Arquitectura

El triunfo de la estabilidad

V Bienal de arquitectura española

11 julio, 1999 02:00

El jueves se inaugura la V edición de la Bienal de Arquitectura en Comillas. Veintiuno son los proyectos seleccionados en esta convocatoria, que resumen lo más significativo de la última arquitectura española en un abanico que abarca edificios para la cultura y el ocio, de uso institucional, obras de rehabilitación de viejas arquitecturas, edificios para los servicios sociales, espacios para el trabajo, la industria y el comercio, para el uso público urbano, viviendas colectivas y viviendas unifamiliares. La Biblioteca Central de Tarrasa, de Josep Llinàs, ha obtenido el IV premio Manuel de la Dehesa, y el Centro Cívico de Nanclares, en álava (de Roberto Ercilla y Miguel ángel Campo) y el conjunto de viviendas de realojo del Barrio del Carmen, en Valencia (de Eduardo de Miguel) han sido distinguidas con dos accésits. Una arquitectura que se mueve entre esquemas tradicionales y que no se sujeta a las modas.

La V Bienal de Arquitectura Española, dirigida por César Portela, recoge proyectos finalizados entre 1997 y 1998, y se inaugurará el próximo 15 de julio en Santander, acompañando a la exposicion con Talleres y Cursos que plantean como tema "La construcción de los lugares públicos de la Ciudad Contemporánea".
La iniciativa del Ministerio de Fomento, Consejo Superior de Arquitectos de España y las Universidades de Alcalá e Internacional Menéndez Pelayo, de Santander, viene nuevamente a mostrar lo mejor de la Arquitectura Española y deja vislumbrar una síntesis de la evolución en el disperso contexto de las arquitecturas de este fin de siglo. "El Lugar Público" sirve como lema para ordenar los proyectos seleccionados, un concepto anacrónico para entender el espacio social contemporáneo, que arrastra una inercia no resuelta todavía de la ciudad histórica. Culmina así esta bienal una década brillante en la arquitectura española, una arquitectura que dilata y expande los sistemas que la han identificado y que la han caracterizado durante este último decenio y que no se revela como un espacio abierto de confrontación de tendencias, sino que se muestra como un lugar en el que se exhibe, se pone de manifiesto y se consolida su creciente estabilidad.
Las incisiones contemporáneas en la ciudad deberían buscar una autonomía de formas que permita la creación de paisajes y espacios no tipificados para expresar desde el informalismo la inquietud global con una conciencia comunicadora y dinámica y no dilatar más en el tiempo los viejos sistemas que han dado la dimensión de lo que es la arquitectura española.
Defiende César Portela otra arquitectura, de formas más puras, más precisas y más verdaderas, que construyen espacios serenos, plenos de racionalidad y también de sensualidad, limpios de gestos innecesarios y que no aparenta lo que no es.
Una arquitectura que desde su propia autonomía administra y dosifica los medios económicos y materiales de que dispone, y que aprende de la tradición pero no se deja arrastrar por lo vernáculo, lo doméstico; que aprende de la modernidad -porque en ella vive y en ella está inmersa- pero sin apuntarse al ritmo cambiante que marcan las modas; que toma de la tradición la experiencia contrastada, la sinceridad, la frescura, la aparente ingenuidad, la naturalidad de insertarse en el contexto, la fuerza de lo obvio. Con estos postulados, la V Bienal de Arquitectura española ha distinguido con la concesión del IV Premio Manuel de La Dehesa la obra del arquitecto Pep Llinás como reconocimiento a su trayectoria profesional así como por la obra recogida en esta Bienal, la Biblioteca Central de Terrasa.

