Francesc Català-Roca (1922-1998) es, sin duda, uno de los fotógrafos más relevantes de ese ya pasado siglo XX que él fue dejando impreso para las miradas posteriores a través de lo que veía con su cámara.
Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, PHotoEspaña y la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid han organizado una muestra en la que se le rinde tributo y vuelve a poner ante nuestros ojos una selección de sus imágenes icónicas.
Se presentan en ella 81 fotografías enmarcadas, procedentes del Archivo del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, datadas de 1952 a 1968, más una de 1977. Y también 60 impresiones en color de fotografías tomadas en Nueva York y seleccionadas entre las 3.000 que realizó entre 1987 y 1991 con destino a un libro, en las que vemos los rascacielos flotantes y sinuosos de la ciudad.
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Como complementos, se muestran dos cortometrajes sobre Joan Miró, ambos de 1970, en los que Català-Roca fue el director de fotografía, un conjunto de documentos y una cámara Hasselblad de los años sesenta, algo especialmente significativo e importante porque ese era el órgano de visión con el que Català-Roca construía sus piezas.
Se había iniciado muy pronto en la fijación técnica de las imágenes, pues había trabajado desde los trece años en el laboratorio de fotografía experimental de su padre. Su estilo personal se consolidaría en los años cincuenta.
Poco a poco había ido conociendo las posiciones y los fotógrafos más relevantes en un plano internacional de la fotografía de la época. A ello se unieron sus relaciones con artistas como Salvador Dalí, Joan Miró, Antoni Tàpies y Eduardo Chillida, así como con una serie de escritores.
Estamos ante una exposición de síntesis, en la que las fotografías enmarcadas, todas ellas de un formato medio y en blanco y negro, nos permiten viajar en el tiempo junto a Català-Roca, volver a ver con su forma aguda de mirar lo que pasaba, toda una serie de acontecimientos y situaciones que ahora ya no permanecen iguales.
Català-Roca fue siempre un viajero de la imagen, a través de su cámara recorría las calles y los espacios
Es un viaje en el tiempo, que nos lleva a cómo se vivía, tras la Guerra Civil, en la época de la dictadura franquista. Un mundo de sombras, pero también de luces: las que brotaban de la vitalidad humana.
Las imágenes se suceden sin orden cronológico y en ellas vamos viendo ambientes rústicos y refinados, las calles de las ciudades, ambientes religiosos, paisajes naturales intervenidos, playas, bailes, fiestas y músicas...
En las fotografías destella el claroscuro, técnicamente elaborado por Català-Roca con una gran perfección: el contraste entre las luces y las sombras de la vida. Y también la introducción del dinamismo en un equilibrio permanente entre arriba y abajo, por el uso recurrente de las técnicas de picados y contrapicados.
Además de esta muestra, y también como parte de PHotoEspaña, puede verse en Madrid la exposición que le dedica Tiempos Modernos, Dobles parejas, que vuelve a mostrar la icónica imagen de las mujeres caminando por la Gran Vía en 1952, que ya estuvo en la misma galería en 2000.
A partir de 1973, Català-Roca se centró en la fotografía en color, pensando ya en lo que vendría frente al “acromatismo” del siglo XX. En definitiva, Català-Roca fue siempre un viajero de la imagen, a través de su cámara recorría las calles y los espacios, situando los ámbitos de las personas y las situaciones de vida.
Un siglo en blanco y negro
El Año Català-Roca comenzaba en Valls (Tarragona), su localidad natal, el pasado 19 de marzo. Allí se inauguraba Autorretratos, la primera de las exposiciones programadas para conmemorar el centenario de Francesc Català-Roca.
Hijo de fotógrafo –trabajó con su padre hasta 1947– y maestro de la fotografía documental, supo captar como nadie la vida cotidiana del siglo pasado en España. Así lo atestigua su ingente archivo, depositado en el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña, de 250.000 imágenes, la mayoría en blanco y negro.
Recibió dos años seguidos el Premio Ciutat de Barcelona (1951 y 1952), celebró su primera exposición individual en 1953 en la Sala Caralt –luego vendrían la Fundación Miró o el Museo Reina Sofía– y, en 1983, fue el primer fotógrafo en obtener el Premio Nacional de Artes Plásticas.
El Museo Nacional de Arte de cataluña (MNAC) prepara para 2024 una gran antológica de su obra.