Durante el confinamiento por la pandemia, el artista Damien Hirst (Bristol, Reino Unido, 1965) redescubrió el estimulante placer de pintar en solitario en su estudio, en sus palabras “de sumergirse en las pinturas y bombardearlas por completo de un extremo al otro”. Así, tras años complicados logró realizar nuevas series renovándose al completo, como si un nuevo Hirst hubiera nacido.
“La pandemia —afirmaba— me dio mucho más tiempo para convivir con los cuadros, mirarlos y estar absolutamente seguro de que todo está terminado”. La primera serie que marcó su triunfal regreso fue Cherry Blossoms ("Los cerezos en flor") que se presentó en la Fundación Cartier de París en 2021. Con ella sigue triunfando por el mundo. De hecho, acaba de pintar con flores de cerezos los 600 metros de fachada de la tienda de Tiffany en el barrio tokiota de Ginza, un edificio icónico de tres pisos diseñado por el gran arquitecto Kengo Kuma.
2019 y 2020 fueron años de frenética productividad para el artista inglés. Ahora, la casa de subastas Phillips, en la Berkeley Square de Londres, acoge en su galería de dos pisos la exposición Where the Land Meets the Sea (“Donde la tierra se encuentra con el mar”), una muestra fascinante de la última obra pictórica de Damien Hirst, que comenzó a pintar a la vez que la serie de los cerezos en flor. Se trata de una selección de más de 200 pinturas pertenecientes a sus tres series más recientes: Coast Paintings, Sea Paintings y Seascapes (Pinturas costeras, Pinturas marinas y Paisajes marinos) y cuyos estilos van desde la abstracción al fotorrealismo.
Inspiradas en la conexión de toda una vida que Hirst tiene con el mar, en realidad bien podrían leerse como una bellísima síntesis de toda su vida profesional. En este sentido, Cheyenne Westphal, presidenta de la casa de subastas Phillips, explica: “La relación entre el artista y el mar es un elemento central en su vida y su obra. Estas series, llenas de símbolos, evocan particularmente su pasatiempo de caminar por la playa mirando el mar, desde lo más reciente, en el Reino Unido durante el invierno, hasta sus recuerdos de vacaciones de niño en la costa británica”. Westphal añade: “Hirst adora el mar. De niño solía ir a veranear a la costa británica y algunas de estas pinturas son como volver a esa época. Vivir o estar cerca del mar le da su sentido en el mundo y a lo que hace”.
Damien Hirst, que confiesa estar “muy emocionado” de presentar su última serie de pinturas en Phillips, cuenta: “Esta exposición es una exploración inspirada en la costa, en los grises inviernos británicos. Crecí en Leeds en West Yorkshire y a menudo iba de vacaciones a Scarborough, Filey, Whitby, donde desembarcó el conde Drácula, a la bahía de Robin Hood y a Skegness. Siempre he pasado mucho tiempo caminando y pensando en la playa y mirando el mar, presenciando la poderosa acción de las olas rompiendo en invierno. Me da una sensación de insignificancia y vastedad, y a la vez de lo inevitable, que el mundo y todo lo que hay en él, eventualmente, se desvanecerá hasta quedar en nada”.
Belleza, mortalidad, vida
Como muchos grandes artistas, Damien Hirst siempre ha reflexionado a través de su arte sobre los temas fundamentales de la condición humana, y esta exposición es una continuación de ese diálogo con la vida, la belleza y la decadencia. Como señala Cheyenne Westphal, “estas series del mar invitan a los espectadores a contemplar temas ya clásicos en la obra de Hirst, como la mortalidad y la brevedad de la existencia, y a la vez a unirnos a la celebración de lo sublime y también de lo espantoso, todo lo que conduce la incesante búsqueda de Hirst para desafiar los límites del arte" .
Damien Hirst pintó las tres series que componen Where the Land Meets the Sea simultáneamente; además se complementan y hacen referencia las unas a las otras.
La primera serie, Coast Paintings ("Pinturas costeras") son pinturas de acción (action painting) abstractas que llevan el nombre de ciudades costeras británicas, en cierta forma inspiradas en Robert Motherwell, un artista que fascina a Hirst. El comienzo de esta serie fue producto del azar: en 2019, mientras pintaba su aclamada serie de los cerezos en flor, caían al suelo gris salpicaduras de color que iban destinadas a los cuadros de los cerezos (a modo del dripping painting de Jackson Pollock).
