Se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los fotógrafos más reconocidos de todos los tiempos. El estadounidense Richard Avedon (1923-2004) revolucionó la forma de fotografiar la moda en la posguerra y reinventó el retrato fotográfico con sus reveladores y minimalistas imágenes en blanco y negro que definieron, como afirmó el New York Times, "la imagen de estilo, belleza y cultura de Estados Unidos" desde los 50.
Todo ello a pesar de que, como escribiera su amigo Truman Capote en Observaciones (1959), Avedon afirmase: "Odio las cámaras. Interfieren, siempre estorban. Ojalá pudiera trabajar solo con mis ojos".
Dos exposiciones celebran este aniversario. Una que se abre en el Metropolitan de Nueva York el 19 de enero en torno a sus Murales, los legendarios retratos de grupo, y otra que se cierra a finales de mes en el Palazzo Reale de Milán, Richard Avedon: Relaciones: más de sesenta años de carrera a través de 106 imágenes.
Hijo de padres judíos-rusos relacionados con el negocio textil, Avedon nació en Nueva York, y, desde niño, disfrutaba fotografiando la ropa en la tienda de su padre. Su primera modelo fue su hermana y su gran obsesión ya a los 11 años era retratar al pianista Serguéi Rajmáninov, vecino de sus abuelos.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se enroló en la marina mercante, y su padre le compró su primera cámara importante, una Rolleiflex, como regalo de despedida. Pasó la mayor parte de la guerra haciendo fotos de identificación de los marineros en Sheepshead Bay en Brooklyn.
A los veintidós años comenzó a trabajar para Harper’s Bazaar y, como le negaron el uso de un estudio, empezó a fotografiar a las modelos en las calles. A finales de 1944, la revista le envió a un París recién liberado donde se centró en la Alta Costura francesa.
Muy pronto se dio a conocer por su talento para mirar la moda de forma nueva, lejos de las convenciones de la época, en las que las modelos eran solo perchas que posaban como estatuas.
La modelo de la calle
Sacó la moda a la calle, introduciendo una sensación de movimiento, emoción y espontaneidad en sus fotos. "El estilo de fotografía de moda de Avedon aportó una cualidad humanista y refrescante, y lo hizo contando historias a través de sus fotografías en las que creaba escenarios de películas", explica la comisaria de la exposición italiana, Rebecca Senf. "A partir de los 70, sus fotografías, a menudo ambientadas en un estudio, se transformaron en 'momentos' llenos de emoción".
Fotografiaba a la modelo como si se la hubiera encontrado en la calle, aunque sus imágenes estaban completamente orquestadas. Como la icónica Dovima con elefantes, una de las fotografías de moda más extraordinarias que marca su ascenso profesional a los treinta y dos años.
Avedon fue también el primer fotógrafo de moda en declararse un artista serio, al mismo nivel que los pintores, algo que no gustó, pero abrió las puertas para que otros fueran reconocidos.
De hecho, sus grandes influencias, más allá de fotógrafos como Jacques Henri Lartigue o Edward Steichen, fueron sus artistas y escritores favoritos como Elliot, Proust, Beckett y Chéjov, que revelan el alma de sus protagonistas, y, en particular, Goya, cuya honestidad inquebrantable Avedon encontraba incomparable.
[Errores y experimentos que revolucionaron la fotografía]
Aunque las representaciones visionarias de la alta costura de Avedon revolucionaron la forma de fotografiar la moda, para muchos críticos su mayor logro fue su asombrosa reinvención del retrato fotográfico.
El retrato como emoción
Si al fotografiar moda logró mostrar su lado humano, sus sorprendentes retratos en blanco y negro, muchos de gran formato, sinceros, emotivos e íntimos, le ayudaron a reconfigurar la fotografía como una forma de arte poderosamente expresivo.
"Un retrato no es una semejanza sino una emoción en una fotografía", afirmaba. Y es que, "más que capturar la personalidad de la modelo, le interesaba plasmar un momento auténtico", señala Rebecca Senf. "Le gustaban las personas cuyos rostros transmitían carácter, que presentaban un tipo inusual de belleza, que sugerían profundidad de emoción o experiencia. Quería algo distintivo y visualmente atractivo".
En los retratos, Avedon creó un estilo propio, minimalista que realizaba sobre fondo blanco, para centrarse en el lenguaje corporal, los gestos y la expresión del rostro, buscando "la complejidad y la contradicción".
Lo más fascinante de sus retratos está ligado a la sensación de intimidad que evocan, en parte resultado de la cámara de gran formato con la que retrataba y con la que se acercaba al extremo. Un ejemplo es el retrato de Nastassja Kinski, embarazada y tendida en el suelo abrazada por una serpiente.
[La realidad más descarnada de la fotografía]
Realizó múltiples retratos a sus amigos, como al pintor Jasper Johns, al poeta Allen Ginsberg y a Truman Capote, en cuyo primer retrato de 1955, cuando el escritor tenía treinta y un años, aparece con el torso desnudo y los ojos cerrados, subrayando su vulnerabilidad; en el último, a los cincuenta, se centra solo en la cabeza.
En Milán también se muestran retratos de actores, bailarines o músicos, como los Beatles, Bob Dylan, Nuréyev, Sofia Loren, Marilyn Monroe, el Dalai Lama y dos de Andy Warhol, donde muestra sus cicatrices de bala, después de sobrevivir a un intento de asesinato.
En 1969, después de una pausa de cinco años, Avedon retomó el retrato con nueva cámara y nuevo sentido de la escala. Al cambiar su Rolleiflex de mano por un dispositivo más grande montado en un trípode, reinventó la dinámica de su estudio: en lugar de moverse alrededor de sus modelos, fotografiaba parado mirándolos de frente.
Fue entonces cuando realizó sus retratos grupales más innovadores, los Murales, que el artista donó en 2002 al Metropolitan y que este exhibe en la exposición Richard Avedon: Murals.
En ellos, reunió a los gigantes de la cultura americana de finales del XX y los retrató por grupos. Al poeta Allen Ginsberg y su extensa familia, a Andy Warhol y las estrellas de la Factory, a los arquitectos de la guerra de Vietnam y a los Siete de Chicago, los manifestantes opositores a la guerra acusados de conspiración.
Fotografía radical
Con los Murales, de hasta 10 metros de largo, amplió las posibilidades artísticas de la fotografía, por las dimensiones sin precedentes, por sus temas punzantes y por la actitud radical, con los modelos mirándonos frontalmente.
La muestra neoyorquina se centra en el breve período entre 1969 y 1971, explorando un momento crítico en la carrera del artista, quien, consciente de lo que sucedía en las calles, desde la rebelión hippie-pacifista a la lucha por los derechos civiles, o la liberación femenina, deseaba dar una respuesta y representar el espíritu de los tiempos.
[El museo fantasmal de la fotografía]
Parte de la fuerza de estos Murales radica en que los compuso como documento social en un momento especialmente convulso. Con estos intensos retratos, imitados una y otra vez, transformó las convenciones del género, despojándolo de todo artificio.
La exposición incluye una selección de descartes que revelan cómo se gestaron, desde sesiones de meses en la Factory a solo unos minutos para fotografiar el liderazgo militar estadounidense en Saigón.
Las fotografías de Richard Avedon capturaron la emoción del momento y, sin embargo, permanecen atemporales. Hablaron y siguen hablando de poder, belleza, seducción y también de humanidad.