Que la melancolía es inherente a la fotografía es una de las ideas o de las intuiciones con que Javier Campano ha construido su obra. Así queda reflejado en la exposición que hasta el 28 de agosto puede verse en el Museo Lázaro Galdiano, perteneciente a la Sección Oficial de PHotoESPAÑA.
Ciento cincuenta fotografías, junto a material documental, integran la muestra Javier Campano. El ojo errante, 1975-1987, dedicada a uno de los grandes fotógrafos españoles surgidos en los años 70, un caminante de mirada atenta, un observador de esos detalles de lo cotidiano que tienen que ver con el misterio o con la poesía, con lo lúdico o lo inquietante. Comisariado por Elsa Fernández-Santos, este proyecto ha sido posible gracias a la colaboración del Archivo Lafuente, que por quinto año consecutivo participa en PHotoESPAÑA.
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Campano registra a Adolfo Schlosser preparando un potaje de invierno que se van a comer entre varios amigos. Estamos en Madrid en 1986. Su cámara también se fija en José Guerrero, Fernando Zóbel y Juana de Aizpuru (Cuenca, 1978), en Gustavo Torner, Alberto García-Alix, Lucía Bosé y Michi Panero, en Pedro Almodóvar en el Rastro poco después de la muerte del dictador.
Madrid está muy presente en la exposición, pero también reclaman su protagonismo otras ciudades por las que el fotógrafo viaja en los 70 y los 80. En El Cairo repara en singulares paradojas visuales, juegos de formas entre una palmera y un edificio, un avión y unos cables de tendido eléctrico. Su sensibilidad está abierta al humor y la sorpresa.
Campano viaja por España (Málaga, Tenerife, Cádiz, la Costa Brava...) y por diversos países. En 1975 atrapa los misterios callejeros de Venecia, Florencia, Roma: restos de carteles que alguna vez anunciaron algo, gestos singulares de gente anónima. Del David de Miguel Ángel le interesan sus pies y los dos hombres que contemplan la obra.
También su mirada sobre EEUU es peculiar. Parece fascinado por las calles de Nueva York, por sus gentes, coches y arquitecturas. Un viaje que alimentó muchas páginas de la revista Poesía, entre ellas el desplegable de una limusina que encargó Gonzalo Armero, director de la publicación. Campano y Armero compartieron esta experiencia junto al crítico de arte Kevin Power.
Al aterrizar en Nueva York, Armero se encapricha de un sombrero Panamá que se convierte en otro compañero de viaje. Campano lo fotografía en espacios de Los Ángeles y San Francisco.
Siluetas, sombras, formas superpuestas... Campano nos dice que detrás de lo que se ve siempre hay algo, que frente a la mirada siempre existe la posibilidad de lo insólito, del suceso, del hallazgo. Que en cualquier momento pasará algo que merece la pena ser visto, pero no será duradero. Por eso la fotografía es importante.
Nacido en Madrid en 1950 y de formación autodidacta, Campano pertenece a la generación de fotógrafos vinculados a la escuela madrileña Photocentro y a la revista Nueva lente, donde expone y publica por primera vez sus trabajos personales. En los años 70 y 80 trabajó como free lance para distintos medios de comunicación e instituciones culturales. El Fondo Javier Campano en el Archivo Lafuente consta de unas 850 fotografías en blanco y negro, más de 1.000 negativos de trabajo y material impreso (carteles, publicaciones y recortes de prensa).
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Otros protagonistas de la Sección Oficial de PHotoESPAÑA en esta edición son Paolo Gasparini (Campo de imágenes, en la Fundación Mapfre), María Carrión (Frescos contemporáneos, en la Fundación Carlos de Amberes), Alberto García-Alix (Fantasías en el Prado, en el Real Jardín Botánico), Tina Modotti (Museo Cerralbo), Germanine Krull (Crónica de un exilio, en el Museo del Romanticismo) y Francesc Català-Roca (La lucidez de la mirada, en la Sala El Águila).