Racionalidad y coherencia
El proyecto de Llinás es un ejercicio riguroso de racionalidad y coherencia en la manipulación y control de la luz natural que acompaña los distintos espacios de la Biblioteca según su propia función. Busca Llinás una arquitectura anónima y silenciosa que se desliga del tan actual poder de comunicación de algunos edificios, para acoger con sensualidad el uso cuando la rigidez de la geometría desaparece. El Premio viene avalado por los nombres que lo recibieron en sus anteriores ediciones, Rafael Moneo en la primera con el Museo de Arte Romano de Mérida, nuevamente Moneo junto con Solá-Morales en la segunda edición por el edificio de Barcelona Manzana Diagonal L"Illa, y el arquitecto portugués Alvaro Siza Vieira que recibió la tercera edición por su proyecto del Parque del Bonaval y el entorno del Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela.
Junto con la espléndida biblioteca de Llinás, en el apartado de Edificios para la Cultura y el Ocio, la V Bienal ha seleccionado el Centro de Natación de los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla construido en el municipio madrileño de San Fernando de Henares, una pieza de enorme interés que desdibuja su perfil con una geometría quebrada y que desmaterializa la piel de fachada con un sistema compacto de traviesas prefabricadas de hormigón que toman la luz del exterior y proyectan de noche el interior a modo de filtro sirviendo de referencia urbana. El fanal iluminado, tal y como lo describen sus autores, ofrece una fachada de doble piel de vidrio que mira al área de actividades exteriores.
Los arquitectos Ignacio García Pedrosa y Angela García de Paredes con la Casa Consistorial en Valdemaqueda, proponen un austero conjunto articulado en dos volúmenes que se adapta a la escala del entorno próximo y a su trama urbana compuesta de pequeñas edificaciones dispersas.
Los dos volúmenes cúbicos son de gran rigor estructural que se trasmite a la fachada ordenándose en una retícula de pantallas y losas de hormigón armado plementado con placas de pizarra de Bernardos. Completa el apartado de edificios de uso institucional las oficinas en Canillas, Madrid, de Gerardo Ayala, un contenedor flexible y modulado, una elegante máquina ordenada que demuestra la experiencia del estudio Ayala, resolviendo desde la prefabricación y la industrialización los distintos elementos tanto de la fachada como de los interiores para obtener la mayor versatilidad por los cambios de uso a los que se somete a un edificio de estas características.

Ochenta centímetros
Las obras de Rehabilitación de Viejas arquitecturas que han merecido estar seleccionadas en esta bienal son la rehabilitación de un Tanque de combustible de la petrolera Cepsa en Santa Cruz de Tenerife, de los arquitectos Felipe Artengo, Fernando Martín Menís y José María Rodríguez Pastrana, la restauración del Hospital del Rey en Melilla, de Linazasoro así como la intervención en el Convento de San Francisco para la instalación del Museo de Menorca, proyecto de los arquitectos Martinez Lapeña, Elías Torres, Xavier Pallejá y Salvador Roig.
Las tres intervenciones mencionadas han destilado las posibilidades expresivas de la edificación preexistente buscando una arquitectura moderna que resalte la esencia de lo antiguo, reforzando el primitivo carácter al clarificar su   nueva identidad. La estación de Bac de Roda en Barcelona, de Alfons Soldevilla conforma un espacio de materiales metálicos y fríos, un espacio galvanizado y protegido al vandalismo. Destaca la fina bóveda metálica que cubre los andenes cuya gran curvatura va abriéndose hasta la horizontalidad en sus extremos.
La escuela Infantil en Vizcaya del arquitecto Eduardo Arroyo busca un espacio que sea lo suficientemente estimulante para personajes que miran desde ochenta y cinco centímetros de altura. Todos los objetos y mecanismos están diseñados para esta pequeña escala. La cubierta del edificio traduce la planta a modo de relieve multifacetado, disponiendo cada espacio de un cielo propio y diferenciado, reconocible desde el exterior a través de una particular piel de vidrio y acero que articula y separa las distintas estancias por membranas acristaladas.
El cementerio municipal de Esteruelas, Madrid, obra de Carlos Puente propone una arquitectura simple, con acentos simbólicos y materiales tradicionales de la arquitectura popular, dotando al conjunto de una cierta solemnidad en su composición y un lenguaje sin pudor que emula la arquitectura agrícola local. El Centro Cívico en Nanclares de la Oca, Alava, obra de Roberto Ercilla y Miguel Angel Campo, ha sido distinguido en esta bienal con un accésit en la IV edición del premio Manuel de la Dehesa.

