El Museo del Prado ha presentado la nueva disposición de las obras de Goya. La salida de una significativa selección de obras del artista con motivo de la colaboración del Museo Nacional del Prado en la exposición celebrada recientemente en la Fondation Beyeler en Basilea, ha favorecido la realización de varias intervenciones para la reinstalación de sus salas 34 a 38. Ahora, las Majas de Goya ocupan una sala más amplia que comparten con Venus recreándose con el Amor y la Música de Tiziano. El propósito, aseguran, es ofrecer al visitante un nuevo discurso expositivo y narrativo de una parte significativa de la colección del maestro.

"Tenemos un nuevo montaje para dos piezas icónicas, que en periodo prepandémico, con tres millones de visitantes anuales, generaban congestiones importantes. Tenemos la certeza de que la mayoría de los que venían pasaban por aquí además de para ver las Meninas", ha señalado Miguel Falomir, director del museo. Además, se han abierto los balcones de las salas 34 y 38, dos dirigidos hacia el Paseo del Prado y el último al Jardín Botánico, permitiendo la entrada de luz natural para crear una atmósfera más luminosa y se ha creado una nueva sala de mayores dimensiones al unir las salas 37 y 38 demoliendo el tabique que las separaba.

"En realidad, son una serie de intervenciones para abrir el museo al entorno circundante", ha resaltado Falomir. La otra novedad es la presencia en la misma sala de la obra Venus recreándose con el Amor y la Música, de Tiziano, como reflejo de la decoración de uno de los gabinetes en el palacio del valido Manuel Godoy.

Imagen de la nueva disposición de las obras de Goya en el Museo del Prado

En esta misma sala, presidida por Cristo crucificado de 1780, que le valió al artista su ingreso a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se reúnen, además, tres bocetos de cuadros de altar para importantes iglesias, como las catedrales de Toledo y Sevilla, y pinturas destinadas a oratorios o pequeños altares de destacados clientes

particulares. El conjunto revela el desarrollo estilístico de Goya durante cinco décadas, así como su concepción original y más realista de los hechos religiosos y de las acciones de los santos y seres divinos, y su novedosa utilización de la luz.

Las salas 35 y 36 continuarán el recorrido por los retratos pintados por Goya a partir de la década de 1780 y hasta la de 1800 mostrando el panorama de clientes que buscaron a este artista convertido pronto en el retratista más importante en la corte de su tiempo. En ellos desaparece ya algo del idealismo y la atemporalidad que hasta entonces habían sido normas del género y se puede observar la excelencia del artista en analizar con profundidad el carácter de los modelos y de convertir cada una de estos retratos en una obra única en cuanto a la composición y expresividad.

En el nuevo espacio que se abre con la unificación de las salas se exponen la Maja desnuda y la Maja vestida acompañadas, por primera vez, por el cuadro de Venus recreándose con el Amor y la Música pintado por Tiziano hacia 1555. La exposición de esta obra en la sala 37-38, procedente de la Colección Real, es reflejo de la decoración de uno de los gabinetes en el palacio del valido Manuel Godoy, en el que se encontraban las Majas de Goya junto a representaciones de la diosa del amor, como la Venus del espejo de Velázquez (National Gallery, Londres) y una de Tiziano en una pequeña copia. Además, en este contexto se evidencia el carácter novedoso de las composiciones de la Majas despojadas de toda referencia mitológica y cuyas modelos no rehúyen la mirada del espectador.

Bocetos 

A este nuevo espacio expositivo se han unido en una sala contigua los dos primeros bocetos preparatorios que realizó Goya para el cuadro del altar La predicación de San Bernardino de Siena ante Alfonso V de Aragón, destinado a una de las capillas de la nueva Real Basílica de San Francisco el Grande de Madrid. Propiedad de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, el primero de los bocetos se expuso dos veces, en 1900, en Madrid y Londres, mientras que el segundo se presenta por primera vez al público.

Estos dos bocetos fueron los realizados por Goya para la "gran competición pictórica" que supuso el encargo de la pintura del altar de la basílica, y tras la que Goya obtuvo en junio de 1871 el encargo real de realizar uno de los siete cuadros, y permiten conocer el proceso preparatorio del artista.

En esta sala se pueden contemplar también su Cristo crucificado, de 1780, que le valió a Goya su ingreso en la Real Academia de las Artes de San Fernando, además de otros tres bocetos de cuadros de altar como las catedrales de Toledo y Sevilla.