Santiago Cirugeda, arquitectura antisistema
Cooperativa Cit-Arte, Sevilla
Las Situaciones urbanas que plantea Santiago Cirugeda le alejan de cualquier visión canónica de la disciplina profesional. Para analizar su trayectoria habría que lanzar una mirada a su biografía, sus emociones y sus desafíos, a su infancia, que, como él mismo reconoce en sus escritos, la pasó buscando entre los objetos domésticos para encontrar algún artilugio con el que construir un mecanismo o maqueta. En definitiva, jugando a las construcciones, algo tan arquitectónico que, adquirida ya una gran conciencia urbana, continúa haciendo ahora llena de contenidos tanto críticos, como conceptuales y constructivos. Terminó sus estudios de arquitectura y, ante las perspectivas laborales de un recién salido de la Escuela (trabajar en un despacho profesional, o en la administración pública o en una empresa inmobiliaria), Cirugeda decidió navegar contracorriente y así poder desarrollar una arquitectura personal y crítica que se plantee como una herramienta social.Cirugeda es un fenomenal manipulador, en el sentido de alguien que opera con las manos o con cualquier instrumento; también se dice de aquél que interviene con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares. Esta manipulación arquitectónica sirve a inquietudes colectivas que pocos tienen la valentía o la decencia de denunciar. Su trabajo propone mecanismos capaces de afectar al desarrollo de la arquitectura y de la ciudad, hurgando en los resquicios del mercado inmobiliario, y de la torpe regulación que hace del suelo y del espacio público un bien de consumo. Cirugeda, con cada uno de sus proyectos, declara un propósito mediante acciones y no sólo palabras, y esto es básicamente lo que le convierte en un arquitecto: la construcción de sus ideas. Para ello la eficacia de las tácticas utilizadas requerían de la inmediatez de las situaciones generadas, siendo la diagnosis del conflicto la mejor llamada a una resolución. Por ello cada proyecto conlleva unos antecedentes que Cirugeda explica con carácter pedagógico (dirigido a los ciudadanos, políticos, medios y otros arquitectos), muestra su ejercicio y explica sus conclusiones. Es un científico, por lo tanto, que aplica un severo método de investigación de prueba y error, siendo los aciertos tan valiosos como los fracasos. Su técnica proyectual es por eso un cruce entre el entramado normativo y juegos de construcción basados en el ensamblaje de elementos ligeros y baratos, normalizados. Sus sencillos ingredientes los sirve dentro de una Receta Urbana, nombre que adopta finalmente su estudio que cuenta cada vez con mayor número de compinches que ejecutan las acciones que finalmente tienen como objetivo construir manifiestos.
Comenzó su carrera ocupando la sala del colegio de arquitectos de Sevilla con una construcción de palets de madera en los que vivió camuflado en una pared, y repitió más tarde la acción parasitando este espacio público con la construcción de un grano en su fachada, accesible y público, que completaba de modo independiente los programas culturales de la institución. Ha ocupado solares vacíos en las ciudades llenándolos de artefactos de uso público, o insertando contenedores en la ciudad con juegos para niños, zonas de lectura y hasta un tablao flamenco. Son llamadas a la conciencia de que el espacio público es un derecho y la vivienda una necesidad que Cirugeda demanda con la construcción ilegal en espacios no utilizados (como las azoteas y solares vacíos) para más tarde autodenunciarse y llamar la atención de las administraciones. Esta consciente desobediencia civil trata de reinventar la ciudad como tablero de todos, y lo hace construyendo con sus manos y las de otros voluntarios, propugnando así otra llamada a la acción constructora global del arquitecto como pensador y constructor, sin intermediarios que contaminen o graven el coste de las edificaciones.
Su proyecto más reconocido ha sido la ampliación del Espacio de Arte Contemporáneo de Castellón, construido mediante un conglomerado de sistemas normalizados de andamio y casetones de encofrado que, adosado al edificio anodino del museo, ampliaba sus instalaciones con una estructura de bajo coste. Un grito ante los excesos de la arquitectura en la edificación de los espacios representativos de las ciudades. Pero esta propuesta pierde su sabor dentro de un contexto más ligado a la estética y al lenguaje. Entiendo que la identidad y la misión de Cirugeda es la de un guerrillero urbano sin control administrativo ni político, un moderno hacker de sistemas arquitectónicos que disfruta con la inserción de elementos no previstos en las redes de la ciudad poniendo en evidencia sus miserias y debilidades. Eso propicia que los poderes sean conscientes de su vulnerabilidad ante los fallos y, algunas veces, más que neutralizar el agente externo, pongan soluciones infraestructurales para paliar el problema. éste es su mayor propósito y su punto débil. Porque el sistema es tan poderoso que seguro que le llama para incorporarlo a su beneficio, tentándolo con actuaciones más normalizadas, incorporándolo a su provecho. No quisiera verte, Santiago, inmunizado por los poderes, dado que tu fuerza está en la condición de parásito, capaz de encender las alarmas sociales y políticas que seguro tratarán de inmunizarse ante la feliz agresión que provocas. No sé si eres un héroe o un villano, pero sigue así.