Felix Gonzalez-Torres recontextualizado
El MACBA presenta una amplia retrospectiva que lee su trabajo a partir de las claves y el contexto español
5 abril, 2021 01:19A Felix Gonzalez-Torres (Guáimaro, Cuba 1957 - Miami, 1996) se le suele presentar como uno de los artistas más significativos de finales del siglo XX. Aunque en los rankings y las cotizaciones del arte contemporáneo siempre hay una dimensión artificial y extra artística, ciertamente, su presencia es constante en las plataformas y circuitos internacionales. En este sentido, uno de los episodios más representativos de su proyección fue la sustitución del tradicional país invitado en la edición de ARCO de 2020 por un homenaje a este artista en el marco de la feria. No era la primera vez que se le dedicaba una gran exposición –o evento– en España. El CGAC de Santiago de Compostela le organizó una pionera y extensa muestra en 1995. Y ahora el MACBA presenta una amplia retrospectiva que posee el atractivo de ser una arriesgada propuesta curatorial.
Cada nueva exposición de Gonzalez-Torres es diferente. Su obra fomenta la libertad de interpretación
Fallecido a causa del sida, Felix Gonzalez-Torres desarrolló un corta pero meteórica carrera artística entre 1986 y 1995. Su obra grosso modo se resume en variantes sobre pocos temas: los apilamientos de impresos, los puzzles, los dobles, las cortinas, los paneles publicitarios, etc. Se ha dicho de él que en su trabajo confluye lo político y lo biográfico –pasa por ser un referente de la estética queer– y la reflexión sobre la historia del arte. También se le ha asociado al minimal y al conceptual. Puede que formalmente su obra tenga que ver con el minimalismo o con la poética del conceptual, puede que en ella abunden los elementos biográficos y las reflexiones políticas y estéticas, pero interesa subrayar que aquella es un artefacto abierto a multitud de interpretaciones, como suspendido y sin un contenido fijo. Precisamente por su economía de medios, el trabajo de Gonzalez-Torres fomenta la imaginación, la connotación y la libertad de interpretación. De ahí que las múltiples exposiciones que se han hecho del artista sean todas diferentes y en cada una de ellas su obra se actualice y reinterprete.
La comisaria de la muestra y conservadora jefa del MACBA, Tanya Barson, ha realizado una apuesta fuerte: leer el trabajo del Felix Gonzalez-Torres a partir de las claves y el contexto español. En efecto, una de sus obras más conocidas, Untitled (Perfect Lovers)(1987-1990), que consiste en dos grandes relojes de pared uno junto al otro y sincronizados, se ha entendido habitualmente como la metáfora de una relación amorosa. Y esto es así porque esta pieza se ha exhibido en ocasiones –no siempre– con un pequeño texto del artista dirigido a su amante en 1988: “No tengas miedo de los relojes, es nuestro tiempo, el tiempo ha sido tan generoso con nosotros. Imprimimos el tiempo con el dulce sabor de la victoria. Hemos conquistado el destino reuniéndonos en un momento determinado, por lo tanto, devolvemos el crédito donde se debe: el tiempo. Estamos sincronizados, ahora y siempre. Te amo”.
A partir de aquí se ha especulado sobre si, con el desgaste y la progresiva pérdida de energía, estos relojes empezarán a perder sincronía y acabarán marcando horas diferentes. Pero, más allá de esta lectura, es especialmente significativo cómo el MACBA analiza esta pieza. En el programa de mano se dice literalmente que a la metáfora de amor gay “se añade un significado adicional porque, tras la victoria franquista, el huso horario español se alineó con el alemán en lugar del que le correspondería por su zona geográfica”.
Algo similar ocurre con la primera obra que inicia la exposición, titulada Untitled (Republican Years, 1992), que consiste en una pila de hojas en blanco con un borde mortuorio negro evocando una esquela. Originalmente, la pieza hacía referencia a los mandatos de Reagan y Bush, a su oposición al mundo gay y a su pasividad frente al sida. Sin embargo, Tanya Barson tiene interés en relacionar Untitled (Republican Years) con los tiempos de la República española.
¿Es legítimo que el comisario realice este tipo de lecturas y desvíos interpretativos? Acaso la respuesta está en la misma obra del artista. Uno de sus motivos más característicos son los apilamientos de impresos de diversa naturaleza y en cantidades ilimitadas a disposición del público. A propósito de ellos, se ha especulado sobre la noción de monumento. Efectivamente, en una primera percepción, estas pilas de papel parecen algo sólido. Todo ello se ha relacionado con Walter Benjamin y la reproducción mecánica de las imágenes y se ha apuntado a un posicionamiento crítico en contra el mercado del arte. Pero existe un aspecto en este trabajo que se tiende a obviar: el transeúnte que coge el impreso del conjunto se apropia del mismo y hace con él lo que considera oportuno. Es decir, la obra de Felix Gonzalez-Torres requiere del espectador, o mejor, se construye con el espectador. De algún modo, fomenta la libertad de uso y, por extensión, la libertad de interpretación. En el gesto de coger el impreso y llevárselo, es el espectador quien produce el significado. El mismo González-Torres explicaba: “Necesito al espectador, necesito la interacción. Sin el público estas obras no son nada. Pido a la gente que me ayude, que asuma la responsabilidad, que se lleve parte de mi trabajo”. La labor del comisario –y así también del espectador– consiste en interpretar la obra, una obra que trata de sugerir y evocar más que de afirmar, que se busca en el proceso más que en devenir objeto.