Al entrar en la galería, la primera impresión registra telas con mucha luz, un impacto parecido a cuando viajando al sur, pasamos Despeñaperros y nuestras pupilas se entrecierran ante el resplandor.
Yendo/viniendo es la segunda exposición comisariada por Sema d’Acosta para la galería marbellí Yusto/Giner en su nueva sede en Madrid tras etcétera,etcétera, celebrada la pasada primavera y que pretendía poner en valor la pintura joven producida en Andalucía.
Toca ahora rescatar a protagonistas de la generación que irrumpió en la década de los años ochenta pero cuya obra hacía tiempo que no se veía en Madrid, aunque buena parte sean hoy los pintores más respetados en Cádiz, Málaga y Sevilla. Entonces, ¿por qué esta ausencia?
Para empezar, se trata de una generación de artistas maltratada en todo el territorio por un exceso de internacionalización compartido por los nuevos museos y centros de arte empeñados en superar el aislamiento de la dictadura franquista y en poner al día a nuestro país, aunque fuera en detrimento de los artistas españoles, y cuya inercia ha durado demasiado tiempo. Lo que, lógicamente, se ha reflejado en los medios de difusión cultural.
Con todo, la causa principal ha sido la terrible selección excluyente de la feria ARCO, que en las últimas décadas ha ido destruyendo sistemáticamente el tejido de galerías en lo que desde hace tiempo denominamos con naturalidad “la periferia”. Pero ¿cómo podemos llamar periferia a Andalucía, y más si hablamos de pintura?
La segunda impresión, cuando empezamos a detenernos ante telas y papeles, es la ironía compartida, sintomática de aquella posmodernidad en la que despuntaron estos artistas que han cruzado muchas tendencias, desde los neoexpresionismos y la transvanguardia, a la abstracción y el posminimal, y las revisiones surrealistas y pop desde perspectivas conceptuales, para cuajar lenguajes figurativos propios, no exentos de crítica.
Ironía que va cobrando densidad y, por lo tanto, mayor interés conforme nos adentramos en este espacio.
Puesto que se trata de una colectiva ecléctica y muy generosa, con nada menos que trece artistas pero inexplicablemente solo dos mujeres, en primer lugar, destacaría las arpilleras entre figuración y abstracción de Concha Ybarra.
Y la sombría mirada sobre los adolescentes de Salomé del Campo, a la que el CAAC de Sevilla le dedicó una retrospectiva de media carrera en 2021, aquí con una maravillosa tela de su serie Canchas.
Al fondo, además del más conocido Federico Guzmán, encontramos a dos artistas auténticamente referenciales en Sevilla y Málaga, que trabajan tanto en pintura como en escultura, el neobarroco Curro González y Chema Lumbreras, aquí con acuarelas y una escultura suspendida, en las que se sirve del recurso grotesco de las parodias con animales para verter su crítica narrativa sobre la actualidad.
Esperamos poder ver a todos ellos más en Madrid.