¿Por qué, Dalí? Una pregunta tan breve como perturbadora ha servido como leitmotiv para reunir al pintor Antonio López, al escritor Javier Sierra y a Montse Aguer, directora de los Museos Dalí, a dialogar alrededor a la figura del artista surrealista.
Lo hacen en un ensayo, editado por Planeta, que se centra en una de la obras más enigmáticas de Salvador Dalí, Cristo de San Juan de la Cruz (1951). Con motivo de la exposición monográfica de la obra, que se expone en el Museo Dalí de Figueres desde noviembre hasta abril de 2024, siendo esta la primera vez después de casi 71 años que se puede ver la obra en España, ya que está conservada en la Kelvingrove Art Gallery and Museum de Glasgow desde 1951.
Para Aguer, "no es un libro al uso, lo puedes empezar por donde quieras, y es una edición muy cuidada. Su relación bibliográfica hará que todos los que quieran hablar de El Cristo de Dalí tengan que leerlo, es para un público amplio, pero también para estudiosos", matizó durante la presentación del mismo en el Museo Thyssen-Bornemisza, a la que también acudió Guillermo Solana, director artístico de la institución, que calificó de "warholiana" la obra de Dalí.
Algo no tan sorprendente, ya que el pintor estuvo muy influenciado por la cultura pop estadounidense y llegó a utilizar a un actor de Hollywood, Russ Saunders, para utilizarlo como modelo para su obra. El catalán estuvo viviendo en Nueva York durante ocho años, de 1940 a 1948, un momento en el que se comienza a "reinventar el icono del arquetipo de Jesús, intentando adaptar lo religioso a través de la figura de Superman", aseguró Javier Sierra, que también ha participado en el libro.
El escritor ha querido directamente apelar al mismísimo Dalí, escribiendo una carta, en cinco entregas, en la que exige al pintor una respuesta desde el más allá. El Premio Planeta 2017 por El fuego invisible ha recorrido el mismo camino que hizo el de Figueres, un "discreto, pero no secreto" viaje a Ávila para tratar de reconstruir cómo el artista pasó de un estilo más surrealista a su etapa de carga mística, a la que se adscribe El Cristo.
Fue en el convento abulense de San Juan de la Cruz y Santa Teresa donde Dalí encontró la inspiración divina. Él tenía la idea de impregnarse del personaje de Teresa de Ávila para hacer una película sobre la religiosa, pero cuando las monjas del convento le enseñan un boceto de San Juan de la Cruz, en el que aparece la figura de un Cristo agonizante y flotando en medio del templo, sus planes cambiaron, también su pintura.
"En los meses posteriores a la visita, Dalí ofrece varias entrevistas, que hemos rastreado en hemerotecas, en las que dice que él es la reencarnación de San Juan de la Cruz. Es una provocación, evidentemente, pero para mí es una señal de que algo está metabolizando", añadió Sierra. Ya en la década de los cuarenta, Dalí empezó a ser consciente de que el surrealismo tenía los días contados y decidió redirigir su trayectoria a la mística nuclear. De esa etapa surgirá La Madona de Portlligat (1949) y dos años después el famoso Cristo, así como el Manifiesto místico, texto que acompañará la evolución del pensamiento de Dalí.
Sin embargo, Antonio López, que participa en el libro con una conversación con Aguer, reconoció que, para él, El Cristo no es su obra más enigmática. "Hay más verdad en los ojos ahuevados de Buñuel en su retrato". Aun así, estuvo de acuerdo en que llega un momento artístico en el que sientes el deber de pintar a Cristo, y reveló que ahora mismo él está en proceso de dibujar dos de ellos.
El pintor mostró sin reparo su admiración hacia su compañero de oficio, al que consideró un artista total y puso en valor "su capacidad para expresar la belleza como nadie". "Él no es como Velázquez, que tiene una obra cumbre, como son Las Meninas, a mí de Dalí me impresiona su totalidad".
Aunque aseguró que no le gusta su "sobreactuación" en la última etapa de su vida y consideró que realmente se aprecia al artista "una vez que te olvidas de todas las cosas que ha ido soltando a lo largo de su vida". "A Dalí lo que le salva es su pintura. Se equivocó en muchas cosas, excepto en la pintura, sus cuadros siempre son buenos y no dejarán nunca de serlo".
López rememoró también cómo "Dalí pasó de ser pintor muy mimado por el mundo intelectual a ser completamente veneno", debido a los derroteros y posicionamientos políticos que tomó. A pesar de ello, para el pintor realista Dalí "era un hombre sin sentido de culpa, un hombre inocente. Era un hombre mucho más impúdico que Picasso".
López reiteró la unión que siente hacia el pintor, y aseguró que "piensa mucho en él" a la hora de ejercer su trabajo. No obstante, reconoció todo aquello que les separa: "Una generación, que él era catalán y yo manchego, que tuvo mucho dinero y acceso a lo que se hacía a cada momento rápido y directo. Quiso conocer a Picasso y fue a verle. Yo no he tenido ninguna de esas ventajas, he vivido una vida totalmente distinta". Y lo más importante, él "no habría pintado el Cristo desde arriba".