El Ministerio de Cultura ha adquirido La Piedad, una obra fechada en la etapa temprana del pintor aragonés Francisco de Goya (1746-1828), por valor de 1,5 millones de euros. La obra se destinará a la colección permanente del Museo Nacional del Romanticismo, museo de titularidad estatal y gestión del Ministerio.
El cuadro, inédito hasta época reciente, permite conocer mejor la pintura religiosa del artista. Mide 83,5 x 58 centímetros y conserva su tela, bastidor y marcos originales.
La obra se ha fechado entre 1772 y 1774, por lo que es un testimonio relevante sobre las fuentes de inspiración que el aragonés recogió de su viaje a Italia, donde pudo conocer La Piedad de Miguel Ángel y otros modelos de Carracci, Maratti y Giaquinto. Tras su regreso a Zaragoza en 1771, Goya pudo expresar su evolución en sus trabajos en la Basílica del Pilar y en la Cartuja Aula Dei, con un estilo comparable con el de La Piedad adquirida por el Ministerio.
En la última década, el lienzo ha sido objeto de distintas solicitudes para su exportación, si bien estas han sido denegadas al tratarse de una obra de gran rareza, representativa del periodo temprano de la producción de su autor y por constituir uno de los pocos ejemplos de su obra religiosa, ayudando así a definir la figura del artista en su contexto.
Con esta Piedad, el Museo Nacional del Romanticismo refuerza la presencia del “romántico quizá más glorioso y original”, en palabras del historiador del arte Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935). Hasta ahora, la institución solo contaba con una pieza de Goya, San Gregorio Magno, Papa, una obra monumental que pertenece al museo desde su fundación y que da buena prueba de la importancia que la producción del aragonés tuvo en el periodo romántico.
Actualmente, el San Gregorio Magno, Papa preside el Oratorio, un espacio propio de las viviendas acomodadas que se empleaba para la devoción privada y donde se oficiaban los actos religiosos de carácter íntimo, como bodas, bautizos o velatorios. Precisamente, la temática y el tamaño de La Piedad sugieren que fue un encargo de algún eclesiástico o comitente de la burguesía zaragozana para cumplir una función devocional privada o doméstica.