Las galerías madrileñas reservan el período de ARCO para destacar el trabajo de alguno de los artistas con quienes trabajan. Después de un tiempo de ausencia en la galería Juana de Aizpuru, en esta ocasión Montserrat Soto (Barcelona, 1961) presenta una síntesis, con novedades, de Paisajes a través del viaje, las series que ha desarrollado en los últimos años y que inició hace casi dos décadas.
En 2021, una vertiente pudo verse en Madrid en el Jardín Botánico –Doom City. Del ser nómada al ser sin lugar– y en el CAB de Burgos –Carretera al Imperio–, ya que la artista reside en la localidad burgalesa Gumiel de Izán. Enlaza ahora directamente con el arranque del itinerario en la galería, planteado como un viaje virgiliano a los infiernos dantescos, y que desemboca en el “Fin de tramo”, señalizado con un “Hic et nunc”, “aquí y ahora”. Una conclusión abierta y poética con la imagen de una balconada invadida por la maleza. La naturaleza arrasando siempre y a la postre la barbarie humana.
Partiendo desde un planteamiento conceptual de la fotografía, Soto es una ambiciosa investigadora y archivera de los lugares que habitamos. Sus registros reúnen amplias geografías, como puede verse en los escenarios reales recorridos, que van de Damasco a Nueva York, pasando por Namibia, Túnez, Cuba, São Paulo, Caracas, Jerusalén, Mauritania, París, Madrid o Barcelona.
Partiendo desde un planteamiento conceptual de la fotografía, Soto es una ambiciosa investigadora y archivera de los lugares que habitamos
En múltiples perspectivas: sociales y antropológicas, económicas y políticas, y también ecológicas. Una complejidad en el abordaje de la fotografía y de la inclusión en ella de la cultura visual que fue sintetizada en “su compromiso con la memoria y la naturaleza” cuando se le concedió el Premio Nacional de Fotografía en 2019.
Para comunicar tal complejidad, Soto se vale de señales con postes, rótulos y otros signos reales e introducidos digitalmente, con que resuelve el problema semiótico de la relación entre imagen y palabra, sentido y significado, ambiguo en la mera representación fotográfica.
Entre “la verdad de los signos y los signos de la verdad” de Henri Lefebvre, la artista subraya la construcción de la imagen fotográfica para hablarnos de migraciones y desplazamientos, poblaciones densificadas hasta el límite de la supervivencia y espacios abandonados a la codicia de la especulación. Allí donde habita el poder destructor, una y otra vez.
[Montserrat Soto: "En la era digital, la fotografía se ha liberado de las cadenas de la realidad"]
En este mundo de continuas emergencias, donde estamos forzados a vivir en alerta ante los “cisnes negros”, los acontecimientos inesperados pero decisivos transforman nuestra vida, como la última pandemia; y los “cisnes grises”, esas probables amenazas (económicas, sociales, ecológicas) que barruntamos, cada vez más inmersos en la incertidumbre.
Y sin embargo, en la ventana explícita que plantea la imagen fotográfica de Soto, su denuncia nunca es obvia y siempre invita a la reflexión mediante una mirada nostálgica y poética, de trasfondo romántico. De ese romanticismo distanciado y posmoderno, ajeno a cualquier tentación empática pero irrespetuosa con el drama humano de los más desfavorecidos, y que nos incluye, sin renunciar a la insurrección.