La retrospectiva Oskar Kokoschka. Un rebelde de Viena es un proyecto compartido por el Museo Guggenheim Bilbao y el Musée d’Art Moderne de París, en el marco de las revisiones que el museo programa para examinar la trayectoria de artistas modernos.
La muestra da cuenta de las tentativas del expresionismo crítico de Kokoschka (1886-1980), y de sus disidencias con el modernismo vienés y sus derivas decorativas. Y al mismo tiempo, su trayectoria estuvo jalonada de otras disidencias con el devenir de las guerras y los totalitarismos de diverso signo que asolaron Europa a lo largo del siglo XX.
El 1 de marzo del año 1886, en el seno de una familia de origen humilde, nace Oskar Kokoschka, en la localidad austriaca de Pöchlarn, situada en la ribera del río Danubio. Desde muy joven se interesó por el arte y la literatura clásicos. Durante sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Viena fue creciendo un poderoso influjo del artista Gustav Klimt, del psicoanalista Sigmund Freud, del compositor Gustav Mahler y del arquitecto Adolf Loos. En 1908 concluye sus estudios y a la vez inicia su actividad como escritor, que conciliará con su dedicación a la pintura.
La muestra se organiza atendiendo a periodos y contextos donde se inscriben su trayectoria artística y vital. En la sala introductoria, 'Un enfant terrible en Viena (1907-1916)', se despliegan sus primeras impugnaciones a la complacencia del estilo decorativo del Art Nouveau vienés y a los convencionalismos artísticos. Siempre atento a la figura humana, modulada por un expresionismo sui géneris cuyo énfasis cromático será un atributo formal muy reconocible y análogo a los fauves, que le eran contemporáneos.
En el retrato y el autorretrato se manifiesta su sagacidad introspectiva para dar forma al alma y a la personalidad de sus modelos. Todo ello cimentaría su fama como “Kokoschka, el pintor de retratos”. En 1912 conoció a Alma Mahler con quien tuvo durante varios años una relación amorosa convulsa y apasionada. Motivaría cuadros como La novia del viento, 1913.
En el retrato se manifiesta la sagacidad introspectiva de Kokoschka para atrapar el alma
La segunda sección, “Los años de Dresde (1916-1923)”, da cuenta de varios acontecimientos relevantes. La ruptura con Alma Mahler en 1914 y su participación en la Primera Guerra Mundial como soldado de caballería durante los años 1914 y 1915, donde resultó gravemente herido. Todo ello signará la práctica artística y literaria de ese periodo. Sobresalen sus pinturas Autorretrato, 1917, El poder de la música, 1918, y El pintor II (El pintor y su modelo II), 1923. En esta enuncia una ironía cabal: en el lienzo, en lugar de la modelo se representa a sí mismo.
[Londres, 1938: en defensa del 'arte degenerado' alemán]
“Viajes (1923-1934)” es la siguiente sección. Tras la renuncia a su cátedra en la Academia de Bellas Artes de Dresde, se dedica a viajar por Europa, África y Próximo Oriente, y pinta numerosos paisajes como el vibrante Marsella, el puerto II, 1925, y retratos como el dedicado a Brancusi, de 1932.
“Resistencia en Praga (1934-1938)” acoge obras de su estancia en esa ciudad mientras la guerra civil entre socialistas y fascistas acontece en Austria. Se reaviva su activismo contra el avance totalitario y algunos de sus cuadros fueron incluidos por los nazis en las exposiciones del arte degenerado. Autorretrato de un artista degenerado, 1937, fue su respuesta a este hecho. Destaca también en este periodo El manantial, 1922-1938.
Los nacionalsocialistas se anexionan Austria y se ve obligado al “Exilio en Inglaterra (1938-1946)” con Olda Palkovska, que había conocido en Praga y con quien se casará en 1941. Una ironía ácida cifra la pintura Anschluss. Alicia en el país de las maravillas, 1942. La última sección “Un artista europeo en Suiza, 1946-1980” es la más prolija y donde se muestra su potencia para el retrato y el autorretrato y para alegorías visuales que traman sus litigios con la historia contemporánea y la herencia clásica.
[Max Beckmann, hacia los altares]
En los años 50 inició un distanciamiento crítico respecto a sus contemporáneos. Sus formidables autorretratos de 1948 y 1969 o la representación de figuras como Pablo Casals, 1951, destellan en este apartado. También las fascinantes recreaciones alegóricas de Teseo y Antíope (El rapto de Antíope), 1958-1975, y El ocaso de Europa, 1968. Precisamente en esta pintura apela a la invasión rusa en Praga.
Su tensión expresionista y la riqueza cromática de sus obras encontrarían un eco en la renovación de la pintura alemana
Kokoschka se valió también del teatro, la escritura y el activismo político para manifestar la imbricación ética y estética de su compromiso. Su tensión expresionista y la riqueza cromática de sus obras encontrarían un eco en la renovación de la pintura alemana en los años setenta y ochenta protagonizada por los Neue Wilde –los Nuevos Salvajes–, interesados asimismo en una acción pictórica viva, emocional y a veces crítica.
En el marco de esta magnífica muestra se proyectará el filme Kokoschka, œuvre-vie, dirigido por Michel Rodde en 2017. Además, el catálogo traza un exhaustivo recorrido por la trayectoria del pintor con valiosas aportaciones. No cesó de postular un proyecto de Europa que permitiera una pluralidad de singularidades culturales y políticas, en un proyecto democrático hecho y por hacer.