Museo Sacro en Adeje (Santa Cruz de Tenerife), de Fernando Menis
Parece que la crisis nos ha hecho reaccionar y eso se nota en el triunfo de una arquitectura más rigurosa, sostenible y alejada de la estética del espectáculo. Algo está cambiando.
El centro Niemeyer, ofrenda de Avilés a la arquitectura del brasileño, igualmente tuvo un comienzo sobresaltado, desatando una batalla política en lucha por su gestión. En fin, pudieran ser estos los últimos vestigios de una época de grandes inversiones públicas descabalgadas de las infraestructuras de gestión de las mismas. Se ha culpabilizado a los arquitectos de construirlas, cuando era la sociedad la que demandaba a los políticos el más difícil todavía.
Pero algo está cambiando. Nieto Sobejano, Barozzi y Veiga, Fernando Menis, Sancho y Madridejos, Selgas y Cano, y tantos arquitectos españoles están ahora construyendo su mejor arquitectura y liderando un cambio de paradigma. Lo que le está pasando al país se podría explicar con una analogía de lo que le está pasando a la arquitectura. Después de haber vivido un largo periodo de exuberancia, de productividad, de esplendor y de enorme proyección, estalla todo de la noche a la mañana, y aún nos miramos sorprendidos preguntándonos qué ha pasado.
Básicamente se puede explicar que el mundo ha cambiado y lo ha hecho súbitamente. Ha sido una revolución tecnológica, que ha tenido consecuencias drásticas en el sistema financiero, y por ende en el sistema inmobiliario, activo sobre el que subyace todo el valor último de la riqueza en el mundo. Este juego peligroso y muy abstracto, tiene en la construcción del mundo físico de la ciudad su impronta imborrable, y entre sus actores principales, los arquitectos, sus primeros sacrificados.
Pero la inteligencia colectiva ya ha reaccionado en este año 2011. Lo vemos en el interés por una arquitectura más rigurosa, responsable medioambientalmente, que se aleja de la estética del espectáculo y se aproxima a una ética profesional y social necesaria en estos tiempos. También lo vemos en las exposiciones que han tenido éxito este año.
La aproximación constructiva e industrial de Jean Prouvé que mostró Ivorypress sobre el trabajo del creador francés o la itinerante sobre los más jóvenes arquitectos españoles que está presentando Jesús Aparicio por el mundo. O los premios que han reconocido este año la labor reconstructiva de Chipperfield en el Museo de Berlín con el Mies van der Rohe, la innovación tecnológica del Media Tic de Ruiz Geli con el premio Wan, el RIBA honorífico a Mangado y Ferrater, la medalla de honor de la AIA americana a Steven Holl, o muy especialmente, el premio Pritzker al arquitecto portugués Eduardo Souto de Moura, reconociendo así la excelente labor arquitectónica, sensible, responsable y rigurosa del arquitecto portugués, que en España celebramos como propia, por afinidades, proximidad y afecto.