Sigmar Polke y Francisco de Goya, dos colosos frente a frente en el Museo del Prado
- La exposición plantea un diálogo entre uno de los pintores más influyentes de la posguerra en Europa y los grandes nombres de la historia del arte.
- Más información: El Prado huele a trementina: el museo inaugura su fiel reconstrucción del taller de Rubens
Estamos ante la primera exposición individual en Madrid del artista Sigmar Polke (1941-2010), nacido en Polonia y que emigró muy pronto, en 1953 con su familia a Alemania, donde desarrolló su vida y su relevante trayectoria. Es importante destacar el lugar donde se presenta la exposición actual: el Museo del Prado, en las salas C y D del edificio de los Jerónimos, sin duda una de las instituciones artísticas más relevantes.
La elección de ese lugar es plenamente coherente con el concepto de la muestra, que plantea una visión de la obra de Polke a partir de sus afinidades y semejanzas con otros artistas. En primer lugar, y de un modo muy destacado, con Francisco de Goya y Lucientes. Pero también con Max Ernst, Sergei M. Eisenstein y Alberto Durero. Lo que así vamos viendo es el diálogo profundo de las obras de Polke con piezas y creadores de otros lugares, estilos y tiempos.
Con un montaje de gran calidad, estructurado a partir del excelente criterio de la comisaria Gloria Moure, la exposición se organiza en secciones, en las que encontramos sobre todo pinturas, así como dibujos, fotografías, algún vídeo… En definitiva, imágenes en profundidad, que hablan desde el presente con la mitología, conceptos y sensaciones de otras épocas, haciéndonos percibir en el eco que todo ello produce en Polke la persistencia de las cuestiones existenciales que se transmiten a través de su arte.
Se presentan en total 53 piezas: 42 de Polke; cinco en el horizonte de Goya –su gran pintura Las viejas o El tiempo, una imagen digital de 2020 con la radiografía de esa pintura, El coloso (después de 1808) atribuido a Goya, la estampa nº 26 de Los Caprichos (1797-99), Ya tienen asiento, y el dibujo Hasta la muerte (1797-98)– y seis más con diversa autoría.
Los inicios creativos de Sigmar Polke se sitúan en una perspectiva que buscaba marcar la diferencia con el pop art y con un planteamiento crítico ante los soportes mediáticos y la publicidad. En esa línea formó en 1963, junto a Gerhard Richter, el movimiento “realismo capitalista”, un término que implicaba un giro irónico respecto al “realismo socialista” de entonces en el bloque soviético. Después fue desarrollando un interés profundo por el curso de la pintura en las artes a lo largo del tiempo, y a partir de 1965 va realizando variaciones sobre obras clásicas, como las de Alberto Durero o Vasili Kandinski.
En continuidad con ello, el desencadenante de la muestra se sitúa en la confrontación de Sigmar Polke con Francisco de Goya, que tuvo lugar cuando se encontró en 1982 con el cuadro Las viejas o El Tiempo (1810-12) en el Palacio de las Bellas Artes de Lille (Francia), donde sigue estando actualmente, y que ahora puede verse de nuevo por primera vez en España, junto a una radiografía digital de la pintura realizada en 2020.
Según se nos dice en el catálogo, parece que probablemente se trató de un reencuentro, pues Polke había viajado a Lille anteriormente en distintas ocasiones, por lo que su interés por la obra de Goya fue adquiriendo un eco muy profundo.
Actualmente se conserva una fotografía en blanco y negro de Polke de esa visita en 1982, en pie y con una cámara fotográfica con trípode, ante Las viejas o El Tiempo, limpia y recién restaurada, lo que probablemente le permitió descubrir nuevos aspectos importantes en la misma. Posteriormente, Polke también continuó su contacto con Goya en viajes a España.
El desencadenante de la muestra se sitúa en la confrontación de Sigmar Polke con Goya
El cuadro de Goya y su radiografía se muestran junto a una pintura de gran formato de Polke, Cenizas sobre cenizas (1992), y ahí comienza el itinerario de confrontación que nos permite apreciar en profundidad las afinidades con la obra de Goya que Polke desplegó intensamente en su trabajo. La pregunta “¿Qué tal?”, grabada en el envés del espejo en la pintura de Goya, nos lleva directamente al juego de la confrontación de los sentidos de las palabras y las imágenes, algo tan central en la trayectoria artística de Sigmar Polke.
Lo que viene de otro tiempo se proyecta en los tiempos actuales, y de ahí la utilización que Polke realiza de imágenes ya dadas, sobre todo fotografías tomadas de periódicos, que amplía y distorsiona pictóricamente. Según explica en una entrevista de 2003 recogida en el catálogo, se dio “cuenta de que la imagen cobraba más vida cuando había alguna imperfección, algunas deformaciones. Así es más real”. Es decir, la distorsión y deformación de las imágenes nos permite apreciar su carácter expresionista y dinámico, a diferencia de las representaciones figurativas estáticas.
Pintura y tiempo: el diálogo de Polke con Goya y con otros pintores y artistas de otras épocas, así como con las diversas formas y soportes de la representación que se han ido sucediendo en el tiempo, nos llevan a la comprensión de que el presente se torna vacío si no hay comunicación con las raíces anteriores. Como también dice en la misma entrevista antes mencionada: “Cuanto más sabes, más consciente eres de lo que han hecho otros. No puedes existir en el vacío, estás arraigado en el tiempo”.
En definitiva, las obras de Sigmar Polke reunidas en esta exposición excepcional nos permiten apreciar en profundidad su diálogo con los tiempos en la gran complejidad de sus pinturas, con capas superpuestas, así como trazados, líneas y colores muy intensos. Central es también la unión en ellas de palabras e imágenes, lo que transmite una intensa dimensión poética que marca los ecos de la vida y la existencia. Son como un espejo de la complejidad de la vida y la representación.