Image: Museo de Bellas Artes de Castellón, de Tuñón y Mansilla

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Arquitectura

Museo de Bellas Artes de Castellón, de Tuñón y Mansilla

Un claustro vestido de aluminio

25 octubre, 2000 02:00

Maqueta del Museo

Tuñón y Mansilla están en la brecha de la arquitectura de uso cultural, con el Centro Cultural de la Comunidad de Madrid y el Auditorio de León en proceso de construcción, y como recentísimos ganadores del concurso para el Centro de Cultura Contemporánea de Brescia en Italia. El Museo de Bellas Artes de Castellón es su última obra acabada, un conjunto de edificios de gran unidad, en el que se favorece la percepción diversificada del espacio y con un original cerramiento.

Los arquitectos Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón álvarez trabajan juntos desde que dejaron el estudio de Rafael Moneo tras un período de once años que acaba en 1992. A partir de entonces comienzan su andadura profesional, que surge con la fundación de la cooperativa de pensamientos "Circo", que edita una publicación mensual merecedora del premio del Colegio de Arquitectos de Madrid en 1995. Asimismo imparten clases en diversas escuelas de Arquitectura, y son invitados a escuelas extranjeras como la Städelschule de Francfort, y la escuela de San Juan de Puerto Rico. Sus obras construidas han recibido premios nacionales e internacionales, destacando el haber sido finalistas del prestigioso premio Mies Van der Rohe Pavilion Award en sus ediciones V y VI con su Museo de Arqueología y Bellas Artes de Zamora y el Centro de Natación en San Fernando de Henares (Madrid) respectivamente. En los últimos años han ganado los concursos del Centro Cultural de la Comunidad de Madrid en la antigua fábrica El águila y del Auditorio de la Ciudad de León, ambas obras en construcción.

Recientemente han sido elegidos ganadores, junto con el arquitecto Díaz Mauriño y en colaboración con los arquitectos italianos Goffi y Mento, del concurso internacional para la construcción del Centro de Cultura Contemporánea de Brescia, recuperando el espacio libre de un antiguo hospital del siglo XVIII en planta de cruz en el centro histórico de la ciudad. Su propuesta preserva este generoso espacio histórico en su forma más pura evitando su destrucción o alteración.

Su última obra acabada es el Museo de Bellas Artes de Castellón, promovido por Castellón Cultural, que se inaugurará próximamente. El edificio gira alrededor de un claustro ajardinado con unos magníficos cipreses pertenecientes al antiguo colegio de Serra Espada. Rodeado por un entorno de edificaciones residenciales de ocho plantas, el museo ocupa la totalidad de la manzana, estructurando el programa en cuatro grandes bloques de acuerdo a la forma canónica en este tipo de museos: público, semipúblico, trabajo y almacenamiento. Estos bloques se organizan en edificaciones claramente diferenciadas que se adosan al edificio claustral. El edificio que alberga la colección permanente se articula en cinco niveles que son atravesados en diagonal por una cascada de salas en doble altura que permite una visión completa del edificio. Con este juego de secciones semejantes se logra una optimización de la superficie construida al obtener una percepción diversificada del espacio en tres escalas, desde la diagonal que recorre la totalidad del edificio hasta la escala más humana entre forjados. El espacio apilado por los vacíos de doble altura que surge por el desplazamiento de plantas de iguales dimensiones, dota de gran unidad al conjunto y conecta los distintos espacios del museo.

Este mecanismo de sección organiza el espacio desde su diversidad en dimensiones, situación y orientación, permitiendo el paso de la luz y multiplicando homogéneamente la unidad espacial en una secuencia acompasada. El cerramiento exterior se viste de unas placas de aluminio fundido de gran belleza y precisión constructiva que vibran con la luz y cuya resonancia evoca los tesoros que alberga el edificio. La unidad tectónica se sitúa en una malla constructiva que reviste todo el edificio con el sistema estriado de las lamas de aluminio creando textura con el brillo y la sombra, y grabando en cada una de ellas, como hicieran los romanos con los antiguos ladrillos que identificaban la tejera donde se cocían, la marca Museu de Castelló, para el que fueron construidas. Esta ingeniosa solución de fachada ha representado a los arquitectos en la Exposición de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2000, en la que estuvieron presentes junto a un amplio grupo de arquitectos jóvenes españoles.
La arquitectura de Tuñón y Mansilla tiene el valor de su significado, para que en su diversidad espacial sea entendida y reconocida, y representa la continuidad con su maestro Moneo enlazando un nuevo eslabón de los mejores y más exportados ejemplos de la arquitectura española.