Julian Wasser: Marcel Duchamp jugando al ajedrez con Eva Babiz en su primera retrospectiva en el Pasadena Art Museum en 1963  © Julian Wasser

Julian Wasser: Marcel Duchamp jugando al ajedrez con Eva Babiz en su primera retrospectiva en el Pasadena Art Museum en 1963 © Julian Wasser

Arte

El radical efecto máquina de Alfred Stieglitz, Picabia, Duchamp y Man Ray

La Fundación Canal analiza la expansión del uso de las máquinas a comienzos del siglo XX.

25 febrero, 2024 01:33

Con esta exposición volvemos a los orígenes de muchas cuestiones hoy todavía abiertas. En los comienzos del siglo XX la expansión de las máquinas, en todos los planos y usos de la vida, se había generalizado ya exponencialmente. La Primera Guerra Mundial tuvo lugar entre 1914 y 1918, y en paralelo las máquinas acompañaban a los humanos en todos los ámbitos.

Surrealismos. La era de la máquina

Fundación Canal. Madrid. Comisaria: Pilar Parcerisas. Hasta el 21 de abril

Y esto, claro está, afectó también de un modo radical al conjunto de las artes, en sus diversos aspectos y niveles: temáticas, soportes, estructuras de plasmación, reproducciones y líneas de transmisión. Una década antes de la puesta en marcha del surrealismo, cuyo Primer Manifiesto tuvo lugar en 1924, algunos artistas relevantes comenzaron a interrogar en profundidad a las máquinas y a proyectar ese universo en el arte.

A ello se presta atención en esta sugerente muestra, centrada en las obras del fotógrafo Alfred Stieglitz (1864-1946) y de los artistas Francis Picabia (1879-1953), Marcel Duchamp (1887-1968), y Man Ray (1890-1976). El recorrido se articula en cuatro secciones temáticas: El nuevo mundo y la “fotografía pura”, Del desnudo artístico al cuerpo como máquina, De la abstracción a la máquina y Eros y máquinas.

Una sugerente muestra sobre el uso de las máquinas en el arte a través de la obra de Alfred Stieglitz, Picabia, Duchamp y Man Ray

El punto de partida se sitúa en el trabajo fotográfico de Alfred Stieglitz, cuya segunda esposa fue la artista referencial Georgia O’Keeffe (1887-1986). A partir de 1910, Stieglitz comenzó a desarrollar lo que llamó “fotografía pura”, utilizando ese soporte expresivo como una forma de arte independiente y diferente de las prácticas artísticas tradicionales.

En las fotografías que se han reunido podemos ver los ambientes urbanos de Nueva York, las calles, los interiores domésticos, las personas, los rascacielos. En El entrepuente (1907), distinguimos los dos niveles de un barco en viaje de América a Europa: arriba con figuras con medios, abajo, hombres, mujeres y niños, que serían identificados como posibles inmigrantes en viaje de retorno. Dos clases, dos niveles de vida: esta fotografía fascinó a Picasso. Hay también un retrato de Georgia O’Keeffe y otras dos fotografías de sus manos.

Man Ray: 'A la hora del observatorio / Los amantes', 1934-1967. Colección Marion Meyer. Association Man Ray, París. © Man Ray 2015 Trust / VEGAP, 2024 © Marc Domage, Cortesía de Association Internationale Man Ray París

Man Ray: 'A la hora del observatorio / Los amantes', 1934-1967. Colección Marion Meyer. Association Man Ray, París. © Man Ray 2015 Trust / VEGAP, 2024 © Marc Domage, Cortesía de Association Internationale Man Ray París

Además de Stieglitz, en 1914 coincidieron en Nueva York Picabia, Duchamp y Man Ray. Su contacto fue un factor determinante en la confluencia de la atención de los tres hacia las máquinas. En 1915, Picabia contribuye a la creación de la revista 291, como homenaje al fotógrafo y a la galería de arte que este había creado en Nueva York. En la revista, Picabia retrató a Stieglitz como una cámara fotográfica, un procedimiento de representación que utilizó para otros personajes, y todo ello con la incorporación de actitudes Dadá que entonces estaban emergiendo.

Tras ello, se traza el paso de la representación artística del desnudo femenino y las alusiones de género a un proceso de identificación entre los cuerpos humanos y la máquina. En este caso se han reunido pinturas, dibujos, grabados, cajas artísticas, pequeños objetos escultóricos, y fotografías, de Picabia, Man Ray, Duchamp, y también de Salvador Dalí, de épocas posteriores a la estancia en Nueva York, así como reproducciones de imágenes en revistas.

[El surrealismo está en todas partes]

Lo que viene a continuación es la representación directa de las figuras de máquinas con sentidos e identificaciones con la vida humana. Estábamos, ya entonces, viviendo en un mundo de máquinas, rodeados de ellas, con las que compartimos la visión y la vida, la experiencia… Aquí vemos dibujos, grabados, y objetos de Picabia, Duchamp y Man Ray.

La última sección es casi una pequeña monográfica de Duchamp, en la que se visualiza el papel central que desempeñó en su obra la identificación que se había establecido, y que hoy con otras modulaciones sigue estando vigente, entre el erotismo y la máquina. Es algo que remite principalmente a su obra referencial: “La novia desnudada por sus solteros, mismamente” [traducción de La Mariée mise à nu par ses Célibataires, même]. El título original es aquí importante, porque el adverbio en francés même (mismamente) es una homofonía con m’aime (me quiere o me ama). Tanto la imagen de la novia como las de los solteros son mecanoformes, y con ello Duchamp fue uno de los primeros artistas en fijar, con una gran intensidad, el filtro mecánico que las máquinas establecen en las formas contemporáneas de erotismo.

Vista de la exposición. Foto: Fundación Canal

Vista de la exposición. Foto: Fundación Canal

Obviamente, la posibilidad de presentar aquí esta obra de Duchamp es algo inviable. Pero se ha reunido un conjunto de materiales que nos conduce directamente a los sentidos de esta obra conocida también como “El gran vidrio”, y a la comprensión de que, según Duchamp, la vida es eros, algo implícito en el desdoblamiento de su alter ego femenino: Rrose Sélavy, una homofonía en francés con Eros c’est la vie. La vida es eros.

Reconocer a Man Ray

"Pinto lo que no puede ser fotografiado. Fotografío lo que no quiero pintar. Pinto lo invisible. Fotografío lo visible". Así presentaba Man Ray, pseudónimo de Emmanuel Radnitzky, su trabajo. El Museo Carmen Thyssen de Málaga le dedica individual hasta el 21 de abril, setenta obras entre las que no faltan su icónica mujer de espaldas, El violín de Ingres (1924), o su Lágrimas (1932), ese ojo de largas pestañas recubiertas de rímel.

Fue el fotógrafo favorito de los surrealistas, a los que retrató junto a otros grandes nombres de la época –Pablo Picasso, Joan Miró o Kiki de Montparnasse, entre ellos– y conforman una de las secciones de la muestra. Las otras dos se ocupan de los desnudos y de los rayogramas, esas instantáneas que tomó directamente sobre papel fotosensible sin utilizar cámara alguna. Un paseo por el París de comienzos del siglo pasado.