Un importante acontecimiento artístico, con una dimensión doble y que nos lleva a uno de nuestros artistas contemporáneos de mayor relevancia, Antonio Saura (Huesca, 1930 - Cuenca, 1998), tendrá lugar en este mes de septiembre. Muy cerca del pasado 22 de julio, día en el que se cumplía el 25 aniversario de su fallecimiento, se han programado dos exposiciones de notable consistencia y alcance. La primera, en Opera Gallery Madrid, se abrirá el día 14. Y al día siguiente, la segunda, en Fundación Bancaja Valencia.
Opera Gallery, que abrió su espacio en Madrid en mayo, es un proyecto internacional cuya actividad comenzó en 1994 y que en la actualidad cuenta con 16 galerías de arte en todo el mundo. Al elegir ahora la figura de Antonio Saura plantea como objetivo el apoyo al arte español. La exposición, comisariada por Belén Herrera Ottino, presenta más de 60 obras datadas desde 1958: más de 50 sobre papel y unos 10 lienzos. Y la propuesta se completa con 19 carteles, un género al que Saura prestó bastante atención.
La frase que se emplea en el título de la muestra, Pintar como querer, está tomada de un texto sobre Goya de José Bergamín con ese mismo enunciado, publicado en 1937. En ella está ya contenida una de las cuestiones centrales de la trayectoria artística de Saura, que tiene como uno de sus núcleos un diálogo constante con Goya. Algo que él mismo hace explícito en sus textos y también con las series Retratos imaginarios de Goya y Perros de Goya, que tuvieron su inicio en 1967 y a las que aquí se presta atención.
Sobre Perro semihundido (1819) de Goya, perteneciente a la serie de las Pinturas Negras, Saura indicaba en un texto su fascinación desde niño por esa imagen, cuya presencia y recuerdo habrían “dado origen a diversas pinturas en tela realizadas en grandes dimensiones, así como a múltiples obras en papel en las que he empleado técnicas muy diversas”.
Cuando en 1993 se le hizo un homenaje en Fuendetodos, la ciudad aragonesa donde nació Goya, Saura escribió una dedicatoria al museo de Fuendetodos, “ciudad natal de mi abuelo Goya”. Saura se consideraba “nieto” de Goya. Como él, nacido en Aragón y con etapas de vida en Francia. Y, sobre todo, como él, buscando a través del arte las interrogaciones y las vías de sentido de la vida.
Saura integra en sus obras la figuración y la no figuración, del diálogo con Goya a las pautas del arte del siglo XX
El diálogo con Goya se mantiene y se abre a otros artistas y cuestiones en las demás series y ejes temáticos que articulan la muestra: Auto de fe, Cabezas / Sudarios, Crucifixiones, Damas, Desnudos paisajes y Multitudes.
La Fundación Bancaja de Valencia presenta una gran retrospectiva que recorre seis décadas de su trayectoria, con obras realizadas entre 1940 y 1990. Los comisarios, Lola Durán y Fernando Castro Flórez, han reunido cerca de 90 obras, procedentes casi en su totalidad del Museo Reina Sofía, y se presenta por primera vez Las tres Gracias (1997). Se establece así un panorama de los ejes y temas centrales del autor: Damas, Desnudos, Crucifixiones, Multitudes, Cabezas y Retratos imaginarios.
[El arte español de la Transición a través del archivo de Juana Mordó]
El trabajo artístico de Saura es plural. Su lenguaje básico es la pintura, que aplica en una gran variedad de soportes, pero también hay que tener en cuenta su diseño de escenarios y decorados para obras dramáticas, ballets y ópera. Y son muy significativos sus textos: la escritura de pensamiento que estuvo en el trasfondo de sus obras.
Considero que lo más decisivo en este artista esencial es cómo integra en sus obras la figuración y la no figuración, desde su diálogo con Goya hasta las pautas de representación en las artes del siglo XX. En él se puede comprender en profundidad lo inadecuado que es utilizar el término “abstracción” como fórmula de distinción artística, algo que empezó a emplearse a partir de 1910 con la primera acuarela llamada “abstracta” de Wassily Kandinsky.
En todas las artes, desde sus inicios en la Grecia Clásica hasta hoy, interviene la abstracción, la proyección de sentidos y significados a través de las diversas representaciones sensibles. Por eso es más preciso hablar de figuración, en la que siempre hay abstracción, y de no figuración, en la que también la hay.
Y la obra profunda, plena de intensidad y de juegos irónicos, de Antonio Saura integra tanto la una como la otra en una línea intensa de abstracción. Con ello, a través de la pintura, en sus diversas modulaciones y soportes, nos lleva a la interrogación de la existencia. Antonio Saura: el espejo de la vida en la pintura.