Un diálogo entre las obras de Eduardo Chillida (1924-2004) y algunos de los artistas con los que trabajó el histórico marchante Aimé Maeght junto a su esposa Marguerite, se expone en Chillida Leku. Bajo el título Universo Maeght, una selección de obras de Georges Braque, Alexander Calder, Alberto Giacometti, Pablo Palazuelo, Julio González, Jean Arp, Barbara Hepworth, Antoni Tàpies, Joan Miró o Marc Chagall recrean aquel destello de modernidad artística que, tras la guerra que había asolado Europa y a pesar del exilio de tantas personalidades artísticas y del pensamiento, acontecía en París.
La galería Maeght, que incluía una librería que vendía obra gráfica, libros de artista y revistas, se inauguró en París en diciembre de 1945. Su impronta moderna se anunciaba con el artista elegido para la inauguración: Henri Matisse. Desde entonces ha sido un genuino espacio catalizador de arte moderno y contemporáneo, que además generó vínculos fraternos que iban más allá del arte y de las relaciones comerciales. Giacometti, Kandinsky, Léger, Braque, Calder, Chagall, Miró, Tàpies, Alechinsky, Kelly, Palazuelo y otros célebres artistas han constelado por la historia de Maeght.
Esta muestra, organizada en colaboración con la Fondation Marguerite y Aimé Maeght y la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, inaugura la secuencia de actividades que se desplegarán a lo largo del 2024 para conmemorar el centenario de su nacimiento. Y como no podría ser de otro modo, esa celebración lleva por título Eduardo Chillida. Lugar de encuentro, tomado en préstamo de una importante y monumental serie escultórica que realizó en los años setenta.
Un aire de fraternidad creativa modulaba la relación entre los artistas de Maeght
Valdría también esa denominación para subtitular esta muestra que evoca un aire de fraternidad creativa y cooperativa que modulaba la relación entre esos artistas. Y también entre Aimé Maeght y Chillida a lo largo de tres décadas. Antes de realizar su primera muestra individual en la galería, en el año 1956, el escultor vasco presentó una escultura en 1949 en el Salón de Mayo. Al año siguiente otras dos obras se incluyeron en una colectiva organizada en Maeght. El entusiasmo de los galeristas por la obra del joven escultor precipitaría un largo compromiso que se inició con la individual mencionada. Chillida llegó a París en 1948 y allí estuvo hasta 1951, conoció entonces a Pablo Palazuelo con el que inició una amistad indeleble y fue mentor de sus primeros pasos. Ese periodo fue decisivo para el devenir de su trayectoria.
Ahora se recrea en parte esa historia moderna de afinidades y amistades que dejó huella en las elecciones formales de Chillida. En las campas a modo de recibimiento, y en compañía de otras piezas monumentales de Chillida, se encuentra Morning cobweb, 1979, de Calder. Junto a la entrada del caserío Le pépin géant, 1937-66, de Arp, muestra la ironía y las formas sinuosas de ese artista dadaísta.
Ya en el caserío encontramos una de las múltiples variaciones que Giacometti realizó de su célebre Homme qui marche, 1960. El recorrido de la sala principal se inicia con una fotografía de la Fundación Marguerite y Aimé Maeght, tomada en 1974, en la que están Chillida y Pilar Belzunce y buena parte de los artistas vinculados a la galería. Hay un aire de familia y de comunidad artística entre artistas de diferentes generaciones. Diríase que alrededor de los promotores de la galería y la Fundación se fraguó una fraternidad moderna.
Una síntesis de surrealismo y principio abstracto en la escultura es la pieza de Calder, Trois soleils jaunes, 1965, que cuelga del techo. Palazuelo y sus enigmas geométricos están representados por un dibujo fascinante y la escultura Impulsion suspendue II, 1978. Magnífica es la pieza Daphné, de Julio González, ejemplar puesta en forma de la escultura como dibujo en el espacio. Barbara Hepworth está incluida con Figure (Walnut), 1964, cuyas formas orgánicas contrastan con la geometría abstracta de Chillida. Joan Miró está representado por tres piezas, entre las que cabe destacar Projet pour un monument, 1972. Obras de Chagall, Braque y Tàpies completan este pequeño y plural universo.
Por su parte, Chillida realizó grabados y aguafuertes en el taller de Adrien Maeght. Una importante escultura de granito está instalada en los jardines de la Fundación Maeght como hito de una historia compartida. Además, una serie de obras intercambiadas entre los artistas o regaladas, junto a un conjunto de fotografías que documentan esas relaciones fraternas completan esta sugerente muestra preparada por por Ignacio Chillida, Isabelle Maeght y Estela Solana. Una publicación en cuatro idiomas saldrá en breve y permitirá una divulgación de este singular universo.