¿Cómo surgió la exposición de Bruno Munari?
De un descontento: es un grande, pero muy desconocido fuera de Italia. Sus libros estaban traducidos desde los setenta, pero su obra apenas había sido vista aquí. Conclusión: estábamos tardando todos en dedicarle una exposición generosa.
¿Cuánto tiempo tardaron en darle forma?
Casi tres años. Pero con la pandemia de por medio.
¿A qué atribuye su éxito?
¿El de la exposición? Es mérito de Munari. A veces no hay más secreto que saber ver y no estorbar: el artista se impone solo. Además, es imposible no sucumbir a su inteligencia y a su humor.
[Bruno Munari o el arte de lo inútil]
Con más de 300 obras, ¿qué fue lo más complicado de un montaje tan ambicioso?
No fue complicado. Fue una fiesta. Necesitábamos lo que la obra de Munari tiene: levezza. Como en una de sus acciones, se trataba de “hacer ver el aire”, que es imprescindible, pero no se ve. El aire aquí era Munari.
¿Por qué encaja tan bien en la forma de mirar el arte hoy? ¿Fue efectivamente Munari un adelantado a su tiempo?
Creo que todos los grandes artistas se adelantan a su tiempo, porque nos llegan desde el futuro.
¿Qué enseñanzas podemos sacar hoy de Munari y de su método de mirar?
Su método era preguntarse: “¿se puede hacer de otra manera?”. Podemos aprender a distinguir lo que se puede hacer de otra manera de lo que es mejor dejar estar. Concentrarse en lo primero puede ser revolucionario.
Hasta el 4 de febrero puede verse en el Museu Fundación Juan March de Palma. ¿Hay que conocer a Munari para disfrutar de su obra, para entenderlo, o se puede ir, digamos, virgen a visitar la exposición?
Y a partir del 2 de marzo en el Museo de Arte Abstracto Español en Cuenca. Se puede ir muy preparado o en plan First dates: te conquista igual, creo yo.
Artista, diseñador, editor, pedagogo… ¿creador de límites difusos o un renacentista?
Lo segundo. Tenía dones que raramente se dan juntos: libertad con disciplina, imaginación con método.
"Incluso ahora que somos seres anfibios entre la realidad material y la digital, el mejor invento para conocer a un artista sigue siendo una exposición"
Muchos se preguntarán: ¿cómo hemos podido estar tanto tiempo sin conocer a este “Leonardo de nuestro tiempo”, como lo definió Picasso?
Porque incluso ahora que somos seres anfibios entre la realidad material y la digital, el mejor invento para conocer a un artista sigue siendo una exposición. Y no la había. El mundo del arte es más empirista que metafísico: conoces lo que hay; hay lo que ves.
¿Superar el límite es hacer que una impresora cree piezas únicas?
Sí, lo es hacer piezas únicas forzando una máquina de producir copias idénticas. Munari también nos enseña que el “aura” del original está sobrevalorada: las auras no desaparecen, migran de un objeto a otro y las hay de muchos tipos. La gente de Factum Arte, por ejemplo, hace en Madrid unas auras estupendas.
“Jugar es algo serio”, decía. Pedagogía y arte se mezclan en su discurso de un modo muy actual, ¿no cree?
Sí. Jugar es la actividad práctica más parecida a la contemplación. Si uno juega en serio, no solo juega por “entretenerse” (qué verbo) o por matar el tiempo (qué crimen). Jugamos porque jugar tiene más sentido que trabajar.
¿Cómo valora este año de arte?
Creo que Munari diría que es mejor hacerse esa pregunta cinco años después del año por el que se pregunta. Como el mar según Munari, el tiempo es el gran artesano.
¿Qué exposición escogería usted, dejando al margen las de la Fundación Juan March?
Valoro mucho, aunque discrepe en no pocos aspectos, la ambición de Vasos comunicantes, 1888-2017, el último cuelgue del Reina.
En cuanto al arte se refiere, ¿cuál es el reto de una Fundación como la Juan March para el futuro próximo?
Programar como si fuéramos suizos (a cuatro años) y también italianos (como Munari, mirando de otras formas). Y mejorar un modelo basado en la libre investigación que hoy busca la escala perfecta de sus exposiciones futuras.