Del autorretrato al selfie. Las redes sociales convierten nuestra identidad en una performance continua, una construcción que nos proyecta socialmente en un nuevo ritual de pertenencia. Pintores de la generación millenial, entre los 28 y los 38 años, nacidos en la caverna de Narciso, reflexionan en la galería Moisés Pérez de Albéniz sobre autorrepresentación y redes sociales. El selfie como un reflejo empañado del éxito, también como autoexploración, síntoma crítico o carne de meme.
Esta exposición es la segunda parte de un proyecto que yuxtapone dos generaciones a través de la deriva de la pintura en España. Elogio de la densidad, comisariada por Mariano Navarro, se dedicó a la generación anterior donde siete pintores exploraron el grado cero de la abstracción, mientras que selfie, comisariada por la directora de la galería Ester Almeda, es una apuesta por la representación de los cuerpos, mediada por la tecnología, como crítica a la tradicional concepción del sujeto en Occidente. Asociado a formas difusas de control e interdependencias, aunque también facilitando la emergencia de identidades subjetivas, el selfie se ha consolidado como un nuevo género visual vinculado a nuestra exposición pública en internet.
Así Los Bravú diseñan la fachada de la galería uniendo el Quattrocento italiano con la imagen digital. Sus miradas melancólicas en .jpg lloran en un escritorio descontextualizado. En el interior, un tríptico incide en la tristeza y en las sombras aludiendo a los espejismos de las pantallas. En frente, la obra de Carla Fuentes, explícita y fluida, convierte los retratos en un laberinto de imágenes potenciando la soledad de la protagonista, quien transmite autoafirmación y desidia en ágiles pinceladas hiperrealistas.
La sonrisa de Britney Spears posando con el Manifiesto comunista, un lienzo de Gala Knörr, es un meme pictórico. La pieza hace referencia a un post de Spears en Instagram incitando al amor y a la creación de una comunidad digital durante la pandemia. Como réplica, el silencio de las escenas de Julia Santa Olalla. La ausencia del cuerpo es sustituida por una presencia que se intuye. Sus interiores cinematográficos evocan misteriosas escenas donde el espectador debe descubrir sus pistas.
Entre las dos salas están los relieves de Luján Pérez. Sus ensoñaciones combinan lo animal, lo humano y lo vegetal en composiciones negras centrífugas y expansivas como pinturas rupestres halladas en una caverna. Ela Fidalgo y Grip Face nos dan la bienvenida. Lo artesanal en el cuerpo fragmentado y disidente frente al lenguaje de capas del street art. Fidalgo utiliza la materia textil para deconstruir el cuerpo cosiendo sus miembros, mientras que Face declina un exquisito uso del color para hablar
del anonimato emocional en internet.
selfie supone un disparo generacional a la vanidad de nuestra imagen virtual, a la idea de éxito y productividad continua, a los falsos veranos felices de nuestros contactos.