María Cantó
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Como la Atenas de Pericles o la Florencia del Renacimiento. La República de Weimar, instaurada en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, es recordada como una de las etapas más convulsas y creativas de la historia moderna. Un período de florecimiento cultural y científico incomparable, basado en la razón, la democracia y la igualdad, que abarcó desde 1919 hasta 1933. 

Fue un momento especialmente contradictorio. Mientras que se produjo una explosión de creatividad en las artes, las ciencias y el pensamiento filosófico —firmándose una las constituciones más avanzadas de su tiempo, pionera en la igualdad de derechos y en el sufragio universal, que por primera vez incluyó a las mujeres— también fue una época marcada por profundas crisis económicas, sociales y políticas, especialmente por el impacto devastador del crack del 29 y el posterior ascenso del Partido Nacionalsocialista de Hitler. 

Un capituloapítulo fundamental de la historia de Europa a la que viaja la exposición Tiempos inciertos. Alemania entre guerras, que se podrá ver del 17 de octubre al 16 de febrero de 2025 en el CaixaForum Madrid. Dividida en tres secciones y con cerca de 90 obras, la muestra comienza representando "el mundo de ayer" del que hablaba Stefan Zweig, situando al visitante poco antes de la Primera Guerra Mundial, en un salón burgués inspirado en la novela Los Buddenbrook, de Thomas Mann y en el que resuena La consagración de la primavera de Stravinski. 

Tras el fin de la IGM y la caída de los cuatro grandes imperios (el austrohúngaro, el alemán, el otomano y el ruso), la República de Weimar se erige como la única forma de renovación de la sociedad alemana. En la muestra se refleja ese cambio de ciclo a través de la recreación de una oscura trinchera, que el visitante deberá recorrer para llegar a la segunda parte de la exhibición. Allí, se explora las tensiones internas y los cuestionamientos de "las viejas certezas" que se dieron durante este período. 

En la posguerra, con un legado de miles de soldados mutilados que se arrastraban por las calles de Alemania, la representación del cuerpo humano fue muy relevante en el mundo del arte, explorado por artistas como Renée Sintenis, cuya escultura El corredor Nurmi se exhibe en la muestra.

En paralelo a la república, se desarrolló la Bauhaus, la influyente escuela de diseño y arquitectura, cuya simbiosis entre tradición, arte y técnica, sentó las bases para lo que más tarde sería el diseño industrial moderno. En la muestra se recogen algunas piezas originales como sillas, taburetes, vajillas de la escuela. "Sin la Bauhaus, no existiría el concepto de diseño funcional que hoy asociamos, por ejemplo, con marcas como IKEA", señaló durante la presentación de la muestra Pau Pedragosa, arquitecto, filósofo y uno de los comisarios.

Sándor Bortnyik, El siglo XX, 1927. © Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Madrid

Este movimiento no solo tuvo un impacto en el arte y la arquitectura, sino también en la democratización del diseño para las masas. Porque fue durante este período cuando el individuo decide desprenderse de su libertad para empezar a fusionarse con el resto, La política se convierte por primera vez en un fenómeno de masas, capaz de tensionar la libertad tanto de los individuos como de la democracia. Este conflicto se expresa en el nuevo arte de consumo de masas: la fotografía y el cine. 

En la exposición, las fotografías de August Sander nos regalan un fiel retrato de la sociedad del siglo XX. A través de las miradas de personas de todas las clases sociales y profesiones variadas, Sander creó un vasto archivo visual de la época, que refleja la turbulencia social y las tensiones políticas de Weimar.

Por su parte, películas como Metrópolis de Fritz Lang o El gabinete del doctor Caligari, se sumergieron en los miedos colectivos de una sociedad que se sentía atrapada entre el pasado y el futuro, explorando el fenómeno emergente de las masas politizadas, que, poco a poco, se diluían en la figura de un líder autoritario. En este contexto político convulso, muchos artistas se posicionan abiertamente, entendiendo el arte como una herramienta más para la lucha. 

Christian Schad, Retrato del Dr. Haustein, 1928. © Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Madrid.

A nivel artístico, esta época también estuvo marcada por movimientos como El Expresionismo y la Nueva Objetividad. Si el expresionismo buscaba reflejar la perturbación y el caos de la posguerra a través de una realidad distorsionada y abstracta, la Nueva Objetividad retomaba un estilo más realista, con un enfoque crítico hacia la sociedad.

Artistas como George Grosz—del que se exponen algunos interesantes y satíricos grabados— utilizaron su obra para criticar duramente las desigualdades sociales y los efectos devastadores de la crisis económica, representando el sufrimiento de la clase trabajadora y la corrupción de las élites capitalistas. En este contexto, las mujeres también jugaron un papel clave en la escena artística, desafiando los roles de género tradicionales y explorando nuevas formas de emancipación económica y sexual.

La exposición también incide en disciplinas como la música, en concreto la escuela dodecafónica de Arnold Schönberg, un sistema completamente nuevo para componer que rompió con las reglas tradicionales de la tonalidad que habían dominado la música occidental durante siglos, e influyó en el lenguaje musical del siglo XX. 

También se replantea la función social y la importancia moral y política del teatro musical, que se comienza a fusionar con estilos musicales como el popular, el jazz (made in USA) o la música clásica. Destacan figuras como el dramaturgo Bertolt Brecht, Kurt Weill o el compositor Mischa Spoliansky, creador del Das Lila Lied, uno de los primeros himnos de la comunidad LGTBIQ+ de la historia que refleja el espíritu de los cabarés berlineses de la época. 

Por otro lado, la exposición dedica un espacio a los planteamientos científicos del momento (como la mecánica cuántica y la física clásica), así como a los filosóficos, con el neokantismo de Cassirer y el existencialismo de Heidegger confrontados en el Debate de Davos de 1929. 

La creciente politización de la sociedad alemana, alimentada por las crisis económicas, la inestabilidad política y una "crisis de la razón", culminó con el ascenso del nazismo y el fin de la República de Weimar en 1933. La quema de libros de autores "no alemanes" organizada en mayo por estudiantes y profesores universitarios, de la que se proyecta un vídeo original de la época, marcó simbólicamente el fin de este sueño democrático y cultural que había durado 14 años. 

En la última estancia de la muestra, una vez pasada la IIGM, se busca revisitar las incertidumbres y los debates del presente a través de los testimonios de expertos, filósofos e intelectuales. Y deja en manos del visitante un interrogante: ¿Prefiere vivir en un mundo incierto e inseguro, o en uno seguro y cierto?