¿Qué libro tiene entre manos?
Varios: Sin concesiones, de Charlene A. Carruthers, un magnífico libro, vital, afectivo, radical, y estoy empezando pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz, una escritora que me fascina.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Una mala traducción, el aburrimiento o la falta de tensión en la escritura. Hay libros virtuosos pero vacíos.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Con Chavela Vargas. Un café largo junto al mar.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Recuerdo los veranos en la casa del pueblo con las aventuras de Los Cinco. Esas horas de siesta donde los mayores desaparecían. También los inviernos en los que mi padre nos leía poesía por la noche, Machado sobre todo.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
Necesito desconectar para leer, por lo que leo los fines de semana que no tengo que trabajar, de día y con luz, para tener horas por delante. Y siempre en papel, ni tablet ni ebook, la pantalla es trabajo para mí.
Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver el mundo.
Mi primer viaje a Nueva York en el 89. Entonces Madrid era un escenario muy cerrado. En Nueva York entendí que el mundo era amplio y diverso. Que las raíces están en los jardines y que podemos enraizar en muchos sitios.
¿Existe un museo ideal?
Sí, el Museo de Arte Moderno de Bahía construido por Lina Bo Bardi. Lo reúne todo: arquitectura vernácula, respeto por el entorno, colección interesante y preocupación por lo popular.
¿Qué artistas le gustaría tener en la colección del IVAM?
Una buena representación de artistas mujeres de las vanguardias históricas y de artistas coetáneas a la vanguardia de otras geografías y contextos, manifestaciones consideradas muchas veces despectivamente “populares” por una historiografía eurocéntrica.
¿Y en su casa?
Tengo muchos artistas. Aunque no tenga sus obras, tengo libros de los que no he conocido, y recuerdos de conversaciones, cartas y documentos de los que sí.
¿Quién manda hoy en el mundo del arte?
Los mismos que en el mundo. No vivimos aislados.
¿Cuál es la última exposición que ha visitado?
La de Mari Reme Silvestre en Pols, un espacio alternativo en Valencia. Es una de las artistas más interesantes del panorama y su trabajo es cercano a lo escultórico, a lo performativo; preciso e inquietante.
¿Le importa la crítica, le sirve para algo?
Sí, cuando se ejerce con argumentos y vislumbra las fisuras, cuando hace crecer tu pensamiento. Los juicios personales no me interesan, los absolutos tampoco.
¿Qué obra teatral le ha impactado recientemente?
El amor brujo, en versión de Israel Galván.
¿Qué película ha visto más veces?
Mulan… más de cien veces, era la favorita de mi hijo cuando era pequeño. Hitchcock fue una obsesión en mi juventud y hay películas que solo se ven una vez y duran para siempre, como Cavalo Dinheiro de Pedro Costa.
¿A qué serie se ha enganchado?
A todas las de David Simon: The Wire, Show Me A Hero, The Deuce…
¿Qué música escucha en casa?
Ahora trap… en casa y en el coche. Si estoy sola sigo fiel a Radio 3.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Vivo en Valencia por elección, nací en Madrid, mi hijo en Barcelona, mi madre era de León, mis abuelos de Aragón y Castilla y mi marido es valenciano, de madre andaluza.
Una idea para mejorar la situación cultural del país.
Preocuparnos por ella de verdad, desde todos los estamentos, facilitarla sin controlarla, asegurarla sin constreñirla. La cultura ha de ser central en la vida política de un país, pero no se puede administrar. Hay que trabajar para que se extienda, del aula a la calle.