Fue durante un almuerzo con Bob y Lisa Sainsbury en Londres cuando la idea de fundar una editorial de libros de artista empezó a germinar en la mente de Elena Ochoa Foster (Orense, 1958). Fue Bob quien le empujó “a explorar el libro en sus múltiples formas, tanto como contenido como contenedor”, recuerda. Finalmente, la idea se formalizó en 1996 y Ochoa Foster empezó a trabajar desde un pequeño despacho en Londres con un teléfono y un ordenador. Había nacido Ivorypress. “Me resulta difícil digerir que ha pasado tanto tiempo. Siento que acabo de empezar con este proyecto editorial que ha ocupado mi mente y mi corazón año tras año”, apunta cuando se cumplen 25 años de aventura. 

Desde entonces el sello ha crecido “orgánicamente” y se ha abierto a frentes artísticos, expositivos, educativos, museísticos y de comisariado. “Pero los libros de artista constituyen su semilla y raíz y siguen siendo y serán su médula espinal”, asegura. Del matrimonio Sainsbury, incide, aprendió “el arte de la palabra y el arte del coleccionismo sólido y generoso”. Pero la puesta en marcha, expansión y consolidación del proyecto se debe a su compromiso y a su trabajo. Para Elena Ochoa Ivorypress es un “capítulo más” en la “larga e intensa” historia de estas ediciones aunque “se puede afirmar que ha revolucionado su concepto clásico, difuminando las barreras entre el libro y la creación artística, libre y sin límites”.

Se refiere a aspectos como el diseño pero también a los materiales utilizados y al contenido que desean explorar los artistas: “cristal, bronce, aluminio, cerámica, cristal, cuero, vídeo, papel y otras tecnologías como materia base. Si la obra es en papel, Ivorypress también se adapta a lo que quiere el artista”, asegura. Un ejemplo es Richard Long, que propuso producir su libro con materiales como la paja y el barro. Ocurre lo mismo con el volumen dedicado a Francis Bacon, titulado Detritus: todos los elementos fueron creados “replicando exactamente hasta el último detalle del original durante cinco años, con artesanos italianos, irlandeses y británicos”. La esencia de sus ediciones reside en que “están abiertos a la palabra, al sonido, al olor y al tacto”.

Un libro y pequeñas exposiciones para celebrar su 25.º cumpleaños

Un cuarto de siglo es una fecha digna de celebración y para la ocasión Elena Ochoa ha publicado Looking Forward: Ivorypress at Twenty-Five, un libro de tres volúmenes que “se pueden leer y consultar independientemente”. Los tres tomos narran la historia del sello a través de historias orales y documentos de archivo. “No es una celebración que persiga una hagiografía o entronización de Ivorypress o de mi persona. Es una publicación planeada y pensada para el libro y por el libro”, admite. Así, Words contiene 60 textos de autores que han colaborado con el sello, Books pone de relieve la importancia del libro de artista para la editorial y a través de 16 entradas ilustradas narra los procesos de producción, y Stories cuenta historias sobre este tipo de proyectos a través de entrevistas.  

'A View Becomes a Window', de Olafur Eliasson

Además, la efeméride se completa con una serie de exposiciones centradas en los libros del sello con la colaboración de museos, bibliotecas y universidades en Reino Unido, Alemania, España y Estados Unidos y que serán el “colofón de este trabajo”. Una de ellas es A View Becomes a Window, muestra que inaugura el Museo Lázaro Galdiano y en la que se expone el volumen de Olafur Eliasson editado en 2013. Encuadernado en cuero y con hojas de cristal de diferentes colores y grados de opacidad, está repleto de iluminaciones: la luz se refleja, se refracta y es conducida por las páginas de cristal. Ochoa lo define como “la biblia de la luz y del color”. Fue el propio artista quien lo concibió y creó las pocas copias que existen en su estudio de Berlín. De hecho, cada tomo es único pues contiene las imperfecciones propias de su producción. Otra sede como la Biblioteca Nacional de España exhibe el libro de Michal Rovner, publicado en 2020, en el que podemos “entender la historia de la humanidad”.

Otros espacios en los que se verán sus trabajos en diálogo con las colecciones de los centros son Chillida Leku, donde se verá Reflections, de Eduardo Chillida, pieza que también irá al Museo de Bellas Artes de Bilbao junto a Open Secret de Anthony Caro, o el Museo Reina Sofía, que expondrá ilimit, de Isidoro Valcárcel Medina

De Eduardo Chillida a Ai Weiwei

El primer libro de artista que publicó la editorial fue el dedicado al escultor vasco Eduardo Chillida y desde entonces han sido muchos los artistas como William Kentridge, Ai Weiwei, Anish Kapoor, Cai Guo Qiang, Richard Tuttle o Maya Lin los que han trabajado intensamente con Ochoa. Con prácticamente todos ellos ha mantenido una relación de amistad previa excepto en los casos de Francis Bacon e Isamu Noguchi. El primero ya había fallecido y fueron John Edwards (su heredero) y Brian Clarke (presidente del Francis Bacon State) quienes le sugirieron el proyecto. Así que Elena Ochoa pasó años en Reece Mews, su casa y estudio, rodeada de todas las pertenencias del artista irlandés: obras, cartas, ropa, dibujos, apuntes de sus trípticos, fotos, revistas... “detalles inefables que me ayudaron a seleccionar los elementos que incluí en una maleta donde guardaba revistas históricas de fotografía”. 

'Detritus', el libro de artista de Francis Bacon

No importa el tiempo, ni el material necesario para que la idea de un artista cobre vida. Tampoco si requiere una tecnología avanzada como es el caso de Open Secret, del artista Anthony Caro, que “necesitaba un mecanismo especial para abrir y cerrar o mantener suspendida en el espacio, una escultura de metal pesadísima que contiene Open Secret con poesías -en alemán e inglés- escritas a mano y diferente tinta cada una por Hans Magnus Enzensberger”. Fue un proyecto que duró tres años hasta que se logró “utilizar el mismo sistema que utiliza el maletero de un coche para permanecer abierto y a la vez esconderlo dentro de la escultura que actuaba de cubierta”. En este trabajo estuvo involucrada una fábrica de metal del norte de Italia y un ingeniero que ha trabajado en otros proyectos de Ivorypress. Aunque muchas veces los retos plantean dificultades, la premisa de Elena Ochoa es que con tiempo, constancia y perseverancia todo es posible. 

Cuando la editorial se puso en marcha en 1996 nadie sabía qué podría ocurrir pero a Elena Ochoa le gusta trabajar y vivir en el presente. Por eso, “fracaso y éxito bienvenidos sean, aunque ambos sean efímeros”, arguye. A pesar de que la editora no acepta un no por respuesta hay un artista que se negó a hacer su libro de artista. Ese fue Lucian Freud, con el que mantenía una amistad y con quien compartía “almuerzos sin fin y tardes en su estudio, té con limón en la cocina, hablando sin parar de libros”. Sin embargo, cree que si hubiera vivido más años este hubiera caído en sus redes. “Era un ser humano intrigante, sardónico y divertido”, confiesa.

Con el tiempo, Ivorypress se ha convertido en un espacio polivalente que contiene una colección de más de 500 libros de artista. Es tanto un lugar de encuentro, como librería y una galería en la que se han podido ver muestras de artistas como Marc Quinn, Cornelia Parker, Dionisio González, Maya Lin, José Manuel Ballester o Zaha Hadid. Su fundadora está comprometida con el aprendizaje y también dispuesta a “comprobar nuevos caminos para que, el libro y los artistas en los que creemos, tengan el espacio que merecen”. 

@scamarzana