Fuentesal & Arenillas. Cubierta brillante, margen delgado. Sala de Arte Joven. Avda. de América, 13. Madrid. Comisario: Juan Canela. Con la colaboración de DKV. Hasta el 25 de julio

Es una exposición importante para Fuentesal & Arenillas, su primera individual institucional en Madrid, poco después de su paso por la galería F2 y de sus airosos ensayos en el Espacio de Creación Contemporánea de Cádiz el pasado verano. Es también la tercera entrega del programa 'Primera Fase' de la Comunidad de Madrid y DKV que apoya a artistas jóvenes –Marco Godoy y Rafa Munárriz han sido sus predecesores– con la producción de una exposición y de su catálogo. 

Un proyecto maduro lleno de detalles, guiños a los rincones escondidos, las conversaciones, los materiales y sus avatares

El gesto, la reivindicación de los materiales y un proceso de trabajo sosegado son las señas de identidad de Julia Fuentesal (Huelva, 1986) y Pablo Muñoz de Arenillas (Cádiz, 1989). Y se nota en el cuidado montaje de su nueva exposición en la Sala de Arte Joven, en los pequeños guiños a rincones escondidos con los que invitan al espectador a recorrer el espacio sin prisa, recreándose en cada detalle, bajando la vista al suelo sobre el que apoyan muchos de los lienzos y levantándola para vislumbrar el toldo que crean las formas ondulantes. Explican sin palabras de dónde procede cada una de sus investigaciones, sin ocultar los tropiezos que han sufrido en el camino. Y armonizan esta melodía visual con un material que hilvana las distintas frases del recorrido: unos delgados tableros de fibra con los que habitualmente cubren el suelo de su taller.

Es de esos tableros de donde salen las formas recortadas que vemos en cada una de las 70 tablas enteladas que conforman Imaginaria, la instalación portátil que ocupa el espacio central de la exposición. Dibujan en ellas siluetas azarosas de resonancias surrealistas –pienso en las cabezas acuosas de Miró, por ejemplo– que son las huellas de las reuniones sociales en su estudio. No renuncian a la literalidad de los materiales y dejan vistos los apoyos de los lienzos, las perchas y escuadras que tanto apelan a su oficio. 

A Fuentesal & Arenillas les interesan las historias populares, esas que parten de pequeños sucesos que mutan de boca en boca. Buscan los espacios de encuentro, interacción y discusión del mismo modo que ocurre en la intimidad de su estudio cada vez que se enfrentan a una nueva obra de autoría compartida. La pieza escucha también la propia historia de la sala, conservando e integrando dentro de ella un texto de Mar Reykjavik de la exposición anterior con frases que bien podrían estar escritas para ellos: "La voltereta –dice una de ellas– es lo que pasa desde que un cuerpo deja de estar en su eje hasta que lo recupera". 

Abordan Fuentesal & Arenillas su trabajo desde el juego, como veíamos en GameShow / Playshow (2018) en esta misma sala en 2019 dentro de Circuitos, y vuelven sobre ello con intensidad en Plaza chica, un lugar que invita a transitar y a manipular las piezas, vacíos y llenos como si se tratara de un puzle que han rodeado de pequeñas esculturas hechas a base de retales. 

La huella de la creación a cuatro manos se transparenta de nuevo en un grupo de esculturas gemelares hechas con textiles. Son sombreros de copa sobredimensionados que tienen mucho de las esculturas vestibles de Franz Erhard. Vuelven sobre el juego invitando al visitante curioso a asomarse a su vibrante interior de panderetas y formas de hojalata.

Cubierta brillante, margen delgado se tenía que haber celebrado hace un año. Hablamos mucho de los nuevos trabajos que han surgido de la pandemia y no de los que se quedaron en pausa. El impasse en este caso ha jugado a su favor. Es un proyecto maduro que nos llega con la digestión bien hecha. 

@LuisaEspino4