La pintura no ha muerto y las galerías vuelven más vivas que nunca. No es casual que sea la abstracción uno de los puntos de fuga de esta primera Apertura sin restricciones; el placer y la explosión de subjetividad que nos evocan los mundos que imagina suponen el mejor escenario para reinventarnos después de la catástrofe, como un lienzo en blanco en el que volver a mezclar colores, formas, gestos que nos conecten de nuevo con la esencia de lo que somos.
La 13ª edición de la rentrée artística de la capital se inaugura el 8 de septiembre con 55 galerías que presentan a más de 70 artistas con una programación diversa y gratuita de nombres consagrados, como Joan Brossa en NoguerasBlanchard o Susana Solano en Rafael Pérez Hernando, junto a otros más jóvenes como Irene Grau en Juan Silió o Gloria Martín en Espacio Silvestre.
Sin firmas deslumbrantes, pero con una apuesta indudable por la calidad, Apertura representa un buen termómetro de la creación nacional y una apuesta por la divulgación y el dialogo del trabajo galerístico, tan sacudido por estos años de incertidumbre, con otras disciplinas, convirtiendo al arte contemporáneo en el epicentro de la vida cultural del mes de septiembre.
La pintura abstracta geométrica, expandida, onírica, urbana y táctil protagoniza alguna de la mejores exposiciones
Todo esto aderezado con una completa selección de visitas guiadas, presentaciones o performances recogidas en la app de Arte Madrid, la asociación de galerías que impulsa este evento, en la que el visitante puede diseñar sus propios recorridos.
Les proponemos un itinerario, un viaje por la diversidad y la belleza de algunos de los universos pictóricos que podremos ver en Apertura esta temporada. Pintura abstracta geométrica, expandida, onírica, urbana, táctil. Pintura que imagina mundos que desean ser habitados por espectadores –y compradores– dispuestos a celebrar la añorada vuelta a la normalidad.
Comenzamos por la revisión histórica del legado de Dadamaino en Parra & Romero. De ella dijo Piero Manzoni en 1961 que “había superado el problema pictórico, alcanzando otras dimensiones en su obra: sus pinturas son banderas de un nuevo mundo, implican nuevos significados, no dicen tan solo las cosas de modo diferente, sino que expresan nuevas cosas”.
Edoarda Emilia Maino (Milán, 1930-2004) contribuyó activamente a los movimientos de la vanguardia artística en los años cincuenta con su investigación geométrico-perceptual.
Dadamaino y Fontana comparten la investigación del tiempo y la abolición de los materiales convencionales
Autodidacta y vinculada al espacialismo italiano, expresó en varias ocasiones su devoción por Yves Klein y Lucio Fontana, a quien, por cierto, también podemos disfrutar en Helga de Alvear con una serie de esculturas cerámicas, varios concetti spaziali e importantes obras en papel realizadas entre 1938 y 1960.
Ambos comparten la investigación del tiempo en el espacio, la abolición de los materiales convencionales y la perversión del soporte pictórico. Dadamaino: 1930-2004. Dal movimiento allá proteste mute recorre desde sus primeras obras a su última producción, más elegante y conceptual. También subraya su dedicación al activismo político y feminista como artista y pensadora.
Cuando el color respira, la exposición de Menchu Lamas (Vigo, 1954) que presenta Marta Cervera nos trae piezas producidas en diferentes etapas vitales, anticipando la individual que se inaugurará en octubre en la sala 3 del MUSAC comisariada por Chus Martínez.
[Alex Katz, pintura más allá de la forma]
Lamas, integrante del colectivo Atlántica que revolucionó la pintura de los 80, inventa un lenguaje onírico donde la geometría vibra en intensos campos de color resonando a través de técnicas más intuitivas y táctiles, como el arrastramiento de la pintura o la gramática de las capas en las que conviven seres enigmáticos, animales totémicos, huellas o sombras de cariátides en una fábula de símbolos y percepciones. Sus atmósferas metafísicas en cuadros de gran formato abren mundos como ventanas.
