Lluís Lleó, viaje al corazón de la pintura
El MARCO de Vigo presenta una monumental y necesaria retrospectiva del artista en la que reflexiona sobre el hecho de pintar
16 mayo, 2023 01:32El MARCO de Vigo presenta una monumental y necesaria retrospectiva de Lluís Lleó (Barcelona, 1961), artista que ha desarrollado gran parte de su trayectoria en Estados Unidos, aunque proviene de una dilatada saga de autores catalanes. Pittore es significativamente el título de la muestra, porque el asunto de la misma no es otro que una reflexión sobre la pintura.
La exposición permite diversidad de itinerarios y lecturas pero tal vez haya una pieza de arranque, The Perfect Year (iniciada en 2008 y en proceso de realización), localizada bajo el panóptico de esta antigua cárcel. En este emplazamiento clave y simbólico se ha instalado una estructura circular revestida de placas de terracota pintadas al fresco.
Se trata de una especie de dietario personal e íntimo, como aquellas libretas de apuntes que suelen utilizar los artistas, pero que aquí adquiere volumen y una forma arquitectónica. La exposición podría entenderse como el despliegue de esta obra por las salas en diversas direcciones.
Uno de los temas recurrentes de Lleó es la idea de espacio como pintura y esta obra es ya una arquitectura en sí misma pero, además, alguno de los títulos de sus piezas hacen referencia directamente a la pintura como habitáculo, como Aquí vive un pintor.
Cuenta Lleó que, siendo niño y acompañado por su padre, también pintor, se escondió en uno de los huecos de los ábsides románicos del Museo de Arte de Cataluña que atesora pintura medieval. Entrar ahí fue una iluminación: era habitar y estar en la pintura, en un espacio de lo sagrado y de la utopía, de la belleza y de lo sublime. La pintura como un claustro o retiro de reflexión, de silencio, de diálogo consigo mismo. Este es el significado de esta casa del pintor.
La pintura para Lleó es como un claustro o retiro de reflexión, de silencio, de diálogo consigo mismo
Otro de sus motivos recurrentes es la ventana, desde siempre asociada a la pintura. Muchos son sus significados y algunos no se orientan hacia el exterior, sino que representan una inmersión hacia el interior de la pintura misma. Es como si el artista seccionara con un bisturí su superficie para saber cómo está hecha por dentro, cómo circula su sangre, cómo palpita su corazón, con el objeto de encontrar su alma.
Uno de los momentos de mayor intensidad del recorrido es la sala de papeles de formato gigante, piezas frágiles y sutiles tituladas con los nombres de diversas variedades de una mariposa exótica. Y, efectivamente, los papeles, como si flotasen en el espacio, son metafóricas alas de mariposa que se asocian al color –esto es lo pictórico– y a la belleza.
Paralelamente a esta levedad, Lluís Lleó trabaja también elementos volumétricos con piedra u otros materiales. Se trata de objetos ambiguos, entre la pintura y la escultura, porque son tratados con pigmentos y otros procedimientos plásticos.
[Alex Katz, pintura más allá de la forma]
La exposición se cierra con una gigantesca pieza, Fe (2023), que posee un carácter totémico, aspecto que viene subrayado por la presencia de una cruz pintada sobre un papel. Esta es otra de las ideas que sobrevuela el conjunto: la pintura como un espacio de diálogo con lo transcendente. El arte como casa del pintor, las ventanas que miran al interior, las alas de mariposa, lo transcendente... Es un itinerario de los muchos posibles por esta rara y extraordinaria exposición. Un viaje al corazón de la pintura.