 millones de dólares, un récord para sus ventas en este formato y, a lo largo del 2020, nueve de las 10 obras más caras vendidas en internet han sido a través de Sotheby’s (incluyendo la pieza de Basquiat: Untitled (Head), 1982), rematada en 15,2 millones de dólares.
Christie’s ha ido implementando nuevos desarrollos tecnológicos en su plataforma con el objetivo de aumentar su presencia online y las ventas en el segmento de arte de “alta gama”. Así, el 10 de julio llevaba a cabo un evento internacional titulado ‘ONE: la venta global del siglo XX’. Por primera vez una subasta online tenía lugar en cuatro ciudades a la vez: Hong Kong, París, Londres y Nueva York, jugando con las diferencias horarias. Gracias a la tecnología, el 3D y la realidad aumentada, se podía visualizar las obras tanto en los espacios expositivos como hacer una simulación de cómo quedaría en una pared de casa del coleccionista. Las subastas en vivo se retransmitieron a través de internet siendo un gran éxito, se vendieron 80
piezas y las ventas ascendieron a más de 420 millones de dólares.
Gordillo y Uslé a subasta
En España las subastas, a pesar de aplazar sus eventos a mayo, han conseguido remontar alcanzando remates interesantes como por ejemplo la venta de la pieza de María Blanchard, Bogedón cubista, por 220.000 euros en Ansorena, la pintura de Juan Uslé Soñé que revelabas rematada en 140.000 euros en Fernando Durán (precio de salida 65.000) o la tela de Gordillo vendida en Segre hace unos días en 47.000 euros, cuando salía en 39.000.
Con respecto a las ferias, la tónica internacional ha sido la migración a un formato online, que a veces ha pecado de improvisado, o el baile perpetuo de fechas a la espera de que las condiciones de la pandemia cambiasen. Las cifras son desalentadoras, si en la primera mitad de 2019 las ventas suponían el 46 % de los ingresos de las galerías, en 2020 fueron de un 16 % (según el informe de McAndrew).
En España, ARCO está previsto en julio, quedándose como la primera gran feria internacional de la temporada ante la cancelación de Art Basel en junio. A estas alturas, la celebración de otras ferias nacionales como Art Madrid, Estampa y Just Mad está también en el aire. Estos cambios de fecha están generando una gran incertidumbre entre las galerías en un año que pasará a la historia por ser el que ha hecho tambalear los cimientos del mercado presencial.
Por su parte Art Basel, ante la imposibilidad de realizar sus eventos, optó por una feria virtual en Hong Kong que experimentó un enorme éxito. Tuvo 250.000 visitantes virtuales frente a los 90.000 físicos de 2019. Se cerraron importantes ventas como la escultura de Antony Gormley por 500.000 dólares en la galería Continua o la pintura de Marlene Dumas por 2,6 millones en David Zwirner. Concretamente esta galería americana se está caracterizando por su gran apuesta por el negocio online con un departamento exclusivo formado por 12 personas. A mediados de marzo, en plena pandemia, David Zwirner dijo en The New York Times: “El mundo del arte llega tarde si lo comparas con otros sectores minoritarios”.
Con respecto a las galerías de arte, tanto en España como a nivel internacional, se han lanzado a una carrera sin precedentes a digitalizarse en un proceso, casi de locura, que debería haber sido realizado a lo largo de varios años. Más por necesidad que por convencimiento, han actualizado sus páginas webs, han potenciado su presencia en redes, sobre todo en Instagram, y han puesto en marcha viewing rooms con registro y contraseña para acceder.
A golpe de clic
Querer replicar el modelo presencial del arte en internet no es símbolo de éxito. Hay que comprender cómo funciona la venta por este medio, por ejemplo, existe una máxima en el entorno digital: los productos que no tienen precio es que no están a la venta o el acceso a la información ha de ser lo más sencillo y a golpe de clic. Por otro lado, las estrategias de marketing y comunicación digital pueden ser muy beneficiosas pero también costosas y poco rentables si no se sabe cómo realizarlas y medirlas correctamente.
Los hábitos en el mercado del arte están cambiando. Siempre habrá coleccionistas que necesiten ver físicamente la obra para realizar su compra pero con las nuevas generaciones y con el escenario tecnológico que nos deja el Covid, cada vez será más habitual ver exposiciones en otros países en formato 3D, comprar arte online y asistir a charlas por Zoom. Quién sabe qué más aplicaciones irán surgiendo. Nuevas audiencias y nuevos públicos por explorar que convivirán con los ya habituales.