El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza cumple tres décadas de vida: un periodo que comenzó con la euforia de la llegada de la colección del barón a España, pasó una fase incierta hasta la firma del alquiler de la colección Carmen Thyssen y ahora afronta una etapa de estabilidad y mira al futuro.
Con motivo del aniversario, el museo celebra este fin de semana una jornada de puertas abiertas y ha ideado una completa programación de actividades que incluye talleres, charlas y actividades para todos los públicos.
El museo sigue hoy en día estrechamente vinculado a la familia del barón Thyssen (1921-2002) a través de su viuda Carmen Thyssen, vicepresidenta del patronato, y la participación de varios de sus hijos, como Francesca Thyssen, cuyo trabajo está vinculado al mundo del arte.
Treinta años del museo de todos
El museo quiere aprovechar la ocasión para reforzar la idea de que se trata de un museo nacional, o "el museo de todos". Así se titula el 'podcast' que el museo ha lanzado con motivo del aniversario.
"Fue un oportunidad enorme para España (la llegada de la colección)", explica Guillermo Solana, director artístico del museo, que interviene en el programa de audio.
A mediados de los ochenta, el barón Thyssen comenzó los contactos con el Gobierno español para la llegada de su colección en España, descartando otros lugares como Suiza o Inglaterra. Finalmente, el museo abrió sus puertas el 8 de octubre de 1992.
El Estado pagó 44.000 millones de pesetas y los casi 800 cuadros son hoy de su propiedad -no así la de su viuda, de menor valor pero que también está expuesta en el museo-.
El Gobierno rehabilitó el Palacio de Villahermosa y allí se instalaron casi 800 obras de su colección en la que maestros antiguos como Rembrandt, Caravaggio, Durero o Carpaccio conviven con Van Gogh, Degas, Picasso, Hopper o Freud.
La historia de la colección es también la del propio barón Thyssen-Bornemisza, un acaudalado hombre de negocios que encontró en el arte una de sus grandes pasiones.
"La gran pasión de su vida fue la pintura. En sus memorias dice que le ayudó a sobreponerse de reveses tanto sentimentales como de sus empresas", explicaba el año pasado a EFE Juan Ángel López-Manzanares, conservador del museo y responsable con motivo del centenario del barón el año pasado.
Colección Carmen Thyssen
Los primeros años fueron viento en popa, el museo era -y sigue siendo- una atracción de visitantes y una de los paradas indispensables del Paseo del Arte, que conforma con el Museo del Prado y el Reina Sofía.
En 1999 llegó la colección de Carmen Thyssen, en gran parte heredada de su marido. Inicialmente se acordó una fórmula de depósito, pero el objetivo claro era que el Estado la comprara.
El Gobierno adquirió dos edificios anexos para alojarla pero la negociación se torció; se resolvió en febrero del año pasado, tras dos décadas de tira y afloja y un acuerdo de alquiler de 6,5 millones de euros al año durante 15 años.
Atrás quedan las tensas negociaciones, y la salida de cuadros como La Esclusa (2012), que se vendió en subasta, y otros tres cuadros en pleno confinamiento, el más valioso, el Mata Mua de Paul Gauguin, que desde febrero cuelga de nuevo de las paredes del museo.
Estabilidad y renovación
Los estatutos del museo no contemplan una política de adquisiciones, el 90 por ciento de los cuadros de la colección del barón deben estar expuestos, según sus estatutos. Esta circunstancia le otorga menos flexibilidad que otros museos.
El año pasado el Thyssen experimentó con nuevas fórmulas de narrativa de su colección permanente, hasta entonces cronológica. El museo formuló un proyecto sobre arte norteamericano que mezclaba piezas de distintas épocas e incluía obras nuevas aportadas por varios de sus hijos.
Las nuevas narrativas y la aportación de los herederos del barón son claves en el futuro del museo, según explicaba esta semana Guillermo Solana con motivo de una exposición de la colección privada de Borja Thyssen, cuyas obras se instalarán en la pinacoteca.
"El museo carece de una política de adquisiciones y el mecanismo del que disponemos para conseguir nuestras obras es este", explicaba en declaraciones a EFE.
Además de las obras de Borja Thyssen, el museo ha ido incorporando en los últimos años obras de Alexander y Francesca Thyssen.
En el caso de la hija del barón -también integrante del patronato- la participación es aún mayor a través de su fundación, TBA21, que organiza exposiciones de arte contemporáneo habituales en el museo.