Esas fortuitas manchas de color le parecieron tan bellas a Damien Hirst que decidió reelaborarlas y convertirlas en lienzos. Así lo explica: “Me encontré mirando el suelo de mi estudio mientras pintaba las flores de cerezos y pensé que, en ciertos puntos y en ciertas áreas, el suelo parecía mejor que las pinturas de las flores. Entonces detuve momentáneamente las pinturas de los cerezos, coloqué lienzos horizontales por todo el suelo y pinté el fondo de un gris medio. Una vez terminé la serie de los cerezos, cogí los lienzos, los monté sobre bastidores y, al mirarlos, realicé una asociación. Pensé que el gris parecía un cielo de una mañana de invierno británico, mientras las salpicaduras me recordaban a mis vacaciones de la infancia; brillantes, fríos y tardíos veranos junto al mar en pueblos costeros del norte de Inglaterra. Fue entonces cuando decidí que debería crear una serie sobre las costas británicas".
Esos territorios, como zona liminal entre la vida ordinaria y las fantasías de escape, ofrecen una poderosa metáfora del capricho de los sentimientos, y en esto las pinturas costeras de Hirst se asemejan a la serie Beside the Sea de Robert Motherwell, iniciada a principios de la década de 1950 en Provincetown (Massachusetts), en cada una de las cuales una pizca de pigmento, que recuerda a un chorro de agua, salta sobre la línea del horizonte. Más que simples imágenes, las imágenes de Motherwell son anotaciones de sentimientos: de su intensidad y su fugacidad, tal y como sucede con las obras de Hirst.
En estas series lo excepcional es como Hirst trastoca dos estilos con los que ha experimentado décadas. Si en esta primera serie subvierte la abstracción que veíamos en sus anteriores pinturas de Spots o Spin, en su segunda y tercera serie, las Pinturas Marinas y los Paisajes Marinos lleva al límite sus experimentos a lo largo de más de dos décadas con fotorrealismo, que se había convertido en una obsesion.
Las Pinturas marinas y los Paisajes marinos son imágenes fotográficas pintadas que se encuentran en Internet, tomadas de todo el mundo de poderosos mares y áreas costeras. Durante los últimos 25 años, Damien Hirst ha estado trabajando en el estudio con asistentes tratando de recrear imágenes capturadas con un solo clic de una cámara perfectamente en pintura.
Así lo describe Hirst en el catálogo: “La colisión de fotografía y pintura se ha convertido en más que una obsesión, y los resultados más recientes son las Pinturas Marinas. La fotografía ha sido un gran problema para los pintores desde que se inventó, y he estado luchando con esto desde la infancia, cuando me decían con frecuencia: "Cuando puedes pintar una pintura mía que parece una fotografía mía, ¡entonces eres un verdadero artista!".
Sea Paintings o Paisajes Marinos marca la última iteración en la práctica establecida por Hirst de producir pinturas a partir de fotografías, congelando en escala de grises el poder y la energía de las tormentas costeras. La presidenta de Phillips señala: “A Hirst le encantan los momentos en los que el mar llega a la costa, sobre todo cuando está salvaje, de máxima actividad, y son los que captan esta serie. Cada uno de sus cuadros parece un instante congelado en el tiempo de máxima acción, como sucede con las fotografías. Las pinturas fotorrealistas parecen fotos grandes ampliadas e impresas en lienzo, pero en realidad son pinturas por derecho propio. Siempre en monocromo, capturan la naturaleza dramática del mar en acción en los días de tormenta”.
Cheyenne Westphal, que conoce a Hirst desde hace años cuando trabajaba en Sotheby's, afirma: "Es uno de los artistas más creativos que he conocido. Ha experimentado con muchos estilos, siempre trabajando de forma muy intensa día y noche y empujando constantemente los límites de su arte”.
Damien Hirst labró su reputación y su fama mundial sobre todo como artista conceptual, con sus esculturas e instalaciones de animales preservados en formol, sus series con mariposas, diamantes o productos farmacéuticos. Sin embargo, la pintura siempre ha jugado un papel esencial en la obra de Hirst. En esta nueva exposición descubrimos a este nuevo Damien Hirst, enamorado de la pintura, que transciende a la provocación artística.
"He tenido un romance con la pintura toda mi vida, incluso si lo evitaba. Como artista joven, reaccionaba al contexto, a mi situación. En la década de 1980, la pintura no era realmente el camino a seguir", afirma Hirst. Finalmente se ha reconciliado con la pintura y es fantástico adentrarse en esta muestra en su proceso creativo, que él mismo describió así durante el confinamiento: “Estoy pintando la vista del río desde mi ventana [en su estudio en Hammersmith, al oeste de Londres] y todo cambia tanto y con tanta frecuencia que las pinturas terminan siendo colecciones de muchos pequeños momentos, como mareas altas y bajas. Desde el confinamiento me encanta pintar solo, el público viene después”.