Arquitectura

La ciudad del Mediterráneo

La Copa América sitúa a Valencia en el mapa de la arquitectura internacional

12 abril, 2007 02:00

Pabellón de la Copa América, de David Chipperfield

Valencia vive un momento de esplendor por la construcción de nuevas infraestructuras que muestra al mundo de la mano de la mejor agencia de publicidad: la Copa América. Mientras las regatas siguen su curso marítimo, en tierra firme, valencianos y visitantes son testigos de la transformación de la ciudad por parte de arquitectos locales y de algunos nombres internacionales

Valencia vive un renacimiento urbano contemporáneo, y son varios los factores que lo evidencian. Su posición estratégica en el arco mediterráneo, desplazando a grandes enclaves mercantiles y turísticos, no es sólo causa de su excelente situación y clima. La voluntad de las administraciones tanto locales como autonómicas por hacer ciudad es otra de las principales razones. Esta labor viene determinada por una predisposición de los poderes públicos de permitir y propiciar las acciones e inversiones necesarias para ofrecer la ciudad como plataforma de desarrollo social, cultural y económico. Y ello conlleva la necesaria audacia para que puedan llevarse a cabo, habiendo liderado Valencia grandes proyectos a la vanguardia en lo educativo, cultural y residencial.

Quizá sea la inminente Copa América la más llamativa de las convocatorias que desde la ciudad se lanzan para atraer públicos e inversiones. La prestigiosa competición deportiva atraerá para Valencia miradas que desconocían la belleza y amabilidad de una de las ciudades más importantes del Mediterráneo. Para ello, la ciudad se ha ido preparando en las últimas décadas. El desplazamiento del cauce del Turia creó uno de los parques urbanos más singulares de Europa, eje vertebrador de la ciudad, bajo cuya dirección se han ido recolocando los equipamientos culturales de la nueva ciudad. La Ciudad de las Artes y las Ciencias, obra del afamado Santiago Calatrava, es ya la viva imagen de la ciudad, con su esplendor futurista y los brillos de la exuberancia de sus formas. Es una marca de identidad, que tiene la capacidad de atraer y seducir, siendo la monumentalidad de sus formas góticas su mejor atributo. Tres nuevas torres de gran altura, de uso mixto residencial y oficinas, se construirán como traca final de un parque arquitectónico que tiene en el lenguaje de Calatrava, su mejor arquitecto local, el canal directo de transmisión de la modernidad de la nueva Valencia. Estas señales arquitectónicas son las más llamativas, pero no las únicas, ni siquiera las mejores.

Hacia un urbanismo sensible
Las acciones sobre la ciudad se han desarrollado en tres grandes bloques: equipamientos públicos, viviendas e infraestructuras. El más audaz plan urbano relativo a la vivienda que propone la ciudad es el que lidera el arquitecto Vicente Guallart que, bajo el nombre comercial de Sociópolis y promovido por la Generalitat, sugiere un modelo de urbanización residencial donde la arquitectura dialoga con la ciudad, rompiendo algunos moldes del urbanismo comercial y especulativo para diseñar una actuación donde una mayor sensibilidad medioambiental y social dé respuesta a la construcción de unidades residenciales. Se implanta en un terreno cercano a la huerta, para rescatar aspectos de la memoria agraria local como valores de sostenibilidad y reencuentro con el paisaje. Se ha invitado a 19 grupos de arquitectos que han dado respuestas de diversa calidad para responder con criterios contemporáneos a las necesidades sociales, económicas y tecnológicas de nuestros días a través de la vanguardia arquitectónica. El reto es construir 3.000 viviendas protegidas reformulando algunas reglas del urbanismo, integrando culturalmente la realidad arquitectónica con intervenciones de alta calidad ambiental.

Reivindicando el mar
En las infraestructuras, la oportunidad de celebrar la Copa América ha sido el desencadenante final para que los poderes locales se concilien con los del estado y armonizar las competencias en el desarrollo portuario, vieja reivindicación de los valencianos ya que de origen fue una ciudad fluvial, separada varios kilómetros del frente litoral y que con sucesivos crecimientos ha visto cómo su tejido se arrimaba al mar. Y el puerto ocupa hoy una rótula que engrana el eje del antiguo cauce del Turia, flanqueado por equipamientos públicos y arteria principal de la vida ciudadana, con el frente marítimo, desplazando su uso de mercancías por una actividad más lúdica y deportiva. La recuperación de la Playa de la Malvarrosa, hoy trasformada en una magnífica playa urbana en el norte de la ciudad, choca con el nuevo puerto deportivo, que es el balcón urbano sobre el que la ciudad vuelca su actividad hacia el mar. La restauración de los antiguos Tinglados, bellísimas naves industriales en la dársena del puerto, junto con la implantación de nuevos edificios reúne un conjunto de intervenciones que junto con la antigua fachada marítima es ya un enclave de enorme interés, además de ser la marina más moderna de Europa, con todos los servicios técnicos y de ocio. Preside esta magnífica intervención portuaria el Pabellón de la Copa América, obra del arquitecto británico David Chipperfield, asociado esta vez con el español Fermín Vázquez. Es proyecto vistoso, elegante, que levanta varias terrazas a escala de espacio público que invita a ascender por los planos blancos que propone para contemplar, como si de unas grandes cubiertas marinas se tratara, los diversos horizontes que tan singular punto abarca. La visión del puerto y frente urbano, el mar abierto, así como el perfil de la playa de la Malvarrosa. Es el punto donde la realidad de Valencia se pone de manifiesto. Es la confluencia de la ciudad con su límite natural y expresa la vocación ciudadana de construir ambos y armonizarlos en un entorno de primera calidad urbana.