¿Qué libro tiene entre manos?
Walkscapes. El andar como práctica estética, de Francesco Careri.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
La mesa.
¿Con quién le gustaría tomar un café mañana?
Con Miss Liberty, of course!
¿Recuerda cuál fue el primer libro que leyó?
La Biblia. Y será también el último que leeré.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura, es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche…?
¡Siempre papel!
Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
El Londres de los sesenta.
La exposición de la galería Moisés Pérez de Albéniz recupera sus fotografías, inéditas hasta hoy, de los años 70 y 80. ¿Qué le ha proporcionado ese viaje a sus orígenes?
Recuperar una memoria que tenía por completo olvidada y que da cuenta de inquietudes, obsesiones…
7.500 negativos inéditos son muchos… ¿Qué llamaba entonces su atención de fotógrafo?
Fotografío para hilvanar ideas, para ver mejor. Sigo tomando fotos con el móvil. Lo que no pasa a través del objetivo es insustancial.
El concepto del ritual, que le hizo merecedor del Premio Velázquez 2018, ya estaba presente en estas fotografías encontradas. ¿Cuál ha sido la evolución de este tema en su obra a lo largo de los años?
El ritual sigue retroalimentándose. Del Viacrucis puertorriqueño del Bronx impreso en el cartel de la exposición a la fachada de la galería MPA como photocall.
La fotografía pronto se integró en sus proyectos mucho más conceptuales. ¿Cómo dio ese paso y qué cambió en su relación con la cámara de fotos?
Mi relación con la cámara siempre fue la misma. Simplemente, no mostré las fotos que ahora se han dado a conocer porque no quería ser fotógrafo. La culpa la tiene Ignasi Duarte, el comisario de la exposición que presento ahora en el contexto de PHotoEspaña. Fue él quien descubrió los negativos.
El material documental siempre ha tenido importancia en su obra: ¿qué papel ha jugado en ese sentido la fotografía?
La fotografía como una herramienta de trabajo, como un dietario íntimo en el que fijas impresiones, apuntas ideas: el bloc de notas de tu Museo Sentimental.
La comida como vehículo cultural ha sido uno de los focos de su trabajo a lo largo de su carrera, más allá de grandes cocineros o estrellas Michelín, ¿hemos sido capaces de asimilarla como cultura?
La asimilamos en tanto que comemos a diario, diría, y que comemos unas cosas y no otras. La cuestión, bien distinta, es si somos conscientes de lo que significa comer, o no comer.
¿Qué es lo mejor y lo peor del mundo del arte?
Lo peor, las modas. Y lo mejor…
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
No leo crítica. Leo poesía.
Ejerza usted de crítico de la última exposición que ha visitado. ¿Cuál es y qué le ha interesado?
Intertwingled, en la Galleria Nazionale de Roma. Interesante ver cómo Martí Guixé e Inga Knölke, los comisarios, han hilvanado un discurso contemporáneo a partir de la artesanía.
¿Qué música escucha en casa?
De música barroca a electrocumbia.
¿Qué película ha visto más veces?
Lo que el viento se llevó. Pero siempre al revés, empezando por el final y con una leve aceleración.
¿Se ha enganchado a alguna serie de televisión?
No tengo televisión.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
¿Será porque la olla podrida es la madre de todos los cocidos?