Entrevistar a Yoshitomo Nara (Hiroshaki, Japón, 1959) es un reto. La estrella japonesa triunfa a nivel global como parte del movimiento Superflat, un estilo artístico influenciado por el manga y el anime que fundó el también mediático Takashi Murakami.
Nara desata pasiones. En Japón cuando imparte una conferencia las mujeres se desmayan. Sus lienzos han alcanzado los 14 millones de dólares en Sotheby´s. Él, en cambio, es un tipo sencillo que ama la soledad.
A finales de los 80 se trasladó a Alemania para asistir a la prestigiosa Kunstakademie de Düsseldorf. Permanecería doce años, durante los cuales continuó desarrollando su singular lenguaje pictórico caracterizado por unos niños furiosos de ojos enormes y cabezas desproporcionadas: las Nara Girls. En el 2000 regresó a su pequeño pueblo helado del norte.
Su obra bascula entre dicotomías: entre lo tierno y lo siniestro, lo oriental y lo occidental, lo kawaii (adorable) y lo kimokawa (espeluznante o asqueroso), lo atávico y la cultura urbana. La música es una de sus pasiones, sobre todo música folk, rock y punk underground. En cada exposición hace una playlist que acompaña la exhibición. En la del Guggenheim, por ejemplo, ha incluido Escuela de Calor de Radio Futura y Salta de Tequila.
Le proponemos el juego de la entrevista rápida, él se ríe y se frota las manos. "¡Vamos allá!", comenta.
P. ¿Pop o Rock?
R. Rock.
P. ¿Pintura, dibujo o escultura?
R. Grafitis.
P. ¿Urbano o rural?
R. Rural.
P. ¿Murakami o Velázquez?
R. Goya.
P. ¿Tradicional o contemporáneo?
R. Lo que más me gusta es lo tradicional, pero vivo en la actualidad.
P. ¿Museo o bosque?
R. Bosque.
P. ¿Soledad o compañía?
R. Soledad.
P. ¿Sol o lluvia?
R. La luna. La luna también existe de día. El sol deslumbra tanto que oculta su imagen. Me encanta la luna que se ve muy tímidamente durante el día. Esa luna diurna que se volverá nocturna…
P. ¿Qué pasará con su trabajo cuando usted no esté?
R. Todavía no lo he pensado.
P. ¿Qué consejo le daría a un joven pintor?
R. Es que yo nunca he pedido consejos. A partir del momento en que pide consejos la persona comienza a sufrir. No tengo nada que decirle a un pintor que empieza. Yo solo quiero divertirme e irme de viaje.
P. ¿A dónde quiere ir?
R. Suelo ir a sitios donde no hay gente. A las montañas de hielo. Quiero ver el Polo Norte porque me gusta mucho el blanco. Yo crecí en una zona donde nieva mucho y todo el paisaje es nieve (nos enseña fotos en su móvil de agrestes paisajes congelados).
»Desde que nací era consciente de que debajo de esa blancura había colores, por eso pienso que el concepto que tengo de blanco es muy diferente de otra persona que piensa el blanco sin conocer la nieve. Yo vivo en un sitio donde no hay nada, solo mar helado. Me encanta.
P. ¿Le gusta España?
R. Sí, sobre todo el norte.
P. ¡Se come muy bien!
R. ¡En mi pueblo también! Mis favoritos son el pulpo y los calamares.
P. ¿Tiene más exposiciones este año?
R. Tengo una pequeña exposición cerca de Taiwán, en una islita muy pequeña que irá recorriendo todas estas islas durante diez años y este es el segundo año. Taiwán tiene un conflicto con la China continental porque quiere independizarse.
"Me gustan más las obras anónimas hechas con un espíritu puro en lugar de buscar renombre y ser un pintor famoso"
P. ¿Esta exposición que presenta en el Guggenheim por qué es especial?
R. ¡Oh! Es mi primera retrospectiva en Europa y la más grande en cuanto a escala.
P. ¿Cómo fue ser japonés en la Alemania de los 90?
R. Me relacionaba con estudiantes, así que no llegué a conocer a los alemanes estándar. Estaba en una residencia masculina con chicos de Europa del Este, había un chico vietnamita que había venido en patera. La gente que conocí allí me encantaba, por eso mi impresión de Alemania fue fabulosa.
