El Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía ofrecerán a los aficionados al arte un variado menú en el inicio de la temporada expositiva, con protagonistas como Picasso y Coco Chanel, el marqués de Santillana, los artistas españoles en el Nápoles del Cinquecento, Lucian Freud, Margarita Azurdia o Manolo Quejido.
El Museo del Prado inaugurará el 4 de octubre la muestra El marqués de Santillana. Imágenes y letras, que, comisariada por Joan Molina, jefe de su Departamento de Pintura Gótica Española, y en colaboración con la Biblioteca Nacional de España, propone, por primera vez, una presentación conjunta de un grupo de pinturas y manuscritos encargados por este noble castellano del siglo XV, junto a obras de Jorge Inglés (su pintor predilecto) y una serie de códices pertenecientes a personajes coetáneos.
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En homenaje a Javier Docampo y Fernando Villaseñor, las obras expuestas, hasta el 8 de enero de 2023, recorrerán los intereses culturales y estéticos de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, protagonista fundamental en el desarrollo de las letras castellanas e innovador promotor artístico.
Del 18 de octubre al 29 de enero, el Prado acogerá Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento, exposición que, organizada en colaboración con el Museo e Real Bosco di Capodimonte de Nápoles, se propone ilustrar un capítulo muy fecundo pero muy desconocido de la cultura renacentista europea: el breve periodo, de unos 30 años (aproximadamente desde 1504 hasta 1535), en el que se asiste a la transición en la España y la Italia meridionales hacia lo que Vasari llamaba "la maniera moderna", el gran arte basado en la revolución llevada a cabo por Leonardo, Rafael y Miguel Ángel.
Las novedades elaboradas en Roma, la capital pontificia, fueron inmediatamente recibidas y reinterpretadas en la Nápoles que en aquellos años pasó a ser española (1504). Aquí, los grandes artistas de la primera generación del Renacimiento ibérico –Pedro Fernández, Bartolomé Ordóñez, Diego de Siloé, Pedro Machuca y quizá también Alonso Berruguete– pudieron dar sus primeros pasos profesionales en firme, realizando algunas obras de gran importancia.
La exposición, comisariada por Andrea Zezza, pretende llamar la atención sobre esta etapa tan breve pero feliz, poniendo de relieve la altísima calidad de las creaciones artísticas de los artistas españoles y su carácter cosmopolita. La base del discurso expositivo es la convicción de que esa etapa de florecimiento estimuló una conexión muy estrecha entre pintura y escultura.
El parangón entre las dos artes hermanas, uno de los temas más frecuentes en la teoría y la práctica artísticas del Renacimiento, encuentra en Nápoles un terreno particularmente fértil para la elaboración de modelos que contribuyeron a la definición, en el primer Cinquecento, de una singular declinación ibérica del lenguaje del Renacimiento, y de una escuela local autónoma en Nápoles, con características estilísticas claramente identificables.
Otro protagonista del próximo curso (del 15 de noviembre al 5 de marzo) en el Prado será Fernando Zóbel, fundador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca. En un proyecto conjunto con la Fundación Juan March y la Fundación Ayala, el centro expondrá la muestra Zóbel. El futuro del pasado, construida en torno a los cuadernos de dibujo del autor, en los que, arrancando de la copia clásica, acaba por construir su propio imaginario abstracto.
Apellidos ilustres en el Thyssen
El Museo Thyssen-Bornemisza abrirá la temporada (del 11 de octubre al 15 de enero) con Picasso/Chanel, que explora la relación de estos dos grandes creadores del siglo XX, volviendo a reunir arte y moda en un proyecto expositivo. La muestra se organiza en cuatro grandes secciones que se suceden en orden cronológico y que abarcan, aproximadamente, la década que media entre 1915 y 1925.
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Pablo Picasso y Gabrielle (Coco) Chanel colaboraron profesionalmente en dos ocasiones, ambas con Jean Cocteau: en Antígona (1922) y en el ballet ruso de Serguéi Diághilev Le Train Bleu (1924). Se conocieron en torno a la primavera de 1917, seguramente a través del propio Cocteau o de Misia Sert. La diseñadora entabló con ambos una larga y duradera amistad que la introduciría en el círculo del pintor español.
La sección El estilo Chanel y el cubismo presenta la influencia de este movimiento en las creaciones de la francesa desde sus primeros e innovadores diseños: el lenguaje formal geometrizado, la reducción cromática o la poética cubista del collage se traducen en trajes de líneas rectas y angulosas, en su predilección por los colores blanco, negro y beige y en la utilización de tejidos humildes y con texturas austeras.
Olga Picasso, el segundo capítulo, está dedicado a los numerosos y bellos retratos que Picasso realizó de su primera mujer, la bailarina rusa Olga Khokhlova, devota clienta de Chanel; junto a ellos, algunos vestidos de este periodo inicial de la diseñadora francesa, de los que se conservan escasos ejemplos.
Antígona, adaptación moderna de la obra de Sófocles realizada por Cocteau, se estrenó en París en 1922, con decorados y máscaras de Picasso y vestuario de Chanel: resulta sugerente su común inspiración en la Grecia clásica.
