Tres espacios para el arte
Un teatro, un auditorio y un museo firmados por Paredes-Pedrosa
25 abril, 2001 02:00Teatro Olimpia de Madrid, el Museo arqueológco de Almería y el Palacio de Congresos de Peñíscola es uno de los tres proyectos en construcción del estudio Paredes-Pedrosa
Ignacio García Pedrosa y ángela García de Paredes llevan trabajando juntos cerca de dos décadas, desde que terminaron sus estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid. A partir de entonces, colaboraron en el estudio de José María García de Paredes en el desarrollo de los primeros auditorios de moderna configuración que se estaban construyendo en España. Se enfrentaron con enorme éxito al reto de definir tipológicamente y resolver técnicamente los complejos edificios que hoy son sedes de muchas de las orquestas sinfónicas españolas.Magníficos auditorios como el de Granada y el Centro Manuel de Falla, el Auditorio Nacional de Madrid, el Palau de Valencia, el Auditorio en la Hoz del Río Huecar en Cuenca y el Auditorio y Centro de Congresos de Murcia, constituyen el legado que dejó José María García de Paredes como base de un plan nacional de construcción de Auditorios cuyos ejemplos se siguen recreando hoy. Este gran conocimiento y la audacia de enfrentarse a nuevos retos es la herencia que el estudio Paredes-Pedrosa, surgido en 1990 tras el triste fallecimiento de J. M. García de Paredes, recibe con la obligación y el honor de superar, si cabe, el trabajo desarrollado junto al gran arquitecto de la generación de Javier Carvajal, Oiza y Julio Cano Lasso. Con la experiencia adquirida, Paredes-Pedrosa se presentan en los últimos años a más de 40 concursos, ganan dos proyectos de viviendas Europan, el premio internacional para la construcción del Centro Cultural Borghetto Flaminio en Roma, y la Casa Consistorial en Valquemada (Madrid), éste último premiado en la V Bienal de Arquitectura Española.
Recientemente, han obtenido por concurso los encargos de proyectar el Teatro Olimpia de Madrid, el Palacio de Congresos de Peñíscola y el Museo Arqueológico de Almería, los tres en inminente puesta en obra.
El Teatro Olimpia ocupará el lugar de la antigua sala Olimpia. La difícil geometría de traza triangular del solar, que se enfrenta a la plaza de Lavapies en prolongación natural, invita a los arquitectos a reconstruir volumétricamente la manzana y adosarse a las medianeras de los edificios colindantes para componer un conjunto fragmentado en distintos volúmenes de frente acristalado que formen sugerentes prismas de luz en el perfil urbano de la plaza. El edificio pretende proyectar la imagen de vanguardia acorde con el programa cultural que el nuevo Teatro Olimpia desarrollará.
En el Museo de Almería, la importante colección procedente de diversos yacimientos arqueológicos así como el confuso entorno urbano en el que se inserta han sido los determinantes del proyecto. El solar está rodeado de vías de alto tráfico y edificios de gran altura. Paredes-Pedrosa crea un edificio hermético y opaco a la ciudad, configurando un espacio público en la trasera del solar como antesala ajardinada al Museo que, construido con grandes losas de piedra, envuelve unos espacios relacionados por un gran vacío interior que articula las salas.
El Palacio de Congresos de Peñíscola se sitúa al pie del castillo de la ciudad y frente a un jardín. La voluntad de vincular los espacios interiores al parque y a la visión del mar desde su planta superior, ha determinado una imagen cerrada hacia las calles perimetrales y fragmentada en la fachada de acceso hacia el jardín, liberando una amplia plaza y permitiendo que el futuro parque penetre hasta su puerta. Este umbráculo, construido a modo de celosía de grandes piezas cerámicas, forma un tejido tridimensional por el que penetra el aire protegido de la lluvia, antesala y lugar de encuentro del auditorio, un ambiguo espacio exterior-interior. El singular techo se construye con una losa ondulada de hormigón visto al interior y revestida de cerámica vidriada azul, una ola alegórica a modo de cuarta fachada.
La arquitectura de Paredes-Pedrosa se identifica por entablar rigurosas coordenadas que iluminan las relaciones prácticas que transforman aquello sobre lo que trabajan. Sus edificios, inmersos en la téchnê aristotélica como medida de la práctica, hacen sensible una obra arquitectónica sólida y ajena a trampas de representación visual, y es esa virtud la marca de continuidad y garantía de perdurabilidad.