P. ¿Por qué Alemania y no Estados Unidos, por ejemplo?
R. Porque la matrícula era gratis. En realidad quería ir a Inglaterra, pero los que no éramos europeos teníamos que pagar cuatro veces más. A mí me encanta la música. Si yo hubiera ido a Inglaterra hubiera frecuentado cada día los bares de conciertos y no hubiera estudiado.
P. ¿Qué papel juega la música en su pintura?
R. La mitad de mi obra es música. Todo el mundo piensa que soy artista de artes plásticas, pero el arte solo ocupa un tercio de mi actividad, pero me gustan los museos.
P. ¿Puede el arte cambiar el mundo?
R. No. Se puede tener la intención, como la canción Imagine de John Lennon.
P. Pero su trabajo es muy político. Es famosa su militancia antibelicista.
R. A nadie le gusta la muerte.
P. ¿Quiénes son los protagonistas de sus cuadros?
R. Hasta los 90 son autorretratos, a partir de mediados de los 90 empezó a conocerse mi trabajo y me he ido convirtiendo en la persona que habla en nombre de las pequeñas voces, también sociales. Hay una razón: hasta mediados de los 90 yo pensé que nadie me entendía, a partir de esa fecha me di cuenta de que hay personas que me entienden, que se conectan conmigo.
P. ¿Qué le inspira?
R. No puedo precisar porque me viene de repente. Indistintamente del lugar y la hora, o estoy divirtiéndome con la gente y de repente viene, o estoy viendo una película y, de repente, me viene. Hay veces que se me olvida, pero cuando se repiten estas inspiraciones, veo que vuelven a mí y me doy cuenta de que son auténticas y entonces tengo que expresarlo.
P. ¿Cómo es su proceso de trabajo? No tiene asistentes…
R. El año pasado pinté solo dos cuadros y el anterior solamente otros dos. Tardé solamente dos semanas. Dibujos en papel sí, eso siempre, pero en lienzo grande ya no. Si contrato a un asistente me veo obligado a pintar, entonces ya se convierte en un trabajo. Cuando considero que es un trabajo siento una presión enorme. En los años 90 pintaba 120 obras al año, sin intención de exponerlas.
P. Y si no es un trabajo, ¿qué es?
R. En los 90 yo era estudiante y no tenía ninguna obligación de exponer, entonces yo no hacía más que pintar y pintar. Cuando pinto ahora hay gente que quiere ver mi obra, pero yo no pinto para enseñarla. Cuando veo que hay mucha gente que quiere ver o entender mi obra, se me quitan las ganas de pintar, por eso no quiero ayudantes, yo quiero ser libre.
P. No le gusta exponer…
R. Me gusta exponer, pero no me gusta tener que pintar para la exposición. Me encanta organizar exposiciones, no solo mías, también de otros artistas.
Hasta mediados de los 90 yo pensé que nadie me entendía, a partir de esa fecha me di cuenta de que hay personas que me entienden, que se conectan conmigo.
P. ¿Cuáles son sus artistas favoritos?
R. No lo he pensado… Por ejemplo, estoy paseando por la ciudad y de repente veo un grafiti o un dibujito que había hecho un niño en la calle y hay veces que pienso ¡magnífico!
P. ¿Qué admira de la historia del arte?
R. Las pinturas rupestres de Lascaux, la prehistoria, las Venus de barro… Me gustan más las obras anónimas hechas con un espíritu puro en lugar de buscar renombre y ser un pintor famoso. En la música, por ejemplo, nunca busco a un músico, sino que oigo algo que me gusta y entonces, a posteriori, voy a buscar al autor. Para mí, los músicos famosos y los desconocidos, pero que hacen una música preciosa, están al mismo nivel.
P. No tiene ídolos.
R. No.
P. ¿Cree usted en dios?
R. Yo creo que creo en muchos dioses. No solo un dios con mayúscula.
P. ¿Qué se siente cuando una obra suya se vende por 24 millones de dólares?
R. No lo he pensado nunca.
P. Ah, ¿no?
R. Cuando se pasa del millón pierdes la dimensión del precio. Lo que menos me gusta es que oscile la tasación de mis obras. Soy consiente de que hay muchas cosas que no se pueden comprar y que son tremendamente valiosas: aquellos amigos de cuando era anónimo, mi época infantil, la época estudiantil…
P. ¿Qué valoración hace de estos cuarenta años de trabajo?
R. Pienso que ya puedo dejar de pintar.