Apertura representa un buen termómetro de la creación nacional y una apuesta por la divulgación y el dialogo del trabajo galerístico
En el lado opuesto de espectro temporal, Piki de Nuria Mora (Madrid, 1974) en We Collect. Mora, curtida en la pintura urbana de los espacios públicos con el colectivo Equipo Plástico junto a otros grandes grafiteros como Eltono o Nano4814, mira ahora a la intimidad de sus relaciones familiares.
La adolescencia le inspira sólidas y vibrantes manchas de color turquesas, estampadas, flúor, en composiciones de gran formato que parecen haber saltado de los programas informáticos de dibujo virtual, distribuyéndose en un ordenado caos de formas y capas de acrílicos y óleos sobre gesso de arenas coloreadas sobre lino de Flandes.
Por último, una controlada anarquía, la de la colectiva Far Sounds en Juana de Aizpuru que reúne a pintores de la escuela de Düsseldorf. Fabian Ginsberg, Ann-Kristin Hamm, Simon Hemmer, Yuri Nagai y Chase Wilson son los seleccionados por Albert Oehlen, el único artista que ha comisariado en la galería después de Martin Kippenberger, despliegan su libre interpretación de la contemporaneidad.
Carlos León en Fernando Pradilla o Nico Munuera en La Caja Negra (también en la colectiva de Moisés Pérez de Albéniz) representan dos universos que convergen en una exquisita gramática orgánica de piezas que emergen como extensiones del propio cuerpo.
León pinta con las manos, reinterpretando la pintura neolítica de las cavernas en lienzos de dibond en los que emulsiona la pintura acrílica con ceniza, grasa, humo y sangre, creando asombrosos paisajes carnales, atávicos, bellísimos, que vibran intensamente.
Munuera, en Las montañas azules caminan, presenta obra sobre papel en la que parte de las estampas japonesas para investigar los movimientos del agua y los estratos geológicos. Sus paisajes derivan de un ejercicio performativo en anchas pinceladas contenidas, largas, limpias y sinuosas que cortan los horizontes tratando de contener el tiempo.
El espacio como lienzo
El espacio también es un lienzo en el que la materia se piensa a sí misma. Las exposiciones dedicadas a la escultura declinadas como instalación, ensamblajes u objetos que basculan entre lo figurativo y lo abstracto son una alternativa más que interesante en esta edición de Apertura.
Marco Castillo (Cuba, 1971), uno de los fundadores de Los Carpinteros, presenta en Albarrán Bourdais Casa Negra, una deconstrucción de la idea de casa a través esculturas de caoba inspirada en la estética Sputnik y el diseño cubano de los 60 para hablar de los sistemas totalitarios. Un trabajo emocionante e intenso de gran potencia estética y política.
En Freijo Gallery el arquitecto Juan Cuenca (Puente Genil, 1934) dialoga con los planos y las superficies, experimentando formas que luego ha trasladado a su práctica arquitectónica y al diseño de mobiliario.
Las esculturas de Cuenca pliegan el espacio haciendo de esta cuestión su objeto específico. Se piensan a sí mismas en quiebros bellísimos de maderas laminadas y aceros corten en un ejercicio de minimalismo y rotundidad.
Los juguetes de Joaquín Torres-García en Guillermo de Osma, pensados como ensamblajes para ser (de)construidos, fusionan lo artesanal con lo vanguardista, proponiendo el juego como una actividad educativa de transformación social.
También los artistas más jóvenes conquistan los espacios con inteligencia. Tania Blanco para su primera exposición en Formato Cómodo propone una colección de obras cerámicas en negativo, un frottage de piezas obtenidas de relieves de la Royal Academy de Londres que cuestionan las formas de la institución.
Y Rosana Antolí en The Ryder, que parte de una investigación sobre los tardígrados, organismos resistentes a condiciones extremas, imaginando un mundo distópico de hibridación y simbiosis con el ser humano.