Un reducido repertorio
Plantea un volumen prismático de piedra que se fisura transversalmente descomponiéndose en tres piezas que se miran entre sí a través de unos patios de fachada acristalados. Utilizan un reducido repertorio constructivo para no disgregar el lenguaje explorando dualidades ligero-pesado, abierto-cerrado en un conjunto unitario y de gran rigor constructivo. En el apartado de vivienda, la pequeña intervención en una vivienda rural, un viejo galpón de piedra, ha merecido la selección en esta bienal. Un proyecto de Jesús Irisarri Castro y Guadalupe Piñera Manso que incorpora en el entorno rural soluciones técnicas de la industria actual manteniendo la estructura física y el carácter de la vivienda existente. En vivienda Colectiva, el proyecto de Eduardo de Miguel dentro del plan de rehabilitación del casco de Valencia ha sido distinguido con un accésit en el premio Manuel de la Dehesa. Consigue De Miguel intervenir en un pequeño solar de esquina que, debido a su escasa superficie por planta, libera todo el espacio posible dejando la superficie del techo de cada vivienda para almacenamiento.
Las ocho viviendas adosadas de Julio Grijalba, Alberto Grijalba, Paloma Gil, Eduardo Carrazo y Victor Ruiz plantean una imagen seriada sobre el perfil agrícola del municipio de Rubí de Bracamonte en Valladolid. El proyecto de Fernandez Carrascal y Fernandez de la Puente en los antiguos corrales en Virgenes-Trompero (Sevilla) se ajusta al complejo perfil de las medianeras perimetrales tratando especialmente la definición de estos límites transformándolos en autenticas fachadas.
Las viviendas sociales en Valdebernardo, Madrid, de Carmen Bravo y Jaime Martínez Ramos se adaptan a las estrictas figuras de planeamiento, y como viene a ser necesario en este tipo de edificaciones, tienen que resolver con gran ingenio las necesidades de consumo de edificación para exprimir al máximo los módulos predeterminados y dotar al conjunto de algún interés formal, dado que cualquier exploración en los modos de habitar se consideraría, sino ilegal, fuera de todo estándar normalizado.
Destacan en este apartado de viviendas las propuestas por los arquitectos sevillanos José Morales y Julio González Mariscal en la localidad de Santiponce, Sevilla. Construyen dos bloques de gran tensión lineal , considerando el lugar como marco de acontecimientos y modificando concepciones convencionales de ciudad para enfrentar con un espacio intersticial a modo de filtro los bloques en un conjunto unitario y de gran plasticidad, con una imagen urbana muy bien definida y precisa en planteamientos y logros.
Los espacios para el uso público urbano seleccionados son la Ordenación Plaza Molina, de Barcelona, obra de los arquitectos Jordi Garcés, Enric Soria y Antonio Montes. El proyecto de reordenación se resigna a las incidencias que concurren en el lugar al ser el espacio público exclusivamente un nudo de tráfico de vehículos y peatones, proponiendo la reducción del tráfico, rentabilizar el área comercial mas próximo y ofrecer un mobiliario urbano de calidad. En el paseo Marítimo de Vigo, Vázquez Consuegra interviene para abrir Vigo al mar a lo largo de dos kilómetros del área central de la ciudad. Resuelta la ingeniería y las necesidades infraestructurales, y prevaleciendo nuevamente los aburridos criterios de rentabilidad y economía, es de alabanza que el criterio defendido por Vázquez Consuegra sea introducir la expresión mas sincera del anonimato en el diseño.
La Escuela de Negocios de la Universidad de Alicante de Javier García-Solera explora la abstracción incorporando limpios elementos constructivos que manifiestan su vocación de servir a un lenguaje nítido. La edificación en forma de U pierde presencia exterior para generar un espacio propio y controlado y junto con el Centro-Bit de Alberto Campo Baeza son las obras seleccionadas dentro del apartado de Espacios para el trabajo.

Paisaje artificial
Es el edificio de Campo Baeza el que plantea una reflexión mas profunda de "El lugar público", un concepto que no se aplica exclusivamente a los espacios urbanos sino a la concepción del lugar como espacio de relación. El centro de Tecnologías Innovadoras se abre a un jardín creado en el interior de unas tapias, conformando un paisaje artificial bajo el cielo de Mallorca a modo de podio invertido de piedra, donde transcurre toda la actividad en contacto permanente con el jardín de naranjos y plantas olorosas ordenados por una trama ortogonal que relaciona interior y exterior en continuidad con los elementos estructurales. Un escenario acotado con relaciones visuales cruzadas, circulaciones libres, y una franqueza constructiva que define los límites del espacio interior con membranas de diversa transparencia dependiendo, si se mira ortogonal o paralelamente a los planos de vidrio. La riqueza de relaciones espaciales con un repertorio esencial de soluciones constructivas evidencia una obra rigurosa y compleja, que plantea nuevos modos de entender un espacio de trabajo, rompiendo tipologías, y partiendo de un sistema de composición rígido y preciso enuncia y resuelve nuevos espacios cuya dinámica se enriquece por su exposición controlada al lugar que crea.
Este espacio de debate que quiere ser una Bienal de Arquitectura no confronta tendencias sino evidencia que la creación arquitectónica se encuentra en su estado más primitivo, y que sus signos se mantienen en la tradición de lo nuevo, desarrollándose y recurriendo a arquetipos manidos y figuras ya familiares. Las V Bienales que desde 1991 exhiben la arquitectura española podrían resumirse en una década brillante de arquitectura inmersa en una subrutina periódica que propicia elementos cada vez mas depurados,y defienden la identidad de la Arquitectura Española sin contaminarse con una mirada a escala global. Esta exitosa arquitectura sirve a la calidad y a la economía, es autóctona y rigurosa, neutra e indiferente, aunque se muestra incapaz de enunciar nuevas vías de acción que activen nuestras ciudades e impulsen nuevos modelos.