Han sido dos de los protagonistas de esta apertura de temporada. Miquel Mont (Barcelona, 1963), inauguraba con una semana de diferencia dos proyectos en Madrid y Barcelona que tienen mucho de autobiográficos. El de la galería Formato Cómodo echa mano de las cajas y materiales que tuvo a su alcance durante el confinamiento más duro de 2020 y crea una especie de gabinete de pequeñas piezas marcadas por las líneas horizontales y el color, "ready-mades –explica el artista– hechos con los embalajes de esos deseos industrializados cotidianos”.

“La pintura es una forma abierta de mirar las texturas, pero también una manera muda de pensar”. Miquel Mont

Mientras que la muestra Biografía disociada, en la galería Rocío Santa Cruz, está dedicada a la memoria de su familia, sus alegrías y sus desgracias, en un ejercicio íntimo en el que, además del acrílico, se apoya en todo tipo de superficies, cartón, metacrilato, aluminio, impresiones digitales y hasta una película que presentará en diciembre en Madrid. “Me doy cuenta –añade didáctico– de que ambos proyectos comparten la sensación de algo inestable, incompleto, en movimiento, algo que la pandemia ha puesto de manifiesto: el tiempo ya no es lineal, está compuesto de fragmentos dispersos, cargado de amenazas inéditas por el desastre ecológico que se nos viene encima”.

Coincidiendo con estas dos exposiciones, se estrena en la galería Moisés Pérez de Albéniz Elvira Amor (Madrid, 1982) en un ejercicio de experimentación con el espacio del que ha salido más que airosa interviniendo la fachada y las paredes del interior, consiguiendo que las masas de color y las formas de sus lienzos salten también a piezas de aluminio lacado. Ninguno de los dos artistas traslada las pinturas del estudio a la sala simplemente, sino que hay un diálogo con el lugar, "una relación simbiótica con el espacio arquitectónico", dice Amor, demostrando, una vez más, que la pintura hace tiempo que dejó de ser una representación aislada y bidimensional. "Exponer –ilustra Mont– significa construir una propuesta que dialoga con la situación, las personas y el contexto en el que surge la invitación. Plantea preguntas sobre nuestra percepción de ese contexto, que es algo físico (un lugar con su arquitectura, luz, espacio y formas), social (su historia), simbólico y económico".

Miquel Mont: 'L_2', 2021 (Galería Rocío Santa Cruz).

Los dos artistas se han movido mucho. Miquel Mont vive en París desde finales de los ochenta y Amor ha pasado por Indonesia, México y Argentina. Fue precisamente en este último destino donde conoció la obra de Mont "investigando en internet qué sucedía en España –recuerda instalada de nuevo en Madrid–. En ese momento yo hacía collages con cartulinas de colores planos, superponía capas de papeles desde un planteamiento muy pictórico y encontré una conexión clara con su trabajo, que hace una reflexión muy precisa y refinada sobre la pintura con una contundente simplicidad y fineza que me emociona. Me interesa su sentido del color, el uso que hace de una paleta exquisita, dando sintonía a las construcciones que alterna entre la pintura aplicada y el color o la naturaleza del material”.

El primer encuentro

Mont vio las obras de Amor por primera vez en la exposición que hizo en la hoy desaparecida García Galería. "Me llamaron la atención por esa ausencia de centro, medio vacías, y también por el aspecto decorativo que presentaban". Y hace unos meses coincidieron, además, en la exposición Pintura. Renovación permanente en el Museo Patio Herreriano, aunque en salas distintas, él en la sección dedicada a la desmaterialización de la pintura y ella en la de nuevos modos de abstracción.

"Mi pintura se expresa a través de la forma y el color en el espacio –explica Amor– con una economía de medios y una disposición de las formas que parece continuar fuera de los márgenes del cuadro. Las zonas del lienzo en las que la tela se encuentra cruda, sin pintar, muestran una especie de vacío que revela la materialidad del objeto en sí". Su trabajo puede apreciarse de una manera más completa, insiste, ante un conjunto amplio de piezas, donde se desencadenan ritmos, movimientos, repeticiones con variaciones tonales, cadencias entre una pieza y la que sigue.

Elvira Amor: 'Sin título', 2021 (Galería Moisés Pérez de Albéniz)

"Las zonas en las que la tela se encuentra cruda, sin pintar, muestran la materialidad del objeto en sí". Elvira Amor

Para Miquel Mont la pintura es "una forma abierta, sin jerarquías, sensible de mirar sin intención, observando las superficies, las texturas, la luz, lo táctil. A la vez es cosa mentale que se mueve entre cuadros, murales, entornos, instalaciones, dispositivos, imágenes en movimiento. Es una manera muda de pensar". Indaga en las cualidades plásticas de los materiales –de lo natural a lo industrial, en las texturas lisas y en relieve– para que hablen por sí mismos. Y mira en su obra reciente hacia lo efímero –"lo ligero, inmediato, incompleto e inacabado"–, guiándose por la intuición e implicando al espectador en la lectura de esos materiales, frases e ideas que vemos en sus obras. El proceso de Elvira Amor es más transparente. Deja visible en su pintura el rastro de la pincelada, las gotas derramadas, los colores que prepara con mimo y que después se diluyen con otros ya en el lienzo. “Es como en una escritura, la brocha impregna la tela en algunos movimientos, dejándonos el gesto de una impresión inmediata”.

Estas formas tan abiertamente abstractas, ¿se alejan de la realidad? Para Amor no necesariamente: "La realidad es todo lo que nos rodea, lo que somos, lo que pensamos, los sentimientos. Todas estas representaciones forman parte de lo más inmediato del ser humano". Una reflexión sobre la que crece Miquel Mont: "Para mí la abstracción ha sido siempre una manera de acercarse a la realidad física de la pintura, de sus materiales y del espacio que nos rodea, aunque cada vez esté más convencido de que hoy no define nada más que un cierto rechazo a representar siguiendo los cánones naturalistas".

@LuisaEspino4