Orlan, María Teresa Hincapié o Teresa Margolles. Las mujeres reinan este año en los Proyectos de Artista. Ellas ocupan 14 de los 20 stands –tres más que el año pasado– de un total de 22 galerías, 13 españolas y 9 extranjeras de Argentina, Alemania o Suiza, en una cita donde la pintura realizada por mujeres –protagonista de casi la mitad de las propuestas– es, sin duda, el caballo ganador.
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Plinio el Viejo en su Historia natural recoge el mito del nacimiento de la pintura de manos de una mujer. Kora, hija del alfarero Butades de Sición, ante la inminente partida de su amante a la guerra, se despierta en medio de la noche y descubre que la imagen de su amado se proyecta en la luz de la vela. Ella dibuja su perfil, lo que se considera el primer retrato de la historia. Los Proyectos de Artista, una sección diseminada entre los pabellones 7 y 9, conectan este precioso mito con la contemporaneidad.
Diana Larrea (Espacio Mínimo), por ejemplo, presenta una revisión histórica a través de retratos de pintoras de los antiguos Inventarios Reales del Museo del Prado en los que se atribuyen las autorías de cuadros realizados por mujeres a autores masculinos, cuestionando la validez de estos registros. Julia Santa Olalla (T20, recién fichada por F2) sin embargo, utiliza la figuración para expresar escenas de belleza y magia cotidianas en pinturas diáfanas y vibrantes, realizadas con maestría.
También brilla con luz propia la constelación de pintoras abstractas: Pepa Prieto (Espacio Valverde), cuyas abstracciones de ventanas abiertas evocan vestigios del inconsciente; Pae White (Elvira González + neugerriemschneider) con sus abigarrados trabajos de gran formato que recrean sorprendentes microcosmos; Cristina Babiloni (Álvaro Álcazar) y su crítica medioambiental sobre el calentamiento de los paisajes coralinos a través de la cromoterapia; Fabienne Verdier (Lelong & Co.) con sus volátiles patrones fruto de la repetición del gesto mediante la técnica de pinceles gigantes japoneses; o Caitlin Lonegan (Nächst St. Stephan Rosemarie Schwarzwälder), trabajando la pintura como arenosos sedimentos de colores tierra, rosas y celestes.
Delante de las cámaras
Por otro lado, Ana Esteve (Luis Adelantado), a quien también podemos disfrutar en el Museo Thyssen, presenta desde el videoarte un buen proyecto que aborda la construcción de arquetipos sociales en internet y cómo las nuevas generaciones crean nuevos modos de performar y comunicarse delante de las cámaras.
Entre la figuración y la abstracción se mueve Jan Zöller (Ehrhardt Flórez + Meyer Riegger) con una pintura de línea cercana a la viñeta pero de factura arcaica y sugestiva, y Adriana Proganó (3+1 Arte Contemporáneo), irónica y canalla, que personifica la pintura como una escultura de una mujer negra de poliestireno que “roba” los colores de los lienzos en blanco, salvo por pequeños testigos de color, para cuestionar el marco institucional del arte contemporáneo.
Apasionantes propuestas también dentro del capítulo escultórico. Teresa Margolles (Peter Kilchmann) nos trae un vestido de alta costura, bordado con esquirlas de cristales de los coches tiroteados en una afrenta entre el hijo del Chapo y el líder de una facción del Cártel de Sinaloa, presentado en la Bienal de Venecia. Margolles, afiladísima y rotunda, desvela cómo detrás del glamur se esconde la violencia y la corrupción.
Espiritualidad magnética
Cristina Mejías (Alarcón Criado) y Andrea Canepa (Rosa Santos) son dos de los mejores exponentes escultóricos del panorama joven nacional. Mejías, cuyo trabajo está inspirado en el agua y el aire que traduce en una fascinante tensión de piezas móviles y esculturas de pared de exquisita composición, evoca las fuerzas gravitacionales que influyen en Venus, mientras Canepa imagina rituales contemporáneos actualizando la estética de los Kindred of the Kibbo Kift, un grupo británico de los años 20 que basó en la acampada y la artesanía una nueva forma de educación influenciada por los movimientos del avant-garde.
Brilla con luz propia la constelación de pintoras abstractas, entre ellas Pepa Prieto, Pae White y Cristina Babiloni
No debemos perder de vista el trabajo de Ugo Rondinone (Esther Schipper) quien sugiere la estatuaria medieval con tres figuras asexuadas de 3 metros de altura de la serie nuns + monks.
Producidas en bronce, fueron escaneadas en 3D de modelos de barro para ser pintadas en intensos colores. Espiritualidad entre la materia y su negación a través de una dialéctica entre lo natural y lo artificial.
Pipo Hernández (NF/ Nieves Fernández) establece un curioso paralelismo entre el peso individual y la contemplación estética y Zush (Senda) vuelve a la escena con las campanas parlantes de bronce que abrieron su exposición del Museo Reina Sofía de 2000, acompañadas de unas “nagas”, dibujos de deidades hindúes con cabeza de mujer.
Interesante revisión histórica la que Rolf Art presenta como homenaje a María Teresa Hincapié & José A. Restrepo a través de un gran despliegue de su pieza Parquedades: Escenas de parque para una actriz, vídeo y música, uno de los primeros ejercicios de videoperformance experimentales latinoamericanos, en el que Hincapié improvisa con movimientos lentos y gestos sostenidos y que sirve de complemento a su excelente exposición del MACBA.
También el proyecto sobre Manolo Gil (José de la Mano) presentando los collages que hizo en el 57, su último año de vida, tras conocer a Oteiza, en los que se observa un delicado análisis y descomposición de las formas. Sin olvidarnos de Marcelo Brodsky (Henrique Faria), veterano del activismo y los derechos sociales, quien relata en sus piezas de imagen y texto las agonías del exilio y la emigración.
Para terminar, la crítica al papel de la mujer como musa para visibilizar a las mujeres en la sombra de la histórica Orlan (RocioSantaCruz), famosa por intervenir plásticamente su cuerpo, quien responde a Picasso en el centenario de su nacimiento hibridando su imagen con los retratos de Dora Maar.
Escribía el crítico Ángel Calvo el año pasado en estas mismas páginas que “solo queda esperar a que secciones como esta [estuvo dedicada en exclusiva a mujeres artistas] logren consolidarse como espacios de reparación histórica y no se queden en un parche”. Pues parece que no.