La expectación era total ante el anuncio del programa que prepara el Museo Reina Sofía para los próximos cinco años. Y, muy pronto, un sonriente Manuel Segade nos avisaba de que no se anunciaría ningún título ni nombre de artistas de las exposiciones sino los nuevos aires con los que va a respirar la institución a partir de ahora, más relajados -parece- rejuvenecidos, horizontales y performáticos.
Segade presentaba con precisión el plan con el que ganó el concurso de director el 5 de junio, hace poco más de 100 días, en un gesto de transparencia muy oportuno. Llegaba entonces al puesto en un ambiente algo bronco, con los últimos coletazos que había protagonizado antes de su salida Manuel Borja-Villel, el director durante 15 años de la institución que le ha dado la forma que hoy conocemos.
Y así ha empezado su intervención Segade, agradeciendo las herencias recibidas, no solo de Borja-Villel sino de todos los que fueron antes. Sus primeras palabras han sido para María de Corral, que será además miembro del nuevo consejo del centro, por poner al museo en el mapa internacional y por míticas exposiciones como Cocido y crudo.
De José Guirao recordaba Segade la ampliación del edificio que acometió y los ejes temáticos, el del arte latinoamericano entre ellos, que puso en marcha. El trabajo de las vanguardias históricas le corresponde a Juan Manuel Bonet. Y de Manuel Borja-Villel ha destacado toda la labor de fontanería acometida en la institución. El repaso es largo: desde convertirla en un organismo autónomo, hasta sacarla fuera de sus cuatro paredes (el Archivo Lafuente en Santander o los guiños al barrio de Lavapiés), la Ley propia, las dos fundaciones (de Amigos del Museo y la Fundación Museo Reina Sofía) o, cómo no, la nueva lectura de la colección.
“No van a ser estos nuevos años, por tanto, un periodo de transición sino de consolidación”, serían las palabras que resumen el espíritu de los que está por llegar. Eso sí, con un cambio generacional, que se va a notar, y otro tono que hará hincapié en el consenso y la escucha, traducido en un museo menos personalista abierto a otras manifestaciones culturales. “El museo -continuaba Segade- es un lugar perfecto para constatar otros futuros que ya están aquí” y mencionaba al artista Dan Graham y su museo como "gran lugar donde reavivar el amor".
Más performance y artistas españoles
Este nuevo "museo seductor" no pondrá el foco solo en las exposiciones sino también en los programas educativos y en las actividades. Las artes vivas, uno de los puntos fuertes de Segade, lo inundarán todo, colección, temporales, programas públicos… y se quiere integrar otros palos de la cultura popular, como puede ser el trap. Con todo esto se apunta también hacia el público más joven, un nicho al que hasta ahora no se ha había llegado.
La colección, y sus 24.000 obras, seguirán siendo una pata fundamental y se incrementará también a través de las exposiciones temporales (de la muestra de Campo cerrado, por ejemplo, ya había un capítulo en Vasos comunicantes, la gran reordenación de la colección de Borja-Villel que mostraba un 5 % de los fondos de la institución). El Guernica, no se preocupen, seguirá en el mismo sitio y además de poderse fotografiar desde hace unas semanas, se mejorará la circulación por su sala.
Continuará la política de incentivar los depósitos de legados de artista y se intentará que otros museos autonómicos cedan parte de sus fondos por un periodo determinado.
¿Y los artistas nacionales? Se prestará especial atención a la escena del arte española de todas las generaciones abriendo sus puertas a distintos tipos de montajes y a comisarios externos de fuera de la casa.
Las exposiciones de nueva producción las seguiremos viendo en el Palacio de Cristal, pero se va a incidir en la producción de nueva obra en todas las temporales, “como apoyo a la supervivencia de los artistas y de las galerías y pensando también en proyectos de mayor calidad con piezas pensadas específicamente para el lugar”. Y tanto en el Palacio de Cristal como en el de Velázquez habrá más performance. Los ejes temáticos estarán relacionados con la propia historia del museo, que ya tiene un pasado para sacar músculo, el arte español (también emergente y de media carrera) y continuarán los proyectos de tesis.
Arquitectos en el consejo
A toda esta transversalidad, nuevas voces y generaciones se suman otras caras en el comité asesor: la ya Mencionada María de Corral; el que fuera subdirector del museo João Fernandes; Amanda de la Garza, directora del MUAC de México, centro de arte con el que Segade colaboró mucho desde el CA2M de Móstoles; la comisaria latinoamericana Inés Katzenstein, directora del Instituto de Investigación Patricia Phelps de Cisneros para el Estudio del Arte de América Latina en el MoMA; Chus Martínez, que durante mucho tiempo sonó como sucesora de Manuel Borja-Villel; Gloria Moure, que fue directora del CGAC de Santiago y Vicente Todolí, exdirector de la Tate.
Habrá también un comité asesor de arquitectura y diseño compuesto por los arquitectos españoles de trayectoria internacional Juan Herreros, Andrés Jaque y Marina Otero Verzier. En resumen: acento latinoamericano y esfuerzo por recuperar nombres potentes nacionales en el extranjero.
Se irán haciendo pequeñas acciones en los dos próximos años, pero la 'programación Manuel Segade 100 %' no la veremos hasta finales de 2025. Un lujo, recordaba él, poder aterrizar con un colchón de dos años ya programados.