1997-2002: el Museo Guggenheim Bilbao cumple ya 25 años y la historia reciente de Bilbao, de sus transformaciones urbanísticas, económicas y culturales, de sus imaginarios sociales y su proyección exterior vienen signadas por ese acontecimiento. Las instituciones políticas estaban apremiadas por encontrar salida a una encrucijada de dilemas en el horizonte de esas transformaciones.
La situación era agravada por la persistencia de la acción terrorista de ETA que en el verano de 1997 asesina a Miguel Ángel Blanco y en días posteriores a Txema Agirre, un ertzaina que custodiaba la apertura del museo. También la policía frustró la tentativa de ETA de lanzar 12 granadas anticarro contra el museo.
En ese contexto convulso, en ese kairós cultural y político, se gestó lo que vendría a denominarse el “efecto Guggenheim”: el paso de una ciudad y su entorno industrial a una ciudad de servicios con una formidable transformación urbana.
El resultado es conocido. Una espectacular transformación de Bilbao, catalizada por un nuevo modelo de institución museística
Ciertamente, las urgencias del Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao para la revitalización de Bilbao y su ría convergieron con la astucia de Thomas Krens, director de la Solomon R. Guggenheim Foundation de Nueva York que, en el inicio de los años noventa, estaba acuciada por una crisis financiera.
El resultado es conocido. Una espectacular transformación de Bilbao, catalizada por un conjunto de sinergias tractoras entre un nuevo modelo de institución museística, el MGB, devenido en un potente museo-industria cultural que concilia un estatus híbrido (público y privado) y se convierte en un modelo transnacional que otras ciudades y países querrán imitar.
En esa ecuación, implementada por una atrevida política cultural –con sus luces y sus sombras–, tendrá un papel sobresaliente, la elección del arquitecto Frank Gehry que proyectó un edificio asombroso para un nuevo complejo arte-arquitectura. El fulgor espectacular de su arquitectura, que provoca nuevas experiencias estéticas en diálogo con las propias exposiciones, será otro aliciente para la atracción de públicos foráneos y locales en un contexto de creciente demanda del turismo cultural.
Como ha observado Beatriz Colomina en la publicación Aprendiendo del Guggenheim Bilbao (2007), que editaron Ana María Guasch y Joseba Zulaica, ese proyecto inaugura también su fama mundial de arquitecto mediático: “Tanto Gehry como Krens se reinventaron a sí mismos. El aura de Gehry alimentó el aura del Guggenheim, que a su vez volvió a alimentar a Gehry. El Guggenheim de Bilbao es Krens y Gehry alimentándose mutuamente y creciendo juntos más y más”.
La historia de ese “efecto Guggenheim-Bilbao” trama también algunas controversias y paradojas que han quedado solapadas por el éxito
La historia de ese “efecto Guggenheim-Bilbao” trama también algunas controversias y paradojas que han quedado solapadas por el éxito de ese ambicioso proyecto. Recordemos algunos hitos de su génesis y desarrollo. En diciembre de 1991 el Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Bizkaia y la Solomon R. Guggenheim Foundation firman el acuerdo de Servicios de Desarrollo y Programación para el Museo Guggenheim Bilbao.
En julio de 1992 las instituciones vascas constituyeron el Consorcio del Proyecto Guggenheim Bilbao y nombran como Director Gerente a Juan Ignacio Vidarte. 1994: se inicia la construcción del museo y en diciembre se firmó el Acuerdo de Gestión entre las administraciones vascas y la SRFG que contemplaba una duración de veinte años y que delegaba el poder de orientación y gestión en la fundación neoyorkina.
[Juan Ignacio Vidarte: “Me hubiera gustado tener más conexión con el mundo del arte”]
Este acuerdo y el del año 2001 sancionaban para un periodo de veinte años un modelo de relación simbiótica aunque, a la vez, de naturaleza asimétrica entre la parte vasca y la SRGF como alertarían numerosas voces críticas del mundo del arte y la cultura. 1996: la SRGF presentó el Plan Estratégico de Gestión para el MGB concerniente al periodo 1997-2000. En el año 1997 se inaugura el museo con la muestra Los museos Guggenheim y el arte de este siglo.
Se iniciaba así la singular franquicia del primer museo globalizado en un contexto tardomoderno de creciente glocalización, a saber, de imbricación de las dinámicas locales/nacionales y las globales en flujos económicos, simbólicos y culturales. Este síntoma se revela en los flujos de visitantes del MGB: 15% del País Vasco, 25% del resto de España y el 61% son extranjeros.
En la primera mitad de la década de los noventa, ante las resistencias críticas que desde el mundo del arte y la cultura –entre los que se encontraban figuras como Oteiza e Ibarrola y cientos de artistas agrupados en el movimiento Kultur Kezka– demandaban una mayor autonomía respecto a la matriz neoyorkina y una presencia mayor del ámbito creador vasco, Joseba Arregi, Consejero de Cultura del Gobierno Vasco, se preguntaba ¿quién teme al museo Guggenheim?
Confiaba que el futuro demostraría la virtud de esa apuesta y los efectos positivos para el conjunto de sectores y de la ciudadanía. La singularidad del MGB es complementaria en un entorno policéntrico de instituciones y centros de arte de Bilbao y del País Vasco, y el “temor” inicial se ha desvanecido con el tiempo.
La singularidad del museo es complementaria con otros centros vascos de arte y el “temor” se ha desvanecido
No obstante, sigue habiendo un sector de artistas que piden una mayor presencia vasca en la programación y en la colección. Ese déficit persiste aunque se vaya reduciendo en los últimos años. De las 140 muestras celebradas en su trayectoria solo 5 se han dedicado a artistas vascos de modo individual: Cristina Iglesias, 1998, Eduardo Chillida, 1999, Jorge Oteiza, 2004, Pello Irazu, 2017, y Esther Ferrer, 2018.
Y varias decenas de artistas de generaciones más jóvenes en muestras colectivas: La torre herida por el rayo: Lo imposible como meta, 2000, Incógnitas: Cartografías del arte contemporáneo en Euskadi, 2007; Chacun à son goût, 2007; Iñaki Garmendia, Erlea Maneros, Xabier Salaberria: proceso y método, 2013.
Además hubo otra muestra colectiva con artistas del contexto vasco: Bilbao y la pintura, 2021. También se han promovido presentaciones en el espacio Laboratorios: Jesús Mari Lazkano, 2007; Koldobika Jauregi, 2007; y Aitor Ortiz, 2011.
Nuevos acuerdos han ido modulando la gestión del MGB, con el desarrollo de la colección propia que ahora se presenta de modo extenso, y con el reforzamiento del equipo curatorial y de educación. Y en el horizonte próximo asoma su expansión a la comarca de Urdaibai.
El museo en cifras
32.521.410 millones de presupuesto en 2022.
24.644.223 visitantes han pasado por el museo, un 61% son extranjeros.
1.322.611 personas entraron al Guggeheim en 2017, el año que batió el récord.
679.532 vieron la exposición de Louise Bourgeois, la más visitada.
24.000 m2 de superficie.
9.000 m2 de espacio expositivo.
145 obras en la Colección.
140 exposiciones en 25 años.