Dora García (Valladolid, 1965) es una revolucionaria. Subvierte el sistema artístico, reta las convenciones, reinventa las reglas del juego. Todo su trabajo versa sobre la idea de ausencia como un relato sin fin que se despliega en más de dos décadas de práctica artística, y que le han valido el Premio Nacional de Artes Plásticas 2021 o haber representado a España en la Bienal de Venecia de 2012.
Ahora inaugura nueva exposición en Es Baluard (Palma de Mallorca) que lleva por título Romeos, luchadorxs e insecto, en la que trabaja desde la repetición viciosa, o virtuosa, de proyectos reinterpretados en diferentes museos y contextos, ya que, como ella misma afirma: “Todos los artistas hacen la misma pieza una y otra vez”.
Pregunta. ¿Puede el amor ser un arma?
Respuesta. Desde hace cuatro años estoy trabajando en un proyecto cuyo nombre es “Amor rojo” y tiene mucho que ver con lo que ha pasado desde 2015 con el feminismo, lo que se llama la cuarta ola que realmente ha sido muy transformadora. Empecé a buscar sus genealogías y fui a parar a los marxismos feministas de principios del siglo XX y cómo ellas ponían el amor en lo colectivo como algo verdaderamente revolucionario. La cuestión del amor siempre ha estado en el centro de la revolución, como la famosa frase del Che Guevara: “Un revolucionario es un hombre enamorado”.
P. Su trabajo se puede interpretar como un metarrelato o un metacomentario de los escritores que le interesan. ¿Es una continuadora de historias?
R. Aquí diría yo una cosa un poco repelente que es que yo soy una escritora de notas a pie de página… En realidad es una forma de timidez, pero a la vez de protección. Quizás al hacer referencia a un autor te proteges de decirlo tú, porque un comentarista siempre se expone menos que un autor. Yo prefiero el papel de comentarista, teniendo en cuenta que los comentaristas son autores también.
“Soy una escritora de notas a pie de página… En realidad es una forma de timidez, pero a la vez de protección”
P. Dice que ve el mundo a través de la literatura ¿Cuáles son sus historias favoritas?
R. Pues mi historia favorita del mundo mundial, la que más me gusta, es Wakefield, del escritor norteamericano Nathaniel Hawthorne. Es la historia de un hombre que se marcha de su vida para verla desde fuera. Todo mi trabajo está contenido en este cuento.
P. ¿Y las historias que no puede soportar?
R. Hay muchos autores que no soporto, no sabría contestar.
[Dora García, augurios cumplidos]
P. ¿Cuál es su relación con la ciencia ficción? ¿Es una manera de imaginar futuros?
R. La ciencia ficción no habla tanto del futuro como del presente. Es una manera de entender los procesos que están pasando y que están ocultos. Por tanto, es una herramienta de análisis social del presente, que es lo que me interesa. Vivimos en una historia de Philip K. Dick. Ahora acabo de leer El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu, que se proyecta a millones de años y me ha hecho pensar en mi proyecto El bicho. En realidad está hablando de cosas de ahora, como qué futuro se merece la humanidad, si nos merecemos o no la extinción…
P. Usted es una gran lectora, ¿lee lo que escriben los medios sobre su trabajo?
R. Pues no. La última cosa que leí fue tan horrorosa que decidí que ya no leía más (risas). He tenido críticas tan destructivas que lo que yo he sufrido no se lo deseo a nadie. No le veo sentido a hacer una crítica demoledora, no escribes y ya está, no tiene sentido destrozar a alguien y menos aún si tiene 20 o 30 años. A mí eso me dejó un poco traumatizada.
P. ¿Fue al principio de su carrera?
R. No solo al principio, también con el Pabellón de España en la Bienal de Venecia. Se pasaron tres pueblos. A mí me pareció que había mucha misoginia en aquello. A mí y otras artistas como Lara Almárcegui o Ana Laura Aláez. He observado que a las mujeres nos tratan especialmente mal allí. Llama la atención el afán por demoler y destrozar cosas sin ni siquiera haberse parado a intentar entenderlas.
"La ciencia ficción no habla tanto del futuro como del presente. Vivimos en una historia de Philip K. Dick"
P. ¿Cuál es el hilo conductor de esta exposición?
R. Como bien ha dicho al principio, la idea del deseo político, eso es lo que une a los cuatro proyectos que se presentan. A partir de ahí se crea una genealogía.
P. ¿Qué proyectos son?
R. El bicho, que está basada en una obra de teatro de Vladimir Mayakovski, La chinche (1928), y que habla en clave de ciencia ficción del salto en el tiempo. Trata sobre las cosas que siguen igual y cómo hay una especie de fatalidad. “El bicho” se inserta en el sistema porque a pesar de todas las revoluciones y de los grandes deseos de cambio siempre hay que luchar contra una especie de bicho que hace que no salgan las cosas. La revolución es una promesa que siempre está por venir.
»Otra pieza, Luchadorxs, son carteles de eslóganes feministas con imágenes de archivos históricos de Mallorca sobre las milicianas en la Guerra Civil. Si pudiera desear algo tiene que ver con la idea de que la tristeza y la decepción de todas las revoluciones no cumplidas no es algo que deba llevarnos al derrotismo sino que, al contrario, debe ser como una especie de casa, un refugio para coger fuerzas.
»Y por último, Los Romeos son performers cuya misión es seducir al espectador. Tienen esta característica de que una vez se coloca el póster con sus retratos son obra lo quieran o no. Si te los encuentras por las calles de Palma de Mallorca no puedes estar seguro si la performance está o no activada. La performance ocurre allí donde estén ellos. En cualquier momento que te encuentres con un hombre joven atractivo que es muy simpático contigo puede resultar ser un Romeo, por lo que hay que estar siempre ojo avizor respecto a la autenticidad de sus intenciones.
[Dora García, existir en la escritura]
P. ¿Qué futuros proyectos tiene?
R. Acabo de empezar uno por iniciativa del CNIO, el centro de investigación sobre el cáncer, en el que me propusieron ir al Polo Norte con un científico. He ido este mes de agosto, cuando el Polo Norte es menos Polo, para comenzar un proyecto sobre la extinción.