Le Train Bleu es el título del cuarto apartado y del ballet producido por Diághilev en 1924, con libreto de Cocteau, inspirado en el deporte y la moda de baño. Dos mujeres corriendo por la playa (La carrera), un pequeño gouache que Diághilev descubrió en el taller de Picasso, se convirtió en imagen para el telón de la obra, y el pintor aceptó también el encargo de ilustrar el programa de mano, mientras que Chanel, entusiasta deportista, creó trajes para los bailarines inspirados en modelos deportivos diseñados para ella misma y para sus clientes.
Del 25 de octubre al 29 de enero se desarrollará en el Thyssen la muestra El tercer polo. Himali Singh Soin con música de David Soin Tapesser, que invita al público a aventurarse en una mitología ficticia a través de dos cuerpos de trabajo de la artista india Himali Singh Soin: We are opposite like that (2017-en proceso) y As Grand As What (2018-2021). Los acompañantes de este viaje habitan diferentes temporalidades y realidades paralelas, atravesando un pasado colonial, lleno de prejuicios, al tiempo que sueñan con futuros heterotópicos, en un momento en el que es necesario el amor para armonizarse con un presente catastrófico.
La exposición integrará dos grupos de performances llevadas a cabo por Himali Singh Soin y David Soin Tappeser, coincidiendo con la inauguración, el 24 de octubre, y con el cierre, el 29 de enero.
Otra gran cita de la temporada pictórica llegará el 14 de febrero con Lucian Freud. Nuevas perspectivas, que celebra el centenario del nacimiento del pintor británico (1922-2011). El museo madrileño y la National Gallery de Londres presentan una retrospectiva dedicada a su figura y su producción artística. Medio centenar de obras que muestran las siete décadas de trayectoria de uno de los artistas europeos más significativos del siglo XX.
La pintura de Freud, incisiva y subversiva, estuvo siempre dedicada a la representación del cuerpo humano y a retratar al hombre contemporáneo. Asiduo visitante a los museos históricos, en su obra se puede rastrear toda una serie de alusiones a los grandes maestros, desde el arte egipcio hasta Ingres, Courbet, Rodin o Cézanne, pasando por Grünewald, Hals, Velázquez, Rembrandt, Daumier, Watteau o Géricault, aunque esa vinculación con el pasado convive con una fuerte voluntad de independencia. Lo que verdaderamente le interesa a Freud es descubrir la pintura sobre la pintura, su personal reflexión meta-artística y la intensificación de la realidad que siempre quiso alcanzar.
La muestra se divide en varias secciones que, de forma más o menos cronológica, repasan la evolución y la temática del pintor: Llegar a ser Freud, dedicada a sus primeras obras, con una decidida voluntad figurativa frente a las corrientes abstractas dominantes; Primeros retratos, en los que se manifiesta ya su deseo de capturar la esencia de sus modelos; Intimidad, que muestra su predilección por retratar a personajes de su entorno; Poder, retratos de personajes que acepta realizar siempre que acaten sus condiciones de trabajo; El estudio, su espacio de trabajo convertido en protagonista de su obra; y La carne, retratos de desnudos que evidencian una profunda observación del cuerpo humano y de la mortalidad de la carne.
Magia, delirios y herencia cultural
El otoño se presenta intenso en el Museo Reina Sofía, que inaugurará seis exposiciones entre septiembre y noviembre. Primero le llegará el turno (21 de septiembre-27 de febrero) a la artista malagueña Leonor Serrano Rivas con Magia natural, una muestra enmarcada en el programa Fisuras que toma como punto de partida una época —mediados del siglo XVI, con Giovanni Battista della Porta— en la que los métodos científicos, la magia y la filosofía compartían innumerables términos e intereses.
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Articulada en tres espacios, la exposición busca, casi con alquimia, crear un nuevo cosmos dentro de los muros de esta institución, siguiendo los preceptos de la magia natural que, a través de instrumentos o aparatos como espejos, reflejos, tubos de sonido, autómatas, etc., tenían la capacidad de engañar a los sentidos, llevando al espectador hacia experiencias estéticas en un mundo sin precedentes. Por lo tanto, el espectáculo plantea una nueva realidad con lógica y reglas idiosincrásicas, fluyendo y articulando las diferentes salas en un diálogo constante de prácticas y temporalidades espaciales en el que se despliega un mecanismo ilusionista ubicado dentro del cuerpo (o en el ojo) del espectador.
Entre el 28 de septiembre y el 27 de marzo podrá visitarse la muestra Francesc Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo, que recupera la historia de este psiquiatra catalán (1912-1994) que vivió exiliado en Francia a partir de 1939. En el Institut Pere Mata de Reus, el campo de concentración de Septfonds y, principalmente, el Hospital Psiquiátrico Saint-Alban-sur-Limagnole en Francia, Tosquelles desarrollaría una práctica radicalmente innovadora que vincularía la praxis clínica con la política y la cultura. En la República española y la Europa asediada por los totalitarismos abordó la raíz social de la enfermedad mental, transformando la institución psiquiátrica a través de la humanización.
