Dice el pintor figurativo Xevi Solà (Santa Coloma de Farners, Girona, 1969) que la melancolía está llena de belleza. Sus retratos bellos y siniestros, casi sin terminar, llenan las paredes de su primera individual en la sucursal madrileña de Alzueta Gallery evocando emociones contradictorias.
Las expresiones de sus personajes –estereotipos del mundo de la moda de gesto ensimismado– contrastan con una alegre paleta de colores en la que se conjugan intensos amarillos, azules ultramar o rojos encarnados con pieles violáceas sobre fondos planos, y sobre los que, a veces, se sugieren enunciados que lejos de interpelar al espectador, suponen un mensaje hacia la propia pintura en su proceso de ser pintada.
“Be dare” o “Be serious” son lemas que invocan al cuadro que será para que sea.
Solà comienza a dibujar cómics a los 16 años y desde ese lugar evoluciona naturalmente hacía lo pictórico. Sus trazos, certeros y conscientemente distorsionados, pintados muy rápido, dejan que la pintura fluya en un reconocible estilo.
Sus exquisitas composiciones de encajes perfectos nos llevan a los mundos de David Shrigley, Alice Neel, David Hockney o Alex Katz e incluso a Matisse o Van Gogh, algunos de sus pintores favoritos, y suponen un melancólico retrato generacional de una bella y triste juventud.
En la exposición de Alzueta Gallery se pueden ver óleos de gran y medio formato junto a dibujos sobre papel de un artista con proyección internacional cuya siguiente parada será en Art Miami 2022.