Hubo músicos, pintores, escultores, performers, poetas, cineastas... Creadores internacionales como Richard Serra, Mauricio Kagel, Alain Arias-Misson, Christian Boltanski o Carlos Ginzburg junto a Carlos Alcolea, Juan Giralt, Javier Aguirre, Eduardo Polonio, Lugán... El Cultural ha reunido a seis de estos artistas que mostraron su ibar en los Encuentros del 72 y que nos ofrecen su punto de vista de un acontecimiento excepcional.
Entre Steve Reich y un concierto de txalaparta
Antoni Muntadas (Barcelona, 1942) es Premio Nacional de Artes Plásticas 2005 y Premio Velázquez 2009
Los Encuentros fueron y siguen siendo una manifestación atípica por diferentes razones. Por el momento, en pleno franquismo con sus limitaciones, restricciones y desinformación sobre las prácticas culturales contemporáneas.
Por el contexto de la ciudad de Pamplona y por la llamada inusual a participantes de diversos lugares y en donde John Cage compartió escenario con el grupo Kathakali, la txalaparta con Steve Reich o las películas de Shusaku Arakawa con las de José Antonio Sistiaga.
Es decir, donde intervenciones urbanas alternaban con proyecciones, conciertos y diversas formas de manifestarse. Está claro que los Encuentros abrieron puertas, y poco a poco entró aire fresco y animó a las prácticas locales, algunas postergadas y otras desapercibidas, y también poco a poco hubo más posibilidades de viajar y ver.
En escena con los grises
Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) ha recibido el Premio Nacional de Artes Plásticas 2008 y el Premio Velázquez 2014
Nos invitaron a los Encuentros como integrantes del Grupo ZAJ y acudimos Juan Hidalgo, Walter Marchetti y yo. La tarde anterior a la celebración de nuestro concierto en el Teatro Gayarre hubo un atentado: ETA puso una bomba en la sede del Gobierno Civil de Pamplona.
Dudamos si hacerlo o no pero finalmente decimos actuar. Creo que los grises estaban dentro, desde luego estaban fuera. En el teatro la gente gritaba “viva la libertad” y “viva la anarquía”, la cosa se fue calentando hasta que obligaron a desalojar el teatro mientras nosotros, con bastante angustia, esperábamos tras el escenario.
La participación en los Encuentros nos cambió a todos. Hidalgo y Marchetti ya conocían a John Cage que a partir de aquello nos organizó una gira americana y estuvimos un tiempo haciendo performances desde Nueva York a San Francisco. Y a mi vuelta entendí que ya no podía seguir en España. Franco aún vivía y yo me trasladé a París.
Crear ambiente en el Paseo de Sarasate
Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937) obtuvo en 2007 el Premio Nacional de Artes Plásticas y en 2015, el Premio Velázquez
José Luis Alexanco y Luis de Pablo, a quienes ya conocía, me propusieron participar y acepté de inmediato. Mi acción tuvo lugar en el Paseo de Sarasate, que es un paseo enorme y yo pensé ocuparlo por completo, lo cual está claro que fue un disparate o una temeridad, según se mire.
Hubo gente que se adaptaba a aquellas estructuras tubulares que ocupaban el paseo, hubo gente que para nada y gente que lo tiró abajo. Yo no quería llamarla instalación y se convirtió en un ambiente: era el paseo de la ciudad y un tipo de fuera se lo había machacado. Quería reflexionar sobre eso: cómo alguien llamado artista puede llegar a cualquier sitio y te pone en las narices lo que se le antoje.
Pamplona era un lugar en el que lo último que se podía pensar era que se iba a producir un evento de esa naturaleza absolutamente excepcional. Fue una experiencia única antes y única después. No ha vuelto a ocurrir nada igual.
La luz mágica de las cúpulas
Soledad Sevilla (Valencia, 1944) obtuvo en 1993 el Premio Nacional de Artes Plásticas y en 2020, el Velázquez
El recuerdo más especial que guardo de los Encuentros es el de las cúpulas: una enorme estructura neumática diseñada por mi entonces marido, el arquitecto José Miguel de Prada Poole. Una agrupación de 11 cúpulas construidas con una finísima lámina de plástico rojo, amarillo y blanco que filtraban la luz, dispersándola y creando una atmósfera interior indefinida.
A estos efectos ópticos se añadían los cambios de temperatura, el sonido de los ventiladores y la especial forma de acceder al recinto. Ese espacio inmenso, mágico y luminoso, transformó un solar pedregoso en un escenario donde tuvieron lugar reuniones, exposiciones y actuaciones.
Allí se presentaron Polución audiovisual, de Antoni Muntadas, la poesía fonética de Lily Greenham y una performance de Robert Llimós donde tres corredores de marcha, vestidos con telas pintadas y portando unas flores, pasaban por allí conectando los distintos espacios del festival.
La ciudad como recipiente poético
Ignacio Gómez de Liaño (Madrid, 1946) es escritor, poeta y filósofo
Los Encuentros fueron la culminación del vanguardismo de los años 60 y el más importante intento que se ha hecho de llevar el arte a la vida, de hacer de la ciudad un recipiente poético, de elevar la poesía a los cielos.
Recuerdo cómo se fueron inflando las cúpulas de De Prada Poole, cómo sonaba la voz de John Cage en la Ciudadela, la obra de grandes artistas –Lugán, Polonio, Steve Reich, Valcárcel Medina, Paz Muro…–, que confluían con músicas de Irán y Vietnam... Y recuerdo la exposición de poesía visual que yo había reunido desde 1966 y la de las obras realizadas en el Centro de Cálculo.
Los Encuentros fueron también el paso a otra cosa. Me instalé en en Ibiza, realicé un poema privado de varios meses y me puse a estudiar los diagramas de la memoria de Bruno y los mandalas del budismo tibetano. Estaba en puertas la Nueva Figuración y el intento de conciliar el dinamismo de la vanguardia y la flema de la historia.
Un revulsivo para el porvenir
Tomás Marco (Madrid, 1942) es director de la Academia de Bellas Artes, compositor y Premio Nacional de Música en 1969 y 2002
Mi intervención en los Encuentros de Pamplona de 1972, a mis veintinueve años, fue el 26 de junio por la noche y en la Ciudadela con una obra electroacústica que, en principio, debía utilizarse con una aportación fotográfica de Juan Giralt, pero también se pasaron ambas individualmente. Cinta realizada en Alea con elementos vocales y que se incorporó más tarde como base electrónica de mi obra/acción Recuerdos del porvenir con la que sigue existiendo.
Como elemento cultural los Encuentros fueron un revulsivo único en el panorama español y un espaldarazo a algunas vanguardias locales a las que no se había sometido a un baño internacional como aquel.
Aunque su proyección posterior pareció ensombrecida por la alta intervención política que le cayó encima, en muchos aspectos significó un antes y un después que ha posibilitado, y especialmente normalizado, muchas cosas de los últimos cincuenta años.
[Encuentros de Pamplona: cuando la vanguardia artística emergió bajo unas cúpular inflables]