El título de la exposición hace referencia a una de las frases de Lautréamont, fuente de inspiración para los surrealistas en la defensa de la aleatoriedad de la belleza: "Tan bello como el encuentro casual de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección". Con la expresión "como una máquina de coser en un campo de trigo", Tosquelles, que se inspiró en la escritura, el arte y el teatro como instrumentos básicos de la terapia, sintetizó su concepción de la psiquiatría como el encuentro de realidades aparentemente ajenas, ligadas a la tierra, al mundo del trabajo colectivo, a las hazañas imaginativas y a la naturaleza.
Boudry y Lorenz, que serán protagonistas en el Palacio de Cristal, invitan a una negociación colectiva sobre la identidad, los estereotipos y la resistencia
El Palacio de Cristal del Parque del Retiro abrirá sus puertas del 7 de octubre al 9 de abril a Pauline Boudry (Suiza, 1972) y Renate Lorenz (Alemania, 1963), artistas que trabajan juntas en Berlín desde 2007, centrando sus preocupaciones en una revisión de la herencia cultural, el discurso de género y, sobre todo, la teoría queer. Su producción artística cuestiona la normatividad de las narrativas históricas y las convenciones asociadas al espectador para generar nuevos escenarios desde los que reimaginarlas. Su obra a menudo revisita materiales de una época pasada para recuperar lecturas marginadas o ignoradas.
A modo de planteamientos que desdibujan los límites entre el cine, la danza, la instalación, la escultura social y las performances, y que fluyen entre la realidad y la ficción, Boudry y Lorenz crean escenarios que invitan a una negociación colectiva sobre nociones como la identidad, los estereotipos y la resistencia.
En este proyecto, el Palacio de Cristal se convierte en el contexto perfecto para enfatizar un pasado no siempre rigurosamente revisado y, según el Reina Sofía, "para resolver la transparencia inherente al edificio, que da la sensación de opacidad, agobiada por su propia herencia". La exploración de la visualidad también implica una reflexión en torno a la continuidad de estas huellas de violencia en el mundo contemporáneo.
Margarita Rita Rica Dinamita es la primera retrospectiva europea dedicada a Margarita Azurdia (1931-1998), una de las artistas centroamericanas más emblemáticas del siglo XX. La muestra profundiza en su carrera, viajando a través de su vasta producción, que abarca pintura, escultura, arte no objetual y libros de artista redactados con dibujos, collages y poemas.
Retrospectivamente, la exposición, visitable en el Reina Sofía del 13 de octubre al 17 de abril, propone una visión en profundidad del panorama del arte moderno y contemporáneo en Guatemala e impulsa una exploración de la metamorfosis creativa de la artista entre 1960 y mediados de la década de 1990, reflejada, además, en los numerosos cambios de nombre con los que firmó sus obras.
Del 21 de octubre al 16 de mayo, Distancia sin medidas repasará la trayectoria de Manolo Quejido (Sevilla, 1946). La exposición parte de las obras Delirios, Siluetas y Secuencias (1969-1974), reducciones en blanco y negro de las tres rutas que el artista emprendió en su práctica: expresionismo, pop art y experimentación geométrica. En 1974, Quejido comenzó a estudiar la posibilidad de adoptar un enfoque diferente de la pintura con sus Cartulinas, estudios pictóricos dentro del tamaño de marco estándar de 100 x 70 cm. Hacia finales de esa década, y a medida que adoptaba una escala mayor, se centró en la pintura compositiva.
Además, la exposición incluye obras en las que Quejido reflexiona sobre el pensamiento y la pintura.
Genealogías documentales. Photography 1848-1917 parte de la observación de Walter Benjamin sobre el surgimiento paralelo de la fotografía y el socialismo. Esta idea alimenta la hipótesis de que las iconografías utilizadas para representar la vida cotidiana de la clase obrera, que es el impulso constitutivo para el surgimiento del discurso y las prácticas documentales en la década de 1920, como una forma específica de poética fílmica y fotográfica, ya estaban latentes o activas en la cultura visual de la década de 1840.
Con esta muestra, el Reina Sofía cerrará un ciclo que comenzó en 2011 con Una luz dura y despiadada. El Movimiento de fotografía obrera, 1926-1939 y continuó en 2015 con Not Yet. Sobre la reinvención del documental y la crítica del modernismo. Ambas ofrecieron una narrativa alternativa sobre el auge y la evolución del discurso documental en la historia de la fotografía. Esta exposición final, del 16 noviembre al 27 febrero, contribuye a esta narrativa desde una perspectiva protohistórica diferente: una observación de las primeras promesas y el potencial de la fotografía contenidos en el hecho de que la idea y la función documental son tan antiguas como la fotografía misma.
Esta exposición presenta una cartografía de prácticas relacionadas con la aparición y evolución de las representaciones de identidades subalternas (trabajadores, sirvientes, proletarios, mendigos, desposeídos) que se extiende desde 1848 hasta 1917, dentro del marco denominado por el historiador André Rouillé "el imperio de la fotografía": el surgimiento de un nuevo régimen visual que se convirtió en un instrumento para el sistema de cultura burguesa, industrial y colonial en la segunda mitad del